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Un trabajo que dignifica

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Un trabajo que dignifica

Uno lleva 41 años trabajando en buloneras y el otro, tiene 10 años de antigüedad en una empresa metalmecánica. Valoran el trabajo estable y al gremio que da contención a los empleados del sector

“Siempre me gustaron los fierros”

Luis Curetti tiene más de 60 años y 41 de antigüedad como metalúrgico. Ingresó a trabajar cuando apenas tenía 19 años en una bulonera y hoy sigue haciendo el mismo trabajo.

“Han habido en estos 40 y pico de años muchos cambios, tuvimos épocas buenas y malas, pero trabajar siempre en el mismo lugar es bueno”, comenzó diciendo.

“Nosotros hacemos bulones con máquinas automáticas que ya había cuando empezamos a trabajar”, indicó.

Al inicio de su vida laboral “no había visto ni una máquina igual. Torno sí, porque había aprendido con un tornero, pero esto es otra cosa”, recordó.

“No me costó aprender, entré crudo, pero tuve gente que me enseñó y como siempre me gustaron los fierros, aprendí bien”, agregó.

Entiende que si bien, como todo empleo, tiene cosas buenas y malas “mientras sea trabajo, es bueno”.

Destaca como lo más positivo de su vida laboral el hecho de haber tenido siempre un empleo en empresas estables (trabaja en Bulonera Camps), “que siempre pagaron a término, lo que me permitió sostener a la familia, criar a mis hijos, mandarlos al colegio. En definitiva, todo lo que desea un trabajador”.

Lo que puede calificar como más adverso es el esfuerzo físico. “Es cansador, porque estás siempre de pie y con el paso de los años, el cuerpo te lo reclama, Yo ya tengo dolores en las articulaciones y otras afecciones, pero bueno, estamos de pie con 62 años”, señaló.

Cuando recibió el primer recibo de sueldo, no dudó en afiliarse a la UOM. Actualmente, está colaborando en el gremio “porque me gusta trabajar para el bien de todos. Siempre hay compañeros que necesitan de la obra social y de otros servicios”, concluyó.

Si tuviera que empezar otra vez, volvería a ser metalúrgico sin dudar.

 

“Me sedujo el oficio”

Alberto Pintado tiene 28 años y ya lleva 10 de antigüedad en una metalúrgica.

“Empecé sin tener idea, pero encontré mucho compañerismo en la fábrica (se desempeña en Industrias Cormetal) y ellos me enseñaron”, planteó. Hoy es supervisor de un grupo dedicado al armado de las bases de los semirremolques y acoplados.

“En estos diez años vivimos algunas recaídas, que coinciden con las crisis a nivel país. Pero al estar en una empresa estable, no lo sentís tanto”, planteó.

Así como encontró compañerismo en la fábrica, destaca que el gremio “es como una familia”. “Yo me afilié al día siguiente de entrar y acá en el sindicato, siento que estoy en mi casa”.

Su juventud le permite pensar en alguna otra alternativa, pero “no siento ninguna necesidad de pensar en otro trabajo. Entré sin tener idea y sin ser parte de una familia de metalúrgicos, pero me sedujo el oficio y hoy por hoy, me gustaría seguir trabajando ahí hasta jubilarme”.

No lo tienta la comodidad de una oficina. “Es cierto que pasás calor y frío, que en verano el pantalón de grafa que caracteriza a los metalúrgicos es caluroso, como así también el calzado de seguridad, pero me siento muy cómodo con mi trabajo”, planteó.

Además, destaca que en torno al empleo organizó su vida. “Me casé hace dos años y soy padre de una beba de cinco meses y creo que me va muy bien, porque el trabajo es digno y te permite sostener a la familia”, concluyó.

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