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En el nombre del arte y del amor

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En el nombre del arte y del amor

PROPUESTA/Casa Buffo

La Casa Museo Buffo es una joya de la arquitectura y de las ideas, emplazada en las afueras de Unquillo. Desde allí, convoca a viajeros curiosos y de alma encendida, quienes se pasean por las laderas de la localidad perteneciente al valle de las Sierras Chicas procurando explorar los detalles de este singular emprendimiento.

Rodeada de verdores, en los suspiros del paraje Los Quebrachitos (siete kilómetros al noroeste de Unquillo, 185 desde Villa María) la construcción hace las veces de capilla, de panteón y también de museo. Llegados a este punto, habrá que contar respecto a su historia, y así poder empezar a comprender los porqués de una obra así de sui generis.

Fiel a su creador

El inmueble fue levantado por Guido Buffo, pintor, escritor, músico, astrónomo y loco hermoso nacido en Italia, y que a finales de la década de 1920 se instaló en las sierras cordobesas. Procuraba encontrar, en la pureza del aire mediterráneo, la cura para la tuberculosis que iba consumiendo lentamente las vidas de su esposa Leonor y su hija Eleonora. Por desgracia, el antídoto no fue tal, y para el año 1941 ambas habían pasado a otras dimensiones. Desde entonces, Guido y su genio se pusieron manos a la obra, y para el año 1950 tenía listo este sentido homenaje a las dos mujeres de su vida.

Hay mucho de hechizo, de mística y de espíritu en esta casa de tonos blancos y celestes, donde lo primero que destaca es la estructura en sí misma. En la primera exploración, no dejan de sorprender la cúpula ojival, el campanario sin campana y una escalera que sube en curva, como un arcoíris. Aquello ya empieza a contemplarse desde la escalinata que conecta con su seno (35 escalones, uno por cada año compartido por Guido y Leonor como pareja) y que da cierto aire de conjuro. Ya de frente a la fachada, sobresalen unas notas de Beethoven (Ludwig Van, el mismísimo) y una oración de San Mateo.

Ya en el interior (se cobra entrada para ingresar), el visitante podrá apreciar el particular diseño arquitectónico del lugar y detalles entre los que hay que nombrar las pinturas que visten los muros (dedicadas a Dios, a Leonor, a Eleonora y a la creación), elementos personales de la familia (los tres descansan en una cripta, allí mismo) y obras nacidas de la creatividad como dibujos, cerámicas, escritos, acuarelas y hasta mapas.

En el centro de la escena, la estrella es el péndulo que copia al de Focault, y a través del cual, cuentan los guías, Buffo podía pronosticar los movimientos sísmicos de la zona. Regalos extras resultan la increíble acústica del lugar (a veces se desarrollan conciertos para un grupo muy reducido de personas) y la forma estudiada al detalle en que la luz ingresa iluminando los frescos (cada hora del día de manera diferente).

 

Cómo llegar

Desde Villa María hay que dirigirse a Unquillo (175 kilómetros aproximadamente,  esquivando Córdoba capital por la avenida circunvalación). Desde el centro de la localidad, emblema de las Sierras Chicas, basta llegar al final de la avenida San Martín (extremo norte) y doblar a la izquierda para tomar el llamado “Camino a los Quebrachitos” (o “General Belgrano”). Desde ese punto son unos siete kilómetros con rumbo noroeste.

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