Frente a la que fuera su casa, con la presencia de su esposa, hijo y nietos, reconocieron la creación del ya mítico logotipo del Festival de Peñas y destacaron la visión del grupo de hombres que dieron impulso a la mayor fiesta de la ciudad
“Quiero felicitar a la Municipalidad por permitirme recordar a mi padre y en su memoria a todos los que participaron en el inicio de este evento; hombres de menos de 40 años que tuvieron la visión y el entusiasmo para llevar adelante este evento que ya cumple ni más ni menos que 50 años”, dijo Fabián Lozita, hijo de José “Piquí” Lozita, creador del logotipo que ya es una marca registrada del hoy Festival Internacional de Peñas que medio siglo atrás comenzó siendo, como un sueño, el Festival Nacional de Peñas.
Las palabras del hijo fueron pronunciadas durante un acto realizado frente a la casa del creador de la lechuza, ubicada en la avenida Dante Alighieri, en cuya vereda se instaló una baldosa (la tercera de siete) en la que se reconoce al docente que integró la primera Comisión Directiva del Festival.
“Mi padre era una persona ligada a la cultura, a la música, al teatro y, sobre todo, al dibujo, que era su pasión”, y se permitió recordar e imaginar a su padre en esa misma casa, pergeñando el ya mítico logotipo, y recordó que “no quería volver a lo tradicional, al gaucho, al bombo, a la guitarra. Entonces pensó en ese animal nocturno, ave nocturna que tanto dibujó hasta encontrar la adecuada, que hoy mira, controla y está presente” en el Festival.
Al acto asistieron, además del hijo de Lozita, su esposa Yolanda, los nietos, algunos integrantes de aquella primera Comisión Directiva, varios docentes y directivos del Colegio Rivadavia, donde Piquí Lozita desempeñó su tarea docente y creó, entre otras cosas, la Farándula; el intendente, Martín Gill; el presidente del Concejo Deliberante, José Carignano; la legisladora Nora Bedano y el titular del Ente de Deporte y Turismo Villa María SEM, Marcos Bovo.
A su tiempo, el jefe comunal recordó a Lozita como “una persona muy exigente y detallista” y destacó “la pasión, la entrega, y la tenacidad” de aquel grupo inicial y señaló que “esta baldosa es una huella” y la comparó con la que marcaron aquellos iniciadores.
“En Viña del Mar tienen una gaviota; nosotros tenemos a nuestra lechuza”, dijo Martín Gill.
La tormenta y el aguacero que se desataron sobre la ciudad obligaron a hacer breve el acto, pero no por eso carente de emoción y de justicia, al reconocer la labor de aquellos iniciadores que tuvieron una visión y trabajaron para cumplir su sueño. Un sueño que hoy es de todos los villamarienses y que, arriesgó el intendente, aquellos hombres, acaso, no imaginaron tan grande.
