Un pedido de voluntad política surge ante la seguidilla de problemas y maltratos que padecen los caballos. Sólo falta una decisión para empezar de nuevo 

“No crezca mi niño, no crezca jamás… los grandes al mundo le hacen mucho mal, por correr el hombre no puede pensar que ni el mismo sabe para dónde va”.

Una vez más la esclavitud en estos tiempos no deja de sorprendernos. Somos el eslabón perdido como escuché tiempo atrás, porque para ser seres humanos, debemos todavía caminar, caminar y caminar hacia nuestro interior.

Y también una vez más, como se viene insistiendo desde hace años, de manera urgente, precisamos de la voluntad política, y ya en esta instancia no se trata de reuniones y reuniones como tantas se han tenido, sino de acción, me refiero a la puesta en vigencia de una ordenanza que regule este tema. 

Personalmente creo que uno, sin tener ninguna obligación, actúa, motivado desde la fuerza motora del respeto y el amor, se aliviana una herida latente en la sociedad para quienes amamos a los animales y nos gusta una convivencia en armonía que, en realidad, es un problema de todos, de nuestra comunidad. Y como la palabra puede crear nuevas realidades, no pierdo las esperanzas que en algún momento decidan a nivel gubernamental abordar el tema como corresponde.

Enseñemos que no todo es inversión ni plata en la vida y que con predisposición y recursos humanos se pueden lograr muchas cosas y avanzar, evolucionar como personas.

Al momento, Huairo, el caballito rescatado, se encuentra en el CAM, mediante recuperación y se espera la resolución del caso.

Estoy eternamente agradecida a la patrulla rural, al señor Mauricio Sabena y su equipo de trabajo, como siempre, por su impecable labor.

La Ley Sarmiento, desactualizada o no, contempla perfectamente los derechos básicos de los animales.

Profundamente espero que nuestro intendente, Martín Gill, pueda tener cinco minutos con el fin de comprender sobre lo que se está pidiendo, sentido común. Y obrar en pos de ello.

Quisiera ver a mi ciudad avanzar en este aspecto también porque aquí no se trata sólo de la salud de los animales. Se trata de trabajar para ser mejores personas y, en consecuencia, las malas acciones disminuirán.

“La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”. ¿Qué es lo que se quiere sembrar en ellos?

Natalia Videla