Escribe Luciana Pino (*)

Es la primera judoca y la primera mujer argentina en lograr una Medalla de Oro. Fue la primera en Beijing en darle una medalla a nuestro deporte. Siento una felicidad absoluta; yo la vi desde que tenía 18 años, y sigue siendo tan humilde y teniendo esa grandeza que mostraba de chiquita.

Era la más liviana en cada competencia y ya se notaba que iba a llegar. Ponía mucho corazón para llegar a lo que ha logrado en toda su trayectoria.

Conozco a toda esta generación porque he tenido la posibilidad de compartir campos de entrenamientos con ellos y “Peque” se lo merece más que nadie, por cómo es como persona, deportista y judoca, por donde lo mires. Es humilde y transparente. Una pequeña gigante.

Recuerdo en 2008, que fue la última vez que entre con ella, yo era sparring de ella que se preparaba para el Mundial, previo a los juegos de Beijing. Entrenábamos con la selección cubana y ella me pedía disculpas para tirarme al tatami.

Tiene una grandeza y su ejemplo lo uso con mis alumnos. Ella dice “hay que salir a ganar siempre, si el otro es mejor, que le cueste ganarte”. Eso la llevó a ser la número 1.

La gente la conoce y la quiere en todo el país. Y es un gran ejemplo. Se recibió de médica, yendo a los entrenamientos y a los torneos con sus libros, porque así se preparaba para los exámenes.

Es la primera mujer en ganar un Oro para nuestro país y es un orgullo que sea judoca.

(*) Es profesora de judo del Central Argentino.