Inicio Culturales “La poesía te posibilita aclarar las obsesiones más hondas”

“La poesía te posibilita aclarar las obsesiones más hondas”

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“La poesía te posibilita aclarar las obsesiones más hondas”
Fabio asegura que “con este libro estoy tanteando un terreno que definitivamente quiero habitar”

La obra fue presentada el viernes en el Centro Favio, editada por Dínamo Poético, con palabras de Silvia Giambroni y música de Fer Quintás

Fabio asegura que “con este libro estoy tanteando un terreno que definitivamente quiero habitar”
Fabio asegura que “con este libro estoy tanteando un terreno que definitivamente quiero habitar”

Hace 25 años que Fabio trabaja de viajante para una droguería villamariense. Y cada día, con la precisión de un cronómetro suizo, se despierta a las 3.30 y arranca su recorrido: Ballesteros, Morrison, Bell Ville, San Marcos, Leones, Marcos Juárez, General Roca, Saira, Noetinger, Cintra, Chilibroste, Alto Alegre.

Son miles de kilómetros por mes a bordo de una Kangoo. Y quizás no sea fácil imaginar a un poeta llevando una vida tan nómade y a la vez tan sedentaria. Pero no es imposible. Los poetas conviven con todas las profesiones y todas las personalidades. En algún sentido, son como pájaros que hacen nidos en árboles inesperados y por alguna razón o sinrazón se quedan a vivir allí. Fuera de eso, Fabio Cardarelli cuenta con un maravilloso antecedente: la poesía “beat” de los años Estados Unidos con su culto al camino y, sobre todas las cosas, un oficio que ejerce de manera meticulosa sobre ruedas.

“Siempre salgo de viaje con una carpeta, papeles y libros -comenta-, mi Kangoo es como una biblioteca rodante. Pongo todo abajo del asiento como un mecanismo de seguridad y arranco. Si no salgo con mis papeles, me está faltando lo fundamental del equipaje”.

-¿Cómo es que publicás un libro después de 27 años?

-La verdad es que pasó mucho tiempo y en ese tiempo pasaron muchas cosas; el trabajo de lunes a sábado durante 25 años, la familia, las obligaciones. Pero acá estoy de vuelta. Esta publicación me era muy necesaria. Con este libro estoy tratando de vencer temores, tanteando de nuevo un terreno que definitivamente quiero habitar.

-¿Volvés a sentirte “poeta”?

-De adolescente siempre tuve la percepción de que la poesía sería un destino para mí, pero luego eso se diluyó; me dije “no es un destino, lo puedo manejar y no es algo fundamental”. Pero en los últimos años volví a la idea de mi adolescencia. Y ahora quiero que la poesía sea parte indisoluble de mi vida.

-¿Qué me podés decir de tus libros anteriores?

-Al primero, “Cuando la piedra es pájaro”, lo publiqué a los 17 años. Yo iba a quinto año del Rivadavia y hacía un taller con Marta Parodi, que me dio el gran aliento para seguir. Al segundo lo saqué a los 20 y se llamó “Bis”. Tenía la mitad de los poemas impresos con letra de máquina y la otra mitad manuscrita como un cuaderno.

-¿Y en todo este tiempo sin publicar seguiste escribiendo?

-Sí, pero la publicación es un desafío y te pone a prueba yendo hacia adelante. Y yo necesitaba eso, dar un paso al frente libro mediante. Este libro fue parte de un proceso necesario, con poemas escritos en épocas de mucho silencio. Algunos han sido más elaborados que otros, pero todos guardan un hilo conductor.

-¿Por qué “La breve recompensa”?

-Porque el que viene a la poesía en busca de grandes recompensas se equivoca. Yo no creo que la poesía te dé más que la humilde felicidad del tiempo que dura un poema, ese instante supremo donde cada palabra muestra la nobleza que posee y a través de ellas, la nobleza que poseen las cosas. En ese instante te encontrás con vos y con una gran felicidad. Pero después volvés a tu realidad habitual, a la rutina.

-¿No creés que la poesía te puede cambiar la vida como la religión?

-Siempre tuve la percepción de que la poesía es un modo de salvación porque te posibilita aclarar las obsesiones más hondas. A mí me ayudó mucho con la percepción de la muerte o con el trabajo, para encontrar en lo cotidiano lo fundamental y necesario.

 

Retomando la ruta

Leo la veintena de poemas que componen “La breve recompensa” y pienso que hay uno que podría sintetizar el espíritu del libro y, acaso también, el de la obsesión más honda de su autor: la necesidad de ser otro pero sentir inmediatamente que ese deseo está equivocado, que es una distorsión de la desmemoria para no aceptar la muerte cotidiana, pero tampoco la vida de cada día. Dice así: “A veces se sueña/ la vida de los otros// la memoria/ que es osada/ nómada/ se diluye lentamente como agua en el agua/ de la mente de los hombres, se presume.// La enorme ventaja de los desmemoriados/ es que creemos/ que los que han muerto/ caminan/ hablan/ respiran/ habitan aún entre nosotros”.

Y lo imagino a Fabio deteniendo su auto en la banquina (acaso en “la carretera de Cintra”) y una vez allí, escribiendo preocupado los versos de ese poema mientras el parabrisas seca la humedad de la bruma (“agua sobre el agua”). Y luego, una vez concluido el apunte, lo imagino poniendo primera, retomando la ruta con el alivio de quien retoma su destino.

Iván Wielikosielek

-Especial-