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“Llevamos a escena tanto el amor como el dolor de Frida a Rivera”

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“Llevamos a escena tanto el amor como el dolor de Frida a Rivera”
Guerra es Diego Rivera, Patricia Baca Urquiza es Frida y Magalí Baratini es Cristina, hermana de Frida

Entrevista – Maximiliano Guerra y Patricia Baca Urquiza conversan sobre la llegada de la puesta “Fenómena Frida”

El domingo próximo a las 21.30 se montará la obra coreográfica en el Teatro Verdi. Los bailarines interpretarán a Frida Kahlo y Diego Rivera dirigidos por Marlen Puello, creadora del Cuba Ballet. También participará Magalí Baratini

Dos años atrás, los prestigiosos bailarines Maximiliano Guerra y su mujer Patricia Baca Urquiza presentaron en el Teatro Verdi la destacada puesta “Quereme así… piantao”.

Caracterizada como los reconocidos pintores mexicanos posó la pareja de bailarines

Se trataba de un homenaje explícito al compositor de tangos Horacio Ferrer, pero también se erigía como un cálido tributo a la historia de amor que había forjado el letrista de “Balada para un loco” junto a la artista plástica Lulú Michelli, quien también formaba parte del espectáculo como narradora en cuerpo presente.

El próximo domingo a las 21.30, Maximiliano y Patricia regresarán a la sala mayor de nuestra ciudad para montar otra historia enlazada entre dos hacedores culturales; esta vez, ambos dedicados al arte visual y reconocidos desde hace décadas a nivel mundial tanto por sus célebres obras como por sus tormentosas vidas privadas.

 

Baca Urquiza: “Frida sufrió el dolor corporal y el dolor del alma”

Marlen Puello, directora de la puesta, junto a Guerra en la presentación de la obra el año pasado

En diálogo con EL DIARIO, Baca Urquiza (en primer lugar) y Guerra adelantaron buena parte de la puesta que tendrá como personajes centrales a Frida Kahlo y Diego Rivera en el montaje coreográfico denominado como “Fenómena Frida”.

-¿Cómo surgió este proyecto, dado que venían de hacer un gran espectáculo sobre la vida y obra de Ferrer con música en vivo y ballet incluido?

-En realidad, la idea, la dirección y la coreografía nace de Marlen Puello, es una cubana que vive en Estocolmo y que también residió en Argentina. La conocimos hace dos años cuando nos invitó a ir a su escuela y trabajar con el Cuba Ballet de Rosario. El verano pasado quedamos en vernos y ahí nos dijo que quería hacer algo con nosotros, algo actual. Hasta que se le ocurre hacer Frida, que yo la encarne y que Maxi haga de Diego. Quería plasmar en escenario esa dualidad que tenían ellos en escena. Para ello, se sirvió de un guión histórico donde colaboró Patricia Cuaranta, una antropóloga de Rosario. El proceso fue maravilloso e intenso. Estudiamos muchísimo al respecto. Me vi todos los documentales, leí los libros que había de ella, me leí sus diarios personales. Era una mujer muy fuerte, muy valiente, que sufrió mucho sobre todo, con su cuerpo, luego del accidente de tranvía que tuvo cuando era chica. Dado que no podía prácticamente moverse, ahí comienza a pintar. Los padres le colocan un atril, le proveen pinceles, paleta y un espejo. Comienza a pintar autorretratos de sus sentimientos y de su realidad, lo que le pasaba. Es un caso muy especial como artista y como persona. Que pueda transformar su dolor y su realidad, que lo haya podido volcar en arte. Otra persona en esa situación se hubiese deprimido. Al tiempo conoce a Diego Rivera y muy humildemente le va a mostrar sus pinturas. El ya era el gran artista, reconocido por sus murales. El le reconoce su talento y la presenta a la sociedad como una artista azteca. La arma como una especie de Frankenstein, con sus vestimentas típicas, pero le da cierta jerarquía. El le valora que no pinta sueños, sino que “pintás lo que sentís”, como le dice.

-¿Y esa transformación de Frida se plasma en la puesta?

-Sí, por supuesto. Se exhiben los conflictos también. Ella sabe que él es infiel y le pide por favor que no siga. El le contesta: “Puedo ofrecerte lealtad, pero no fidelidad. Mientras estés conmigo será así”. Al principio lo acepta, pero luego no lo puede tolerar. Entonces, además de los dolores corporales, el tema de que no puede tener hijos porque queda estéril tras el accidente, tiene una pierna más corta que otra, ahora debe lidiar con el dolor en el alma. Ella también tenía sus historias, ojo. Pero ese pacto de amor de pareja abierta le cuesta sostener. Incluso, su médico personal cuenta que cuando peor estaba Frida, cuando más dolores sentía, era cuando se peleaba con Diego.

-¿Y Magalí Baratini qué rol cumple en el espectáculo?

-Ella hace de la hermana menor de Frida, Cristina. Ella es fértil, más femenina y necesita siempre la aprobación de Frida. Llega un momento donde Frida le propone a Diego si quería pintar a su hermana, sabiendo que era un riesgo tremendo porque todas las mujeres que pintaba Diego terminaban en la cama con él. Inconscientemente o no se la ofrece en bandeja, digamos, para intentar cortar definitivamente con él. Diego finalmente está con Cristina y allí se fractura la relación de pareja. Luego Frida tiene intentos de suicidio. Frida luego terminaría perdonando a Cristina, aunque no tanto a Diego. Por su parte, él la acompañó hasta el último día consiguiéndole enfermeras, medicinas, cuidándola en todo. En la puesta va a haber un final que ideó Marlen que es muy especial y por ello no lo voy a contar. Que sea una sorpresa.

-¿La obra es únicamente coreográfica o también se incluyen voces en off, imágenes?

-Es una obra dramática danzada a través de un lenguaje muy contemporáneo, muy actual, donde se mezclan músicas, silencios y ruidos interpretados por cerca de 16 bailarines en escena.

-Siendo una historia real y por momentos tan dolorosa, ¿les costó representarla en vivo?

-La verdad que no porque nos consideramos muy profesionales y no fue algo que surgió espontáneamente.  Leímos mucho de dónde vienen los personajes, nos circunscribimos a que Frida también nació junto a la Revolución Mexicana, por ejemplo. Y estamos muy bien dirigidos por Marlen. Es cierto que al ser personajes tan fuertes, cuando termina la función nos quedamos muy movilizados, en shock.

-¿Tienen planeado algún otro proyecto a la par de “Frida”?

-No, queremos vivir el aquí y ahora y disfrutar de esta puesta donde se suman cada vez más funciones.

-¿Quién tuvo la idea de poner “Fenómena…” al espectáculo?

-Fue Marlen. Es una palabra que en realidad no existe, pero remite a un fenómeno histórico por las artes plásticas y en el plano de lo humano, como mujer puntualmente.

 

Guerra: “Talento sobra en el país, cuestan las distancias”

“Es muy interesante habernos metido a interpretar una de las primeras parejas que pudimos conocer que se declararon como pareja abierta, donde podía haber infidelidades que no las tomaban como tales, al menos al principio. Plasmar la vida y el dolor de ellos desde la danza es alucinante”, comentó Maximiliano Guerra desde el otro lado del teléfono.

-Frida ha sido considerada, aunque no en su mayoría, desde algunas perspectivas del feminismo. ¿Lo tuvieron en cuenta en ese sentido al montar la obra?

-No fue el punto principal de la propuesta, pero sí entendemos que fue una revolucionaria. Fue la primera mujer que pudo exponer en el (Museo) Louvre de París y la primera cuyos cuadros empezaron a venderse al mismo precio que a los hombres. Además, representaba su pueblo con sus vestimentas, sus formas, sus pinturas, ante las sociedades más ricas. Era contradictorio también que siendo una mujer tan frágil, tan destruida por dentro, haya sido tan fuerte a la vez.

-Te quería preguntar por el espectáculo anterior, dedicado a Ferrer. ¿Qué pudiste rescatar de esa puesta?

-“Quereme así… piantao” también tuvo que ver con otra pareja de artistas. Ella artista plástica, él compositor. Fue muy lindo poder recorrer todo Córdoba con esa historia. Aunque ya sabés cómo somos los artistas. Eso ya está guardado en un cajón y en algún momento vuelva. Pero por ahora estamos enfocados en “Frida”.

-Patricia recién decía que no tienen otros proyectos en mente, ni televisivos ni escénicos.

-Vamos a hacer una obra por año, únicamente. Y, por supuesto, seguiremos apostando a nuestra escuela en Buenos Aires y a dar talleres magistrales en el interior del país.

-¿Habrá una posibilidad de hacer alguno en Villa María?

-Sí, el domingo a la mañana vamos a brindar una charla, antes de la función (N. de la R.: Guerra no conocía bien los detalles de dicha propuesta).

-Dado que recorren tanto Argentina, ¿ven que hay una formación sólida en los nuevos bailarines?

-Mirá, a nuestro país siempre le pasó lo mismo, talento sobra, pero las distancias son muy lejanas. No es fácil moverse para los chicos, para las familias, cuando son chicos para que tomen clases. En Córdoba capital estamos haciendo un proyecto muy bueno. Vamos tres veces al año, damos tres o cuatro clases por fin de semana y a fin de año montamos una obra. Pero es muy complejo para alguien que vive lejos llegarse. Por eso, decidimos ir nosotros a los lugares cuando llevamos una obra. Además hay que estar constantemente actualizado con las nuevas técnicas, lo que se surge como novedoso en todo el mundo.

-¿Y cuál es el estilo o la técnica que está en boga actualmente?

-La base siempre es la danza clásica. Quien baila clásico puede hacer de todo. El que hace solo contemporáneo o danza-teatro, estoy seguro de que no puede bailar clásico. En cuanto a lo nuevo, nuestra  obra “Frida” es de vanguardia porque se nutre de lo que se está enseñando o mostrando en el norte de Europa, donde surge todo. Allá está Marlen y por eso tenemos ese acceso.

Juan Ramón Seia

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