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“Al final, la que está presa soy yo”

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“Al final, la que está presa soy yo”
Josefina se animó a hacer pública su historia

Tiene 21 años y hace cuatro que sufre un calvario. Su ex la acosa tanto a ella como a su familia. “El martes superó todos los límites: amenazó a mi mamá, golpeó a mi papá y con un caño destrozó el auto de mi familia”, dijo Josefina Mangas

Josefina se animó a hacer pública su historia

En el año 2013, Josefina terminó el secundario en los Trinitarios y un abanico de proyectos de vida se abrían para su futuro.

En una de las fiestas de fin de curso conoció a un hombre que la sedujo “por su caballerosidad”. Comenzó una relación que parecía prometedora, pero que, en realidad, le abrió las puertas al infierno.

Después de dos años de historia compartida, ella decidió poner fin a la relación: “Sufrí primero violencia verbal, permanentemente me insultaba, me decía pu…, que no servía para nada. Parece mentira, pero terminás creyendo que sos inservible”, dijo Josefina Mangas, la joven mujer que se animó a hacer pública su historia.

“Después empezaron los empujones, las cachetadas, hasta que todo se hizo insostenible. Me amenazaba con un cuchillo, me golpeó la cabeza contra los adoquines”, dijo, enumerando algunas cosas que vivió y callando la mayoría porque todavía le cuesta nombrarlas. “Tuve que entender que no era normal que un novio te pegara y por eso me separé”, planteó.

Un hecho decisivo fue cuando tras una pelea, en la que ella se cortó un dedo al caer sobre un vidrio, él “me gritaba ‘pu…, si no te callás, no te llevo al médico’”, recordó.

Con el apoyo de sus padres, decidió poner fin a su infierno terminando la relación. Pero no fue suficiente.

“Hasta ahí, yo jamás lo había denunciado, pero luego empezó a seguirme. Le molestaba que siguiera con mi vida, que saliera. En una oportunidad, me cruzó el auto en la ruta 158 y casi tuve un accidente”, dijo.

Otro hecho ocurrió también sobre su auto. El le tiraba golpes desde afuera, ella subió el vidrio y aceleró para alejarse del lugar. “Se trepó al capó del auto y no se iba. Es terrorífico”, dijo.

“Después me rompió el auto y tuvo varias apariciones más. Es un ensañamiento que tiene”, agregó.

“Los golpes físicos fueron duros, pero lo peor es el temor a que se aparezca en cualquier momento, a que suene el teléfono y sea él desde otro número”, señaló.

“También me duele mucho la violencia de la sociedad. En una oportunidad en la que me estaba golpeando cerca del Subnivel, había una chica mirando. Se reía, y ahí me di cuenta de que, además de la violencia de él, tenés que sufrir la violencia o la indiferencia de la sociedad”, reflexionó.

 

Denuncias

Tras el acoso que sufrió después de la separación, empezó el camino de las denuncias en la Justicia.

“La primera fue en diciembre de 2015, cuando ocurrió ese hecho en la ruta. En esa oportunidad, le dieron una orden de restricción, que nunca cumplió, y como nunca tuvo sanción por ese incumplimiento, la situación se fue agravando”, señaló.

Cada hecho sufrido fue denunciado: en una oportunidad le cortó con un cuchillo los neumáticos del auto, otra vez la acosó en una concesionaria de autos y también se presentó violentamente en el comercio donde ella trabaja.

“La gota que rebalsó el vaso, lo que hizo que me diera cuenta de que pasó todos los límites, fue cuando agredió a mis padres”, dijo.

Ese último hecho ocurrió el martes, cuando su familia acababa de comprar algunos víveres en un quiosco camino a su casa, en el barrio Vista Verde. “El los vio, se bajó del auto y mientras mi papá estaba en el negocio amenazó y empujó a mi mamá. Cuando vino mi papá a defenderla, lo golpeó tirándolo al suelo. Luego se fue al auto a buscar un caño con el que destrozó el vehículo de mi papá”, dijo.

Después de esa inusitada violencia, fueron a radicar la denuncia a la Unidad Judicial. “Entre lo que tuvimos que esperar se hizo la medianoche y seguíamos declarando. Ahí fue que le dije al funcionario judicial que era una injusticia, que él seguro estaba terminando de cenar en su casa y yo en la Policía”.

“En la Justicia no te tratan bien: la primera denuncia fue mal redactada por los funcionarios de la Unidad Judicial, habían puesto que él tenía 70 años y cuando lo vio el fiscal no sé qué habrá pensado. Después me hicieron ir a un psicólogo en la calle Walt Disney. Ahí la profesional prácticamente me dijo que yo tenía la culpa por haber aguantado el maltrato. Es verdad que lo permití, pero no sabés cómo salir cuando estás atravesando todo eso”, señaló.

También fue a la Defensoría (Auditoría General), donde no pudo hablar con Alicia Peressutti. “La mujer que me atendió me recomendó que no hablara con los medios, pero yo necesito hacerlo porque necesito que me escuchen, que el fiscal me escuche; yo no quiero ser una Tamara”, dijo.

“No sé cómo salir adelante. Yo tengo el apoyo de mis padres, pero es muy difícil igual. La sociedad te condena, la Justicia no te escucha; tengo 21 años y hace tres meses y medio que no salgo por temor a que me cruce otra vez en la calle. El sábado tengo un parcial y en lugar de estudiar, esta persona me hace volver al pasado”, señaló.

“En definitiva, él está lo más campante y yo presa de su violencia. Cada vez que pasan cosas como ésta, doy 10 pasos para atrás. Yo necesito estar libre porque así, acosada, me siento muerta en vida. Ayer le dije a mi mamá que nos vayamos de Villa María, algo que también es injusto”, concluyó.

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