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Hepatitis: riesgos por no saber

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Hepatitis: riesgos por no saber

Se celebró el día mundial de concientización sobre la enfermedad

La conmemoración del Día Mundial contra la Hepatitis, establecido por la OMS, apunta a la toma de conciencia sobre las hepatitis virales y las enfermedades que originan. En los últimos 6 años se registraron más muertes y complicaciones por esta enfermedad que por VIH

 

Como desde hace 8 años, el pasado sábado se conmemoró el Día Mundial contra la Hepatitis, fecha que dispuso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que coincide con el natalicio del científico Baruch Samuel Blumberg, descubridor de la vacuna para la hepatitis B. Este año el lema fue “Pruebas. Tratamiento. Hepatitis”, para visibilizar la necesidad de encontrar a los enfermos que aún desconocen su diagnóstico, dándoles la oportunidad de curarse o controlar su patología para que no se agrave.

El término hepatitis significa inflamación del hígado, órgano vital que procesa los nutrientes, ejerce una función desintoxicante y sintetiza proteínas. Cuando el hígado está inflamado o dañado su función puede verse afectada. En la mayoría de los casos esta enfermedad es provocada por un virus de hepatitis A, B, C, D y E. Según informa la OMS, dichos virus causan infecciones agudas y crónicas e inflamación del hígado, que pueden desembocar en cirrosis y cáncer hepático.

Hoy en día, alrededor de 355 millones de personas padecen esta enfermedad, lo que representa un grave riesgo para la salud mundial. Los países con mayores tasas de infección crónica con hepatitis C son Egipto (22%), Pakistán (4,8%) y China (3,2%). El principal modo de transmisión en esos países se atribuye a la administración de inyecciones con material contaminado. En América Latina y el Caribe se estima que 2,1 millones de personas viven con hepatitis B y 4,1 millones con hepatitis C crónica, de las cuales solo el 14% de las mismas está diagnosticado. En el caso de Argentina, se calcula que hay 332 mil personas con hepatitis C y solo el 35% lo sabe.

Si bien existen vacunas (obligatorias en el país) que previenen el contagio de la hepatitis A y B, y para la de tipo C existen tratamientos que curan sus síntomas, resulta preocupante afirmar que más de 1 millón y medio de personas mueran cada año por su causa, cantidad similar a las muertes por VIH o tuberculosis.

Hace dos años, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó la primera “Estrategia mundial del sector de la salud contra la hepatitis vírica 2016-2021”, que destaca la función crucial de la cobertura sanitaria universal y cuyas metas están en línea con las de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El objetivo final es eliminar las hepatitis víricas como problema de salud pública: las metas consisten en reducir los casos incidentes en un 90% y la mortalidad en un 65% de aquí a 2030. “El primer paso para erradicarlas es la prevención de la transmisión y para ello es fundamental la concientización masiva, disponer de los recursos necesarios para vacunar a toda la población expuesta, detectar todos los casos posibles y difundir las medidas de higiene necesarias para evitar la diseminación”, explica Aníbal Darío Feder, miembro de la Comisión de Jóvenes de la Fundación de Estudios para la Salud y la Seguridad Social (FESS) y magíster en Gestión y Administración de Servicios y Sistemas de Salud.

 

¿Cómo se controla en Argentina?

Desde hace algunos años, el Ministerio de Salud junto con ONG y grupos de todo el país llevan adelante distintas actividades y programas vinculados a la detección temprana, a la formación de grupos de apoyo, mesas regionales multisectoriales, cursos de capacitación para pacientes y campañas nacionales de concientización. De esta manera se intenta alcanzar las metas propuestas por la OMS.

En 2012, el Ministerio de Salud de la Nación creó el Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales que promueve el testeo para el diagnóstico de estas infecciones. Además, el equipamiento necesario y los reactivos para detección de hepatitis son distribuidos a través de las diferentes jurisdicciones a más de 60 laboratorios de todo el país. A su vez, la cartera sanitaria provee a nivel nacional las drogas necesarias para el tratamiento de las hepatitis B y C.

 

Tipos de hepatitis virales Hepatitis A

La hepatitis A o hepatitis infecciosa es una enfermedad del hígado, la hepatitis viral más frecuente y conocida. Está causada por el virus de la hepatitis A (HAV), que es de transmisión oral-fecal en la mayoría de los casos.

La hepatitis A tiene una incubación de 30 días y evoluciona generalmente hacia la curación total. La misma no se cronifica ni provoca estado de portador, al contrario de lo que puede suceder con la hepatitis B o la hepatitis C. Existe una vacuna que protege contra la hepatitis A y está en el calendario obligatorio de muchos países.

 

Hepatitis B

La hepatitis B es la infección del hígado más común del mundo. La causa el virus de la hepatitis B (VHB) ataca al hígado y lo lesiona, si no es detectada y tratada en forma temprana puede producir fibrosis, cirrosis e incluso cáncer hepático (hepatocarcinoma). Es una de las causas de necesidad de trasplante de hígado y tiene un período aproximado de incubación de 45 a 160 días, con una media de 100 días.

Una de las principales características de la hepatitis B es que en la mayoría de los casos no presenta síntomas visibles, hasta que no está en un período avanzado o bien en su etapa aguda, que muchas veces es confundida con un malestar hepático pasajero.

Se transmite por la sangre, las relaciones sexuales sin protección, las agujas compartidas o reutilizadas y de la madre infectada al bebé recién nacido durante el parto. La mayor parte de los adultos infectados pueden curarse, pero algunos adultos y la mayoría de los bebés y niños infectados no pueden deshacerse del virus y desarrollan infecciones crónicas.

Existe una vacuna segura para prevenir la infección de hepatitis B, además de nuevos tratamientos para las personas que ya están infectadas con el virus.

 

Hepatitis C

La hepatitis C es una enfermedad hepática contagiosa causada por la infección del virus de la hepatitis C (VHC). La enfermedad puede ser leve y durar solo algunas semanas o grave y de por vida. El VHC suele transmitirse por la sangre y se encuentra entre los virus que con más frecuencia infectan el hígado.

Hay unos 130 a 170 millones de personas con infección crónica por el VHC y en riesgo de contraer cirrosis y/o cáncer hepático.

El virus suele transmitirse por exposición a sangre infectada a través de transfusiones de sangre o productos sanguíneos y trasplantes de órganos, inyecciones administradas con jeringas contaminadas, lesiones por material cortopunzante en el entorno sanitario y consumo de drogas inyectables.

Las madres infectadas por el VHC también pueden transmitirlo a sus hijos durante el parto. La transmisión a través de las relaciones sexuales con personas infectadas y por compartir objetos personales contaminados con sangre infectada es menos frecuente.

La hepatitis C no se transmite por la leche materna, los alimentos ni el agua ni por contactos casuales como los abrazos, los besos o el hecho de compartir alimentos o bebidas con personas infectadas.

 

Hepatitis D

La hepatitis D es una enfermedad hepática que puede adoptar formas agudas o crónicas y su agente etiológico, el VHD, requiere la presencia del VHB para replicarse. La infección por el VHD no es posible en ausencia del VHB. La coinfección o sobreinfección por ambos virus causa una enfermedad más grave que la infección únicamente por el VHB. La única forma de prevenir la infección por el VHD es la vacunación contra la hepatitis B.

Las vías de transmisión del VHD son las mismas que las del VHB: por contacto percutáneo o sexual con sangre o productos sanguíneos infectados. La transmisión vertical es posible, pero rara. La vacunación contra el VHB previene la coinfección por el VHD, por lo que la expansión de los programas de vacunación de los niños contra el VHB ha dado lugar a una reducción de la incidencia de la hepatitis D en todo el mundo. No obstante, en algunos entornos se ha observado un aumento de la prevalencia de la hepatitis D en consumidores de drogas inyectables o a consecuencia de migraciones con origen en zonas donde el VHD es endémico.

 

Hepatitis E

La hepatitis E es una enfermedad hepática causada por el virus de la hepatitis E (VHE): un pequeño virus con RNA monocatenario positivo.

La infección suele ser autolimitada y se resuelve en 2-6 semanas, pero a veces causa una enfermedad grave denominada hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que puede ser mortal.

El virus de la hepatitis E se transmite principalmente por vía fecal-oral, como consecuencia de la contaminación fecal del agua de bebida. Esta vía explica una muy gran proporción de casos clínicos. Los factores de riesgo de la hepatitis E están relacionados con el saneamiento deficiente, que permite que los virus excretados en las heces de las personas infectadas lleguen al agua de bebida.

También se han observado otras vías de transmisión, pero se dan en menos casos: la ingesta de carne o productos cárnicos poco cocinados derivados de animales infectados, la transfusión de productos sanguíneos infectados, la transmisión vertical de una embarazada al feto y la ingestión de mariscos crudos o poco cocidos pueden ser la fuente de casos esporádicos en las zonas endémicas.

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