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La metrópoli que se besa con los Andes

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La metrópoli que se besa con los Andes
1) El centro y sus encantos: ninguneado por varios “expertos” en turismo, el centro de Santiago de Chile acoge cantidad de sitios de enorme interés para el viajero. El pujante y animado casco urbano de la capital del país trasandino late al tempo de la popularmente conocida como La Alameda, avenida madre en torno a la cual se acomodan las principales joyas arquitectónicas. En ese sentido, sobresalen entre muchas otras preseas el Palacio de la Moneda (sede de Gobierno, donde el por entonces presidente Salvador Allende se suicidó ante la inminencia del golpe militar de 1973), la Biblioteca Nacional, la Catedral Metropolitana (uno de los tantos templos de fuste), la preciosa y renovada Plaza de Armas, las plazas de la Constitución y de la Ciudadanía (pegadas a uno y otro lado de la ya citada Moneda), el Edificio de Correos y el ex-Congreso Nacional. 2) Cerros que acarician el asfalto: pocas metrópolis del mundo comulgan tan bien con las montañas como lo hace Santiago. La majestuosa cordillera de los Andes se contempla vecina desde varios puntos del mapa y son sus “hijos” los que directamente abrazan al entorno de rascacielos y avenidas fervientes. Es el caso del cerro Santa Lucía y sobre todo el cerro San Cristóbal. El primero reposa directamente al lado de La Alameda, corporizando un paseo insólito en medio del trajín cotidiano. El segundo, mucho más grande y alto (alcanza más de 800 metros de altura), materializa un paseo único, ideal para mirar la ciudad y la cordillera de frente (con techos nevados buena parte del año) y no poder creer. Acompañan la propuesta cantidad de espacios célebres como el santuario de la Inmaculada Concepción (en la cima), el Zoológico y el gigantesco y muy verde Parque Metropolitano, por sólo nombrar algunos. El San Cristóbal se encuentra a pocas cuadras de la Plaza de Armas, atravesando el río Mapocho. Se puede acceder a su cúspide a pie, en bicicleta (los ciclistas locales trepan la empinada y zigzagueante calle de a montones), en auto o a través del funicular. 3) Barrios con mucho patrimonio: realmente es admirable el patrimonio que resguardan, muy silenciosos, los barrios linderos al centro. Ni los múltiples terremotos que azotaron Santiago a lo largo de la historia pudieron con el tesoro, que se luce melancólico y hasta ignorado en distritos como Bella Vista (de intensa actividad nocturna), Italia (de restaurantes y tiendas de diseño), Lastiarra (neoclásico como los referentes del centro), Yungay y Brasil. Estos dos últimos, tan populares y genuinos con sus viviendas arcaicas y modos de pueblo, ofrendan verdaderas caricias al alma del viajero. 4) Naturaleza al toque: ya se habló líneas arriba sobre lo asombroso que resulta que una metrópoli de seis millones de habitantes respire al lado montañas bestiales, las de la cordillera. Semejante fenómeno hace que los lugares de interés natural vivan muy, pero muy cerquita. Un imposible posible. Entre los sitios con los que deleitarse de veras, destaca la región del Cajón del Maipo (Rosario de pueblitos que inicia ni bien se acaba el ejido urbano, entre quebradas, ríos, paz, caminatas y hasta baños termales), los centros de esquí de Farellones, El Colorado, La Parva y Valle Nevado (a apenas 40 kilómetros de la ciudad y a más de 3.300 metros de altura sobre el nivel del mar), el santuario Yerba Loca (con caminatas a minutos del centro) y el Santuario de la Naturaleza (en realidad, hay muchísimos rincones más). 5) Cultura muy viva: la cultura de chilena, tan rica y revolucionaria, de cuecas y sopaipillas (especies de tortas fritas elaboradas con zapallo), de poesía y fútbol, de Víctor Jara y terremotos (típico trago hecho a base de vino tinto y helado de ananá), palpita en cada esquina de Santiago. La pintura es un primor. Con todo, poco de ello se ve en la multiplicidad de museos y centros culturales que invaden la ciudad. Lugares en los que uno puede pasarse varias horas, aprendiendo sobre el esplendoroso arte y la interesantísima y fatídica historia de la hermana nación. Al respecto, hay que poner el ojo (y los pies, y las manos, y el corazón) en emprendimientos notables como el Centro Cultural Gabriela Mistral (ayer búnker de militares al poder), el Centro Patrimonial Recoleta Domínica (otrora convento), el Centro Artesanal Pueblito Los Dominicos, los museos Histórico Nacional y Nacional de Bellas Artes y el muy loado Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (impresionante edificio donde las atrocidades cometidas por el gobierno de Pinochet y sus aliados se explican con maestría). Más sobre la idiosincrasia trasandina se puede absorber en foros públicos como el precioso Parque del Bicentenario, el Mercado Central y las sedes de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica. MINIGUIA Ubicación: centro de Chile. Distancias: 950 kilómetros al oeste de Villa María. Población: 6 millones de habitantes (contando el área metropolitana).

INVENTARIO/Santiago de Chile

Escribe Pepo Garay ESPECIAL PARA EL DIARIO

1) El centro y sus encantos: ninguneado por varios “expertos” en turismo, el centro de Santiago de Chile acoge cantidad de sitios de enorme interés para el viajero. El pujante y animado casco urbano de la capital del país trasandino late al tempo de la popularmente conocida como La Alameda, avenida madre en torno a la cual se acomodan las principales joyas arquitectónicas.

En ese sentido, sobresalen entre muchas otras preseas el Palacio de la Moneda (sede de Gobierno, donde el por entonces presidente Salvador Allende se suicidó ante la inminencia del golpe militar de 1973), la Biblioteca Nacional, la Catedral Metropolitana (uno de los tantos templos de fuste), la preciosa y renovada Plaza de Armas, las plazas de la Constitución y de la Ciudadanía (pegadas a uno y otro lado de la ya citada Moneda), el Edificio de Correos y el ex-Congreso Nacional.

2) Cerros que acarician el asfalto: pocas metrópolis del mundo comulgan tan bien con las montañas como lo hace Santiago. La majestuosa cordillera de los Andes se contempla vecina desde varios puntos del mapa y son sus “hijos” los que directamente abrazan al entorno de rascacielos y avenidas fervientes.

Es el caso del cerro Santa Lucía y sobre todo el cerro San Cristóbal. El primero reposa directamente al lado de La Alameda, corporizando un paseo insólito en medio del trajín cotidiano. El segundo, mucho más grande y alto (alcanza más de 800 metros de altura), materializa un paseo único, ideal para mirar la ciudad y la cordillera de frente (con techos nevados buena parte del año) y no poder creer. Acompañan la propuesta cantidad de espacios célebres como el santuario de la Inmaculada Concepción (en la cima), el Zoológico y el gigantesco y muy verde Parque Metropolitano, por sólo nombrar algunos.

El San Cristóbal se encuentra a pocas cuadras de la Plaza de Armas, atravesando el río Mapocho. Se puede acceder a su cúspide a pie, en bicicleta (los ciclistas locales trepan la empinada y zigzagueante calle de a montones), en auto o a través del funicular.

3) Barrios con mucho patrimonio: realmente es admirable el patrimonio que resguardan, muy silenciosos, los barrios linderos al centro. Ni los múltiples terremotos que azotaron Santiago a lo largo de la historia pudieron con el tesoro, que se luce melancólico y hasta ignorado en distritos como Bella Vista (de intensa actividad nocturna), Italia (de restaurantes y tiendas de diseño), Lastiarra (neoclásico como los referentes del centro), Yungay y Brasil.

Estos dos últimos, tan populares y genuinos con sus viviendas arcaicas y modos de pueblo, ofrendan verdaderas caricias al alma del viajero.

4) Naturaleza al toque: ya se habló líneas arriba sobre lo asombroso que resulta que una metrópoli de seis millones de habitantes respire al lado montañas bestiales, las de la cordillera. Semejante fenómeno hace que los lugares de interés natural vivan muy, pero muy cerquita. Un imposible posible.

Entre los sitios con los que deleitarse de veras, destaca la región del Cajón del Maipo (Rosario de pueblitos que inicia ni bien se acaba el ejido urbano, entre quebradas, ríos, paz, caminatas y hasta baños termales), los centros de esquí de Farellones, El Colorado, La Parva y Valle Nevado (a apenas 40 kilómetros de la ciudad y a más de 3.300 metros de altura sobre el nivel del mar), el santuario Yerba Loca (con caminatas a minutos del centro) y el Santuario de la Naturaleza (en realidad, hay muchísimos rincones más).

5) Cultura muy viva: la cultura de chilena, tan rica y revolucionaria, de cuecas y sopaipillas (especies de tortas fritas elaboradas con zapallo), de poesía y fútbol, de Víctor Jara y terremotos (típico trago hecho a base de vino tinto y helado de ananá), palpita en cada esquina de Santiago. La pintura es un primor.

Con todo, poco de ello se ve en la multiplicidad de museos y centros culturales que invaden la ciudad. Lugares en los que uno puede pasarse varias horas, aprendiendo sobre el esplendoroso arte y la interesantísima y fatídica historia de la hermana nación.

Al respecto, hay que poner el ojo (y los pies, y las manos, y el corazón) en emprendimientos notables como el Centro Cultural Gabriela Mistral (ayer búnker de militares al poder), el Centro Patrimonial Recoleta Domínica (otrora convento), el Centro Artesanal Pueblito Los Dominicos, los museos Histórico Nacional y Nacional de Bellas Artes y el muy loado Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (impresionante edificio donde las atrocidades cometidas por el gobierno de Pinochet y sus aliados se explican con maestría).

Más sobre la idiosincrasia trasandina se puede absorber en foros públicos como el precioso Parque del Bicentenario, el Mercado Central y las sedes de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica.

 

MINIGUIA

Ubicación: centro de Chile.

Distancias: 950 kilómetros al oeste de Villa María.

Población: 6 millones de habitantes (contando el área metropolitana).

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