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¿Despedida por ser mamá?

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¿Despedida por ser mamá?

Paola González trabajó siete años en un comercio. Cuando regresó de su licencia por maternidad, le cambiaron el puesto y la hostigaron por un año. Resistió la adversidad, pero, finalmente, la despidieron

Paola González trabajó siete años y desde que notificó su embarazo, la patronal cambió la actitud hacia ella. Hasta que la despidieron
Paola González trabajó siete años y desde que notificó su embarazo, la patronal cambió la actitud hacia ella. Hasta que la despidieron

El 26 de septiembre, Día del Empleado de Comercio, salió desde Río Cuarto el telegrama de despido dirigido a Paola González, hasta entonces, trabajadora de la sucursal Villa María del Supermercado Top.

Consultada por EL DIARIO, la mujer de 32 años contó que se desempeñó en el mismo lugar por algo más de siete años. “Me gustaba mucho mi trabajo, tenía una responsabilidad linda, que era el manejo del stock y la preparación de los balances que se hacen cada dos meses”. “Me sentía una privilegiada por estar en ese lugar”, destacó.

Repasa ahora su desempeño laboral a lo largo de ese tiempo y recuerda que nunca llegó tarde y que fue a trabajar aún con problemas. “Un día tuve un accidente y me dieron un certificado médico para faltar. Pero como vi que no estaba quebrada ni tenía nada grave y faltaban pocos días para el balance, decidí ir igual a trabajar”, relató.

Todo cambió en 2015, cuando Paola quedó embarazada. “Seguía todo bien e incluso, hice mi tarea subiendo y bajando escaleras, haciendo el inventario, sin importar lo pesada que estuviera”, recordó.

Cuando regresó de la licencia, empezaron los problemas. “Me ponen directamente en la caja, y te digo la verdad, se notó que había otra actitud del empleador frente a mí. Me hacían sentir menos, porque de hacer un trabajo importante, me pasaron a otra tarea”, dijo.

Trató de superar ese cambio, y empezaba cada jornada laboral con la mejor predisposición. “Sin embargo, los hostigamientos eran constantes, tal vez con hechos mínimos, que traté de disimular, pero al final, ya se convirtieron en maltratos”, expresó.

Quien, según la denuncia, la hostigaba, era un superior directo, un encargado de controlar a los cajeros. “Me decía cosas delante de la gente y de manera innecesaria me hacía llamados de atención”, dijo.

Hasta que un día, a los gritos, le pidió que atendiera de pie. “Yo tengo una hernia umbilical que muchas veces me provoca dolor. Eso me hacía que desarrollara mi labor sentada”, relató. “No le podía contestar delante de la gente que me dolía, hasta que me gritó y le tuve que responder que por el dolor no podía pararme. No te puedo decir la angustia que me causó”, planteó.

Ese hecho ya fue considerado grave por la mujer que venía “aguantando” casi un año de hostigamiento. Y decidió tomar medidas. En primer término, habló con el encargado, quien le dijo que había sido una “exaltación” y que lo dejara pasar. Sin embargo, no tomaron ninguna medida con el “exaltado”.

En segundo término, fue al gremio (Centro de Empleados de Comercio) donde le explicaron que no había motivos para intervenir. “Le aclaré que no pretendía que le hicieran nada a mi compañero, pero que quedara constancia para que no volviera a pasar”, dijo.

Pero a la semana siguiente, se repitió la situación: “Yo entro a las 17 y salgo a las 23. En el medio, una sola vez, voy al sanitario. Ese día salí del baño y me dispongo a ocupar mi puesto llevando agua para tomar; cuando me empezó a gritar diciéndome que no me permitía ir al baño ni una sola vez en el horario de trabajo. Y menos que tomara agua”.

Cuando repasa ese momento, se le hace un nudo en la garganta y vuelven a llenarse sus ojos de lágrimas. “Fui así a hablar otra vez con el encargado, quien me dijo que el problema era que yo no le caía bien a mi superior directo. A mí no me importa caerle bien, es un lugar de trabajo. Yo no di motivos para que me agarrara bronca ni nada”, señaló.

Así las cosas, como había un problema “de piel”, decidieron modificar los horarios para que no nos cruzáramos. “Pero el horario me lo cambiaron a mí, no a él, lo que significó reorganizar toda mi familia”, dijo.

Además, le adelantaron las vacaciones y cuando volvió, se encontró con la misma hostilidad. Y a una semana de ese regreso, se encontró con el telegrama de despido, en el que, sin causa, le informan que está despedida.

“Me parece una injusticia porque hace siete años que me desempeñé bien en el supermercado y hoy estoy sin trabajo”, agregó.

No duda en contar lo que pasó ni tiene miedo de la audiencia en el Ministerio de Trabajo que será el lunes 21 de noviembre. “Yo digo la verdad, no me da miedo contar lo que pasó ante quien me lo pregunte”, concluyó.

Números que hablan

Como el despido de Paola González es incausado, se pregunta a diario por qué le pasó a ella.

Sin embargo, hay datos que pueden ayudar a dar una explicación: el cambio de actitud de su empleador fue a partir de que ella quedó embarazada. “Y además, en la misma época, cuatro compañeras estuvimos embarazadas. De esas cuatro, echaron a tres”, informó González. Otro dato, las mujeres son menos del 10% del personal.