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Belgrano e Instituto de Córdoba: partido solidario por el ciclón de 1928

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Belgrano e Instituto de Córdoba:  partido solidario por el ciclón de 1928

Los ciudadanos de Villa María solemos decir que agosto es el “mes de los vientos” pero, sin embargo, el fenómeno meteorológico de ese tipo que más rescata la memoria colectiva de la ciudad es uno acaecido en el mes de noviembre, hace ya casi 90 años. Es tan así que resulta difícil encontrar algún vecino o vecina, de mediana edad, que no sepa del “ciclón del 28”, como se lo conoce. Esto no sólo se debe los estragos que el fenómeno produjo, sino también al registro detallado que quedó del mismo. Esto último se debió a la actuación de la comisión conformada de manera especial para encarar, en lo posible, la reparación de lo dañado. Pero también han contribuido, tanto los registros realizados por la prensa de la época, como el trabajo historiográfico realizado por estudiosos locales.

 

La solidaridad

Dentro del desastre que significó aquel viento de noviembre de 1928, también despertó la solidaridad. Fueron innumerables los gestos de sensibilidad de vecinos que acercaron su ayuda. El mundo deportivo también aportó lo suyo y quedó registro para poder rememorar algunas acciones. En la edición del 26 de noviembre de 1928, el periódico local “El Heraldo” tituló en su tapa: “El match de foot-ball a beneficio de los damnificados terminó en empate. El combinado de Villa María demostró al público cordobés sus excelentes cualidades”. El encuentro deportivo descrito se había producido el domingo próximo anterior, en la ciudad capital de la provincia. El espectáculo fue producido con el gran objetivo de recaudar fondos que servirían para ayudar a los damnificados por el terrible ciclón que el 12 de noviembre castigó a Villa María, Villa Nueva y poblaciones de la región.

 

La tarde del viento

La prensa escrita de la época, manifestó que en esa primavera se produjeron fuertes tormentas en la zona. Así, por ejemplo, encontramos que el mismo diario local mencionado, en su edición de 25 de septiembre, reporta un “violento huracán” que tuvo lugar en la localidad de La Laguna. En las páginas del diario puede leerse que esa población “…fue azotada, en la noche del 22 al 23, por un violento huracán, acompañado de piedra y de una fuerte lluvia, que determinó la muerte de una menor, resultando, además, tres heridos”. También sufrieron graves daños edificios como los galpones del Ferrocarril Pacífico y la Escuela Nacional del lugar.

Cuando el 12 de noviembre, el reloj caminaba las primeras horas vespertinas, en el cielo, desde el oeste comenzó su avance la tormenta. Alrededor de las 19 horas, la tierra fue besada por las primeras lluvias. Media hora después el viento tomó mucha fuerza. Era el ciclón que arrasó con varias construcciones, levantó techos, derribó paredes, venció la verticalidad de numerosos árboles y también trajo la muerte a la ciudad. Aurora Rigalt en su artículo “El ciclón del 28” señala que la revista porteña “Caras y Caretas” publicó “El furioso ciclón que azotó a Villa María. La importante ciudad cordobesa resultó semidestruida. Hubo 26 muertos”.

Belgrano, Instituto, Presidente Roca y la Liga Villamariense de Fútbol

Con la desolación como escenario, comenzó la constatación de los daños e inmediatamente se produjo un importante movimiento solidario. Autoridades nacionales y provinciales visitaron la zona trayendo apoyo. Los vecinos se organizaron en una comisión que ayudó a vecinos de Villa María, Villa Nueva, Ticino, La Palestina, Sanabria y Arroyo Cabral. Todo ello quedó registrado en las publicaciones de esa comisión, y permite dimensionar el carácter regional del fenómeno.

Entre las tantas actividades solidarias se organizó el referido encuentro futbolístico en la ciudad de Córdoba. El partido preliminar enfrentó a los clubes Belgrano y Presidente Roca, saliendo victorioso el celeste. Pero el plato fuerte del espectáculo deportivo se dio entre el cordobés Instituto y el equipo formado por la Liga Villamariense de Fútbol. Este último presentó una formación integrada por Pantarrota, Gilli, Salas, Barbiera, Palacios, Ramos, Barabello, Ceballos, Bravo, Pedrocca y García. En tanto que Instituto de Córdoba ingresó a la cancha con Gayola, Ortiz, Pacheco, Saldaño, Castañares, Bonaiuti, Cepeda, Lizondo, Zárate, Benavídez y Fernández.

En una crónica superpoblada de términos en idioma inglés, propio del lenguaje futbolístico de la época, el diario local “El Heraldo” dice que a las 17.15 horas, el árbitro Raúl Romero dio la orden para que el “centre forward” de Instituto pusiera en movimiento la pelota. A los 18 minutos se produjo el primer gol por un pase de Castañares a Benavídez quien esquivó la defensa y con un tiro al ángulo inferior derecho del arco hizo que la pelota pasara la línea de gol. Los villamarienses no se achicaron, siguieron jugando de igual a igual, y solo nueve minutos después Ceballos logró el empate con “un recio tiro a Gayola” -arquero contrario-. A los 28 minutos Zárate modificó el tanteador y dos minutos después produjo otro gol poniendo el resultado 3 a 2, a favor de Instituto.

 

Cuando apenas transcurrían 8 minutos del segundo tiempo, “al querer atajar un tiro largo de Fernández”, Ramos introdujo la pelota en el propio arco villamariense que, a pesar del gol regalado a Instituto, la Liga no se achicó y logró que Ceballos marcara dos tantos para terminar el partido con un meritorio 4 a 4.

El partido fue vibrante, más allá del fin solidario, los cruces en el campo de juego eran por el triunfo. El villamariense, Amadeo Sabattini, por entonces ministro de Gobierno de la provincia, siguió las alternativas del juego desde el palco de periodistas. Al terminar el “match” quedó la sensación de que el equipo de la Liga Villamariense había merecido el triunfo, pero el fútbol tiene una forma de justicia que no siempre entendemos. Será por ello que puede despertar pasiones, pero, por lo visto sin dejar de ejercer la solidaridad tal cual se hizo hace casi 90 años con quienes sufrieron el ciclón del 28.

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