

José María Muscari es un director y dramaturgo provocador por naturaleza. Puede abordar un drama clásico como “La casa de Bernarda Alba” (con algunas críticas por su reversión) o internarse en la comedia ligera bordeando, más bien regodeándose, en el kitsch. Con cierto entusiasmo almodovariano, el director reunió a vedettes de los años 80 y tempranos 90 para montar una obra de gira nacional donde las protagonistas se recrean a sí mismas. En la era de los límites difusos entre realidad y ficción, la pieza empalaga con referencias de antaño, buscando la necesaria complicidad con el público (en este caso, mayoritariamente femenino).
Identificándose con el realismo televisivo efectista más que con la tradición revisteril, las actrices supieron encandilar a los plateístas, a medida que aparecían en escena una tras otra. La comidilla era inferir los comentarios suscitados entre las butacas: “Mirá cómo está tal”, “qué se habrá hecho aquella”, “los ratones que habrá despertado en su época”.
Un punto interesante resultó el pasaje en el cual criticaron a las figuras de la actualidad, distanciándose en el hecho de que “antes tal vez nos consideraban un objeto, pero nosotras hacíamos otras cosas más para que no fuéramos solamente eso”.
Entre las más aplaudidas estuvieron Beatriz Salomón, Silvia Peyrou, Noemí Alan, Adriana Aguirre, Luisa Albinoni, Patricia Dal, Sandra Smith y Mimí Pons.