Como exposiciones finales, las alumnas Macarena Galiano y Magalí Sartori exhibieron trabajos sobre los valores perdidos y el retroceso de los juguetes infantiles de antaño
El viernes por la noche se llevó a cabo la inauguración de una muestra simultánea a cargo de dos alumnas de la cátedra de “Producción Artística”, correspondiente al cuarto año del Profesorado en Artes Visuales de la Escuela de Bellas Artes Emiliano Gómez Clara.
En el hall de entrada del establecimiento se instalaron sendas exposiciones: “Wabi Sabi”, de Macarena Galiano, y “Homo Ludens”, de Magalí Sartori, coordinadas por la profesora Malena Casasnovas.
El trabajo de Macarena son diversas cajas objeto con imágenes simbólicas construidas con la técnica de “paper cutting”: capas de papel recortadas con bisturí. Las imágenes representan los diferentes valores que, según la autora, se han perdido en la sociedad. “Wabi Sabi” es un término japonés cuya interpretación más fiel podría ser “encontrar la belleza en la imperfección”.
Juguetes infantiles
En tanto, Sartori presentó una serie de esculturas en altorrelieve donde planchas de metal desplegado simulan ser torsos masculinos y femeninos o partes de un cuerpo como manos o pies.
Dentro de cada escultura se depositaron cientos de juguetes infantiles, la mayoría relacionados con el lugar donde fueron insertados (juegos de mente en la cabeza, pelotas en los pies).
El proyecto se erige como un llamado de atención ante el avance inusitado de los juegos virtuales y tecnológicos por sobre los analógicos o manuales.
“Están comprobados todos los efectos negativos que tienen los juegos en pantalla en los niños de corta edad”, indicó Magalí quien realizó una investigación anterior a la muestra.
Vale señalar que los juguetes recolectados para la ocasión serán donados a un comedor infantil o copa de leche, cuando se desarme la exposición.
Como curiosidad, Sartori eligió titular todo su trabajo en latín (“Homo ludens” significa “Hombre que juega”), al igual que el autor italiano que tiene su mismo apellido, Giovanni Sartori, en su célebre “Homo videns”.
