
Escribe Iván Wielikosielek ESPECIAL PARA EL DIARIO
Hace dos años que el rosarino Gonzalo Vega está radicado en Villa María. Su interés por documentar temas locales resalta especialmente a la hora de enfocar la movida rockera. Aquí, una ventana abierta a su galería más sentida

por Vega
La Rolling Stone publicaba hace poco tiempo una nota con los fotógrafos que documentaron el “under” neyorquino en los 60. Patty Smith, Lou Reed, Bob Dylan, Leonard Cohen y Janis Joplin aparecen en los fotogramas de sus primeros conciertos importantes. Si dentro de medio siglo la “Rolling Stone” o cualquier otra revista especializada decide mostrar la movida rockera villamariense, sin dudas deberá echar mano al archivo de Vega.
Radicado en la ciudad en 2014, Gonzalo ha documentado varias noches de guitarra eléctrica a orillas del Ctalamochita, empezando por bandas locales (Motor Blues, Sopló el Fantasma…) hasta grupos de relevancia nacional (Massacre, Pez, Amarita Mucaria o Cabezones). Sin embargo, muy a pesar de su amor por el género que también cultiva, el artista rosarino confiesa que “más que pasión por las bandas, lo que siento es pasión por documentar”
“¿Te imaginás cuando esos músicos les muestren esas imágenes a sus hijos? Para mí será un orgullo tremendo el haber contribuido a ese álbum”, comenta.
La pasión de Vega por la fotografía documental empezó en 2013, cuando se embarcó junto a la organización no gubernamental “Fundación SOS Aborigen” al Impenetrable Chaqueño. Allí no sólo registró la vida cotidiana de tobas y wichís, sino que también dio cursos de fotografía en escuelas rurales y colaboró con el reparto de mercaderías.
En Villa María, Vega se ha interesado por fotografiar varias temáticas, como los circos de paso, los clubes de bochas y el quehacer de los areneros. También el Hipódromo, el verano en la tercera edad y el que hasta ahora es su último trabajo, las “Personas Anónimas”.

El rock en mi forma de ser
Pero volviendo al rock, le pregunto a Vega por su visión de la movida “subterránea” local. “La veo complicada porque no hay muchos lugares para tocar con relación a la cantidad de bandas. Además, hay un serio problema de horarios. Acá el público llega a las tres de la mañana a un show donde tocan cuatro bandas ¿Y a qué hora terminás largando? El problema es que a las cuatro de la mañana los vecinos se quejan por el volumen y con razón. Acá ninguna banda quiere arrancar antes porque no hay gente. Y esa modalidad no favorece a los músicos ni a los que llegan temprano al concierto. En cuanto a los tratos para con los músicos, debo decirte que generalmente son abusivos. No te dan ni un vaso de agua, los empresarios ¡Y encima le tenés que dejar el 40% de las entradas!”.

En lo estrictamente musical, el fotógrafo señala que “a las bandas las veo muy bien y con muchos proyectos y eso es muy bueno”.
“Noto que donde los artistas se encuentran más libres es en el ‘under’, porque desde ahí no tenés que acatar lo que te impone el mercado. El ‘under’ es el movimiento más auténtico, y en la ciudad hay bandas que hace rato patearon el tablero de lo comercial para apostar a lo creativo”, afirma.
Para una Rolling Stone del futuro o los historiadores villamarienses del mañana es que Gonzalo Vega ha sacado estas fotos, haciendo pestañear su obturador en esas noches en las que, a la luz de su cámara, ya son pura poesía retro en blanco y negro.