Pintora y docente

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Pintora y docente

El año próximo pasado se cumplieron cien años del nacimiento de la pintora Marina González, hubo quienes, como Sebastián Borghi, propusieron recordarla mediante una gran exposición que reuniera parte de su obra. Quién sabe qué circunstancias imposibilitaron ese homenaje, pero nunca es tarde, para quienes gustan de las cifras redondas, este año se cumplen 50 años desde el momento que asumiera la Dirección de la Escuela Provincial de Bellas Artes Emiliano Gómez Clara. Quizás pueda reunirse gran parte de la obra de esta mujer para, en una muestra homenaje, ponerla a consideración de las nuevas generaciones

Escribe: Jesús Chirino

Flores de óleo

Nacida el 15 de mayo de 1916, en Villa María, Marina Hortensia González de Lucchini fue una destacada integrante de la gran pléyade de artistas que esta ciudad dio en el siglo XX. Angel Terencio Lo Celso en su libro «50 años de arte plástico en Córdoba» dice que su obra se caracteriza por «un excelente oficio y dominio de las formas naturales» y que sabía «trasladar al cuadro las gamas de su ensoñación» a la vez que perseguía «empeñosamente la manera expresiva» para luego agregar que «teniendo en cuenta la distinta posición espiritual en que se hallan sus pinturas y el observador… y así nace un fructífero diálogo entre la tela y el contemplador de la misma. La impresión adquiere eficacia artística». El mismo autor destaca que en sus cuadros puede observarse una «paleta con tonos que vibran con sus notas justas, dibujos serios y formas armoniosamente logradas que transfiguran lo verdadero en una realidad poética…» allí, según Lo Celso, se encuentran los mejores atributos de esta pintora. Si no conocemos la obra de esta plástica villamariense, todas estas palabras pueden parecernos cargadas de excesos, pero bastará tomarnos el tiempo necesario para contemplar alguna de sus producciones y entonces notaremos su riqueza artística. Incluso, es muy probable, que al mirar algunos de sus cuadros acordemos con lo señalado por uno de sus maestros, Francisco Vidal, cuando dijo «no hay nadie en Córdoba, que pinte flores como ella».

La calidad de la obra de Marina es de gran trascendencia aunque, quizás, su valoración social ha sido relativizada por una cuestión de género. El pintor José Luis Bié, en oportunidad de que la villamariense expusiera en la Galería Giaroli de Córdoba, en 1981, escribió que «después de los excesos plásticos y de proyecciones exageradas de la sensibilidad, mirar la pintura de Marina González de Lucchini, es como un retorno a las fuentes, donde se respira el saludable acento de la gracia. La expresión pictórica de esta muestra está fuera de las clasificaciones, de los ismos, para ubicarse en la estética intemporal de la naturaleza, traducida en lenguaje cromático». Luego pasa a ubicarla dentro del «concierto plástico conocido» diciendo que se la puede situar dentro de «un moderado realismo expresionista, que conserva ciertos matices de la mejor tradición dejada por el impresionismo».

 

Formación y muestras

Comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad, entonces dirigida por Antonio Arborio. Desde el inicio se destacó de tal manera que reconocidas figuras del quehacer artístico local, como el caso de Fernando Bonfiglioli, convencieron a sus padres para que la hicieran estudiar en la capital provincial. Es así que llegó a la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. Figueroa Alcorta, donde se tituló como profesora de dibujo y pintura. Luego, en la misma ciudad de Córdoba, durante 1942 y 1943 fue docente en el Liceo Nacional de Señoritas, anexo del Colegio Nacional Deán Funes. Desde el 43, hasta el 53, trabajó en las aulas del Colegio Nacional de Villa María. Cuando termina allí y a lo largo de un decenio dirigió el taller particular Fernando Fader para después ejercer la docencia en la Escuela Provincial de Bellas Artes Emiliano Gómez Clara. Entre 1960 y 1964, según Lo Celso, en esa institución fue profesora de «pedagogía del dibujo, pintura» y también dictó la asignatura «dibujo» y, a partir del año 1967, ejerció como directora de esa prestigiosa institución educativa.

Pero más allá de estos ámbitos formales de trabajo, Marina también tuvo una intensa actividad relacionada con la cultura de la ciudad. Puqui Charras escribió: «La ciudad por la que trabajó incesantemente y en forma gratuita, ya fuera integrando comisiones de cultura, entregando sus conocimientos a quien se lo pidiera o como jurado, habituada a juzgar hechos artísticos exaltando los valores de la plástica local o provincial. Por eso la ciudad le rinde homenaje a su obra y calidad humana».

Marina expuso su obra en diferentes latitudes, entre otros lugares podemos citar exposiciones individuales y colectivas realizadas en Santa fe, Rosario, Bell Ville, La Calera, Buenos Aires, Mar del Plata, San Francisco, Mendoza y Villa María.

La Casa de la Moneda de la Nación reprodujo, en uno de sus billetes, la obra de Marina González denominada «Terraza». También participó, según lo relata la referida Charras, de encuentros realizados en Estados Unidos y Alemania.

Obras suyas se encuentran en el Museo Fernando Bonfiglioli de Villa María, también en salas de Río Cuarto y de Curuzú Cuatiá, como así también en colecciones particulares.

Falleció durante la mañana del 5 de mayo de 1985 a la edad de 69 años, víctima de un aneurisma cerebral. Su deceso se produjo en el Hospital Italiano de la ciudad de Córdoba, tras quince días de dolencia. El artículo que en aquella oportunidad publicó EL DIARIO para dar conocer la triste noticia dice que «su última inquietud, junto a un grupo de amigos entre los que se encuentra la hija de Fernando Bonfiglioli, era formar una comisión que sin relacionarse políticamente con el gobierno, trabajara para rescatar al Museo de Bellas Artes del ostracismo en el que se encuentra actualmente». Tanto una sala del Museo Bonfiglioli como un pasaje del Barrio Lamadrid, llevan su nombre. La sala del museo fue designada mediante Ordenanza 2.233, en tanto que el pasaje, entre Presbítero Pablo Colabianchi y Periodistas Argentinos fue nombrada por la Ordenanza municipal 2.519 fechada el 14 de abril de 1988. Estos homenajes han sido más que merecidos, como lo sería una gran muestra que permitiera acceder a su vasta obra que supo recoger numerosos premios que surgieron luego del escrutinio de prestigiosos jurados.

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