
Respecto a los episodios en puertas de boliches, dijo que muchos casos no se denuncian. También advirtió que hay una juventud que se subleva a todo lo que es autoridad

El abogado penalista Eduardo “Tati” Rodríguez dijo que es necesario un replanteo de la formación policial, remarcó que esa función consiste en una vocación de servicio e indicó que hay muchos casos de agresiones de policías a ciudadanos que no se denuncian.
Fue en el marco de una entrevista con EL DIARIO. Al ser uno de los abogados con más actividad en la faz penalista de la ciudad y al representar a la familia de un adolescente que semanas atrás denunció a un policía por un violento ataque en la puerta de un boliche, fue consultado sobre los repetidos incidentes entre efectivos y jóvenes.
“Creo que es un problema de juventud, de los dos lados. Desde la Policía hay un error desde alguna política porque se ha pretendido incrementar el número de efectivos pero con una leve instrucción, lo que deriva en que no se preste un servicio de seguridad de calidad. Entonces van a hacer su trabajo sin experiencia en el trato con la gente. Por ahí saben investigar, manejar un arma, pero no saben sobre trato social, el vínculo cotidiano con la gente. Muchas veces se creen que el uniforme los autoriza a estar un escalón por encima de un ser humano común y corriente”, señaló el letrado.
Por otro lado, indicó que “tenemos una juventud de 15 a 25 años que se ha criado con una vieja tapa de la revista Gente que decía ‘Maldita Policía’ y entonces se ha perdido el respeto a la autoridad. Tienen una actitud muy desafiante con todo lo que es el orden público, con Policía, Tribunales, docentes. Hay una especie de sublevación a todo lo que es autoridad que creo que está mal entendida”.
Entonces, “cuando chocan esas dos cosas en la puerta de un boliche, la gresca es la única salida porque el policía se cansa de sacarlos 10 veces de la cola o porque sin razón se los saca de la cola cuando están por entrar a una disco”.
Rodríguez dijo que en ocasiones “los pibes optan por no hacer ninguna denuncia porque el próximo fin de semana vuelven al mismo boliche y está el mismo policía, entonces dejan pasar lo sucedido por temor a no poder disfrutar de una vida normal. No creo que se trate de persecución policial porque eso está bastante controlado, pero como los policías hacen adicionales y van rotando, se los van a encontrar de nuevo. Por eso es valiente lo que hizo (Tobías) Giordano (el chico de 17 años agredido en la puerta de York, episodio en el que se acusó a José “Grillo” Roldán). Al papá se lo intentó hacer desistir de la denuncia, pero él no aceptó porque es padre”.
En todo este marco, el entrevistado recalcó que “la diferencia entre policía y bombero es que el policía cobra un sueldo, pero también es una vocación de servicio. Si entrás a la Policía por una necesidad de trabajo, tarde o temprano te vas a equivocar. Es como lo de José López (el exfuncionario del kirchnerismo que días atrás fue encontrado arrojando miles de dólares en un monasterio). La función pública en la política es una vocación de servicio. Hay tipos como Miguel Veglia, que entró y salió del poder con lo puesto, y hay tipos que después de ocho meses de función pública no les alcanza el garaje para guardar todo lo que tienen”.
-Usted conoce a la Policía. ¿Son más los que tienen vocación de servicio o son los menos?
-Veo una camada de policías viejos, no de edad, sino de antigüedad, y las generales de la ley es que hay vocación. En las últimas tandas, en cambio, la vocación es la excepción. Hay pibes excelentes, que uno conoce, y a veces hasta de su propio bolsillo se compran los borceguíes, y otros a los que no les importa un pepino si están robando en la esquina.
-De lo que dice se desprende que tiene que haber un replanteo de la formación policial.
-Totalmente. Es muy corto un curso de seis meses para semejante función. Pensá que la sociedad pone la seguridad en manos de pibes que salen de la secundaria, toman dos cafés, hacen un curso de seis meses y tienen que actuar en situación de conflicto y de riesgo. Creo que no están capacitados. Hay que incluir algunas materias en la carrera policial, tiene que haber un abordaje desde lo psicológico, sociológico, más allá de saber disparar y conocer de códigos.
-En los últimos años se ha tomado conocimiento público de varios casos de agresiones policiales. ¿Qué sucede después? ¿Hubo sanciones o imputaciones?
-No tengo conocimientos estadísticos, pero sí sé de casos en que luego de un sumario administrativo se los exoneró y en algunos casos se los judicializó y condenó. Creo que una cosa es lo que ocurre con una persona detenida y, en ese sentido, hace mucho que no escucho que se golpee a un preso, y otra cosa es lo que ocurre en la calle y puedo decir que se han mantenido los conflictos por policías que golpean a particulares fuera del ámbito del edificio policial: en boliches, en procedimientos. No le encuentro el sentido de pegarle en la cabeza a alguien que ya está detenido en la vía pública, pero esas cosas a veces suceden y no se denuncian.
-Los sectores vulnerables son los que más lo sufren.
-Sí, hay una especie de persecución a la portación de cara.
-¿Esto se acentuó?
-No, creo que se mantuvo siempre. Hay como un estigma: andar con gorra, aros y manchado con cal y Pórtland es un merodeo en pinta.
-¿Cambió algo con el Código de Convivencia que remplazó al viejo Código de Faltas?
-Creo que no. Sí le dio una agilidad a la resolución. Quien es detenido sin razón suficiente, hoy encuentra un mecanismo para recuperar más rápido la libertad. Pero la modificación de las leyes no solucionan los problemas. La educación y el trabajo es lo que soluciona. El Código de Convivencia se aggiornó en algunas cosas pero el mal policía, que se lleva a alguien por portación de cara, modifique o no la ley, te va a seguir llevando siempre hasta tanto no lo eduquen.
-¿El Poder Judicial tiene cierto prurito en investigar a policías?
-Parte es un folclore y parte es cierto. Son dos instituciones que actúan corporativamente. Los policías, en lo penal sobre todo, son los ojos de la Justicia en la calle. Si vos le sacás uno de los ojos, puede que el otro se enoje y no colabore o, por lo contrario, que se esmere para no equivocarse. Pero también es parte de un folclore que no se ha comprobado.
La sociedad tiene que empezar a convivir de una manera más tranquila y tratar de incrementar la posibilidad del diálogo. No pueden solucionarse los problemas sociales en Tribunales ni tampoco a los tiros. El diálogo es el mecanismo y eso exige, por sobre todo, instruirse.