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Sin ayuda oficial ni pensión, el «trapito» pide que lo escuchen

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Sin ayuda oficial ni pensión, el «trapito» pide que lo escuchen
Maximiliano hoy requiere asistencia permanente y se ve imposibilitado de ganarse la vida, como lo hizo siempre

Sin poder trabajar por la lesión que le provocó el ataque de hace más de un año, Maximiliano «el trapito» Mercado, pide una audiencia con el intendente para explicarle lo que están viviendo él y su familia

Maximiliano hoy requiere asistencia permanente y se ve imposibilitado de ganarse la vida, como lo hizo siempre

Hiriendo de muerte al viento, más rápida que el tiempo
defendiendo cualquier argumento
No le importa si su destino es violento
Va tranquila, la bala, no tiene sentimientos
(fragmento de La Bala, de Calle 13)

 

Hace un año y diez días Maximiliano Mercado tenía el futuro en sus manos. Era un trabajador a tiempo completo, porque asumía la responsabilidad de sostener a su familia integrada por su mujer y sus tres pequeños hijos. Había logrado con ayuda municipal y esfuerzo propio levantar las paredes de su casa en el barrio Evita.

Para sumar unos pesos, siempre necesarios para la economía familiar, trabajaba para Federación Mercantil cuidando coches durante las noches del Festival. Esa, la del 9 de febrero de 2016, era la última. Una multitud estaba dentro del Anfiteatro escuchando a Ricky Martin. Eran las 23.30 y poco faltaba para terminar la jornada que cumplía en la calle Echeverría al 300, de barrio Parque.

Desde las sombras, alguien lo miró y apuntó: seis disparos bastaron para que el agresor se retirara del lugar, dejando a Maximiliano, el joven que tenía el futuro en sus manos, con una bala atravesándole el pulmón y la otra, tirada en el suelo después de rasgarle la cara. El resto no dio en el blanco.

Fue un minuto, tal vez dos, los que torcieron para siempre el rumbo de Maximiliano. Justo él, quien no quiso involucrarse nunca en la guerra por las drogas que se vivía en su barrio, quien eligió la religión para fortalecerse y apostó todo su esfuerzo a la familia. Justo él, estaba tirado en el suelo atravesado por las balas asesinas.

Hoy, Maximiliano, el «trapito», como se lo conoció tras aquella noche, recibe a EL DIARIO en su casa del barrio Evita, movilizándose hasta donde su silla de ruedas le permite y dependiendo del cuidado de su mujer, la abuela y la madre para sobrevivir.

Ya no puede trabajar, ni siquiera para arreglar la humedad de su casa. Piensa que el baño sin cerámicos ni azulejos es insalubre y se entristece al saber que no puede, pese a que antes se había ganado la vida como albañil, instalarlo él mismo. Y que tampoco puede contratar a alguien para que lo haga.

«Mi único ingreso real es la venta de helados acá en el barrio. No es mucho, pero por lo menos reunís 100 ó 200 pesos si hace mucho calor, para comprar la comida del día», dice.

Sin embargo, para vender helados debe tener el freezer encendido. «Me llegó una boleta de luz de 1.600 pesos y no la puedo pagar. Pedí a la gente del MuniCerca que viniera para hablar con ellos, para que me den una entrevista con Martín Gill y explicarle mi situación, pero no vienen. No sé qué vamos a hacer si me cortan la luz», dijo.

«Tampoco sé por qué no me escuchan en el MuniCerca de acá de Las Playas. Mi mujer antes retiraba mercadería y ahora le dicen que no hay», relató.

«Creo que si Martín me escuchara, entendería y haría que me ayuden. Pero no puedo llegar a él», dijo.

«Pienso que si me ayudaran para hacer una vez al mes una venta de pollos, o algo parecido para juntar dinero, me las podría arreglar. Pero no consigo nada», agregó.

Impotente por no poder arreglar él mismo el baño de su casa, solicita ayuda municipal

«Hay días que no tenemos para comer, me ayuda mi mamá, pero tampoco puede más. Tiene el sueldo reacortado porque me compra en la farmacia los parches y las cremas para que no se me hagan escaras, además de ayudarme siempre», dijo.

No está acostumbrado a pedir ayuda, porque siempre se ganó la vida trabajando.

«Hoy me siento atado. Mi mujer me tiene que ayudar para todo. Bañarme, ir al baño, todo. Y si sale ella, quedamos desatendidos con los chicos, porque yo no puedo hacer mucho, más que mirarlos. Ni siquiera puedo salir a hacer una compra. Lo intenté y me caí varias veces», expresó, mostrando el acceso de su casa, que es de tierra y que cuenta con una superficie irregular.

«Ahora empiezan las clases y tengo dos en el primario y ni un peso para las cosas del colegio», planteó.

Ya hizo los trámites para su pensión por discapacidad, pero inexplicablemente no llega. «Hace ocho meses me dijeron que está, pero no llegó nada», dijo.

También planteó un reclamo laboral ante Federación Mercantil. En ese punto, dijo que no tiene ninguna novedad: «Siento que me han abandonado, porque nadie se acercó. Yo creo que también es responsabilidad de la Municipalidad, porque ellos le dieron el estacionamiento a Federación Mercantil. Pero no vino nadie, creo -insistió-, que si pudiera hablar con Gill, me ayudaría».

Sus días pasan así, limitado a la movilidad de su silla de ruedas, con una insensibilidad total de la cintura hacia las piernas. «Por supuesto que no la paso bien, pero sé que tengo que superar esto que estoy viviendo. No puedo bajar los brazos porque ellos -señala a sus hijos- están primero. Los médicos me dicen que no voy a volver a caminar, pero yo sé que Dios me va a levantar», concluyó.

Hay poca educación, hay muchos cartuchos
Cuando se lee poco, se dispara mucho
El diálogo destruye cualquier situación macabra
Antes de usar balas, disparo con palabras
(fragmento de la misma canción citada al principio)

 

Cómo ayudar

Además de la ayuda oficial a la que por su condición, debe acceder por derecho Maximiliano Mercado, damos a conocer su teléfono para que, si algún vecino puede y desee aportar algo, pueda concretarlo.

Su número es 0353 -154111617.

Necesita…
– Mercadería.
– Utiles escolares (tiene tres hijos, uno de 3 años, uno de 6 y la nena de 9).
– También requiere permanentemente unos parches para evitar escaras. Se trata de un apósito marca Comfeel Plus, de 15×15 cc.
– Y una crema, Xylocaína Clorhidrato de lidocaína 2%.

 

Con tres imputados, la causa fue elevada a juicio por “homicidio en grado de tentativa”

Durante meses nada se sabía sobre los autores de los disparos que dejaron en silla de ruedas a Maximiliano Mercado. Fue él quien, con su reducida movilidad, se llegó a Tribunales para decir ante la Justicia que sabía quiénes eran, que lo habían confundido con un hermano con quien tenían disputas. Lo hizo ante el fiscal Daniel Del Vö, hoy jubilado.

Recién cuando asumió René Bosio en la Fiscalía de Tercer Turno de los Tribunales de Villa María se completó la búsqueda para dar con el paradero de todos los sospechados por el “homicidio en grado e tentativa”.

Se trata de Brian Cáceres, imputado por ser partícipe (se supone que conducía la moto en la que iba como acompañante el joven que disparó), Mauro Sandoval (imputado como autor de los disparos) y Darío “el Chilenito” Ruiz, sindicado como autor intelectual del hecho ocurrido el 9 de febrero de 2016.

La semana pasada, después de completar la investigación, el fiscal Bosio dispuso la elevación a juicio de la causa, por lo que la Cámara del Crimen dispondrá la fecha en que se inicien las audiencias para determinar si los detenidos son inocentes o culpables del atentado contra Maximiliano.

Los tres -junto a un cuarto imputado por otra causa junto a Ruiz-, están en la cárcel con prisión preventiva, esperando la fecha del juicio.

 

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