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Sólo el 28% del caudal de agua va a parar al río Ctalamochita

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Sólo el 28% del caudal de agua va a parar al río Ctalamochita
Funcionarios del Ejecutivo y el ingeniero José Malvica dieron los datos del estudio ayer a la prensa

El resto va a la zona rural, “salida natural” que tiene la ciudad. El municipio indicó que buscarán que el escurrimiento sea ordenado. En la actualidad, los loteos tienen que informar sobre cómo hacen el escurrimiento de agua

Funcionarios del Ejecutivo y el ingeniero José Malvica dieron los datos del estudio ayer a la prensa

Sólo el 28% del agua que cae sobre la superficie de la ciudad cada vez que llueve va a parar al río Ctalamochita en su paso por esta zona, el resto del caudal se dirige a la zona rutal.

Ese es uno de los datos más importantes que surgieron ayer en la oficialización del Plan Director de Desagües que el municipio elaboró y presentó ante la Provincia, a la espera del visto bueno. Se lo definió como “un marco orientador y planificador de corto, mediano y largo plazo”, pautado en 25 años.

Dicha propuesta viene a atender una de las problemáticas más importantes de la actualidad, surgida no sólo del cambio climático sino del crecimiento urbano descontrolado, como son las inundaciones.

El intendente Martín Gill enunció factores como el cambio en el clima, el volumen de agua caída en los últimos tiempos, la llegada de agua proveniente de otros lugares, la creación de loteos y la poca absorción del suelo. Precisó que el objetivo de este proyecto es lograr una “gestión integrada de recursos hídricos a través del manejo integral de cuencas”.

En el anuncio, el equipo mostró desde el aire cómo era la ciudad en 2003 y cómo está casi en el presente, en 2015. En la primera mancha urbana no se veía el crecimiento que tuvo la zona del Hospita Regional Pasteur, la de la ruta 158 en cercanías a la calle Francisco García, la del Vélez Sarsfield o el sector de la Estancia La Negrita.

Explicaron que la situación actual va tomada de la mano del “desarrollo de acciones reñidas con la planificación territorial”, el crecimiento no controlado de las superficies impermeables y la falta de espacio para el manejo eficiente de las aguas pluviales.

Indicaron que el impacto de las nuevas urbanizaciones son la impermeabilización del suelo, aceleración de escurrimientos, construcción de obstáculos a ese escurrimiento y la “artificalización” de canales naturales, así como también la contaminación de medios receptores.

El impacto de todo esto se ve en “menos espacios verdes en relación a zonas edificadas” y pavimento o cordón cuneta que colectan más agua. Y advirtieron que las acciones de cada ciudadano tienen un impacto colectivo.

De acuerdo a lo explicado, las medidas que se prevén adoptar para lograr el drenaje son estructurales, como la modificación del sistema hídrico, y no estructurales, que conviven con el sistema.

Entre las que se barajaron está el mantenimiento de la infraestructura existente, canteros de avenidas en subnivel, microembalses de regulación en nuevos emprendimientos, microembalses en sectores consolidados y pavimentos articulados.

De aprobarse por la Provincia, las decisiones a nivel domiciliario previstas son: obligación de almacenamiento de aguas, prohibición de vuelco directo a la calle y veredas con faja verde bajo nivel de vereda.

A nivel público macro, se pautaron “grandes conducciones, grandes embalses rurales y canalización a emisarios finales”. También, restricciones de uso.

En la ciudad hoy hay más de tres mil lotes a la venta, lo que advierte de un panorama que se complicará más. “Necesariamente cada construcción impermeabiliza el suelo, lo que acelera el flujo”, advirtió uno de los funcionarios ayer.

Teniendo en cuenta que el drenaje de las cuencas urbanas y periurbanas (6.065 hectáreas) se da en un 72% en cuencas de zona rural (al río Ctalamochita sólo el 28% del caudal, es decir 1.727 hectáreas), se dijo que “la salida natural de Villa María es la zona rural”. “El tema es cómo llegamos allí: hay que hacerlo sistematizados, ordenados”, indicó Gill.

En este orden entran en juego las lagunas de retardo, que retienen el agua para que luego tengan una salida moderada y controlada. En la actualidad hay tres, una en la zona de barrio Malvinas Argentinas, donde está el plan de las 400 Viviendas, otra más chica denominada Smitarello, en calles Salta y Seydell, de barrio Felipe Botta y otra que está en terrenos que pertenecieron a la familia Genovese en el Nicolás Avellaneda, al lado de una cava que es un basural descontrolado. Todas largan el agua luego hacia calle Buenos Aires, uno de los tres puntos de volcamiento que existen en el presente, además del que está en la zona de ACA Bio y el propio río.

Las tres lagunas “son muy chiquitas”, se admitió ayer. En el plan director se proyectan más, aunque no dieron un número, sino que aludieron a hectáreas necesarias con ese fin.

Cabe consignar que en su edición del 8 de enero, EL DIARIO anticipó que el Gobierno estaba trabajando en esta propuesta que anunció ayer.

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