Ayer en la ciudad de Córdoba murió Raúl “Pocho” Vargas, uno de los fundadores del Centro Filatélico y Numismático de la ciudad en 1951. Tenía 86 años

Lo entrevisté un 6 de mayo de 2008, justo para el Día Mundial de la Filatelia. Fue la primera vez que entré en su búnker repleto de álbumes. Ese día y con cerca de 80 años, me habló de la fundación del Centro Filatélico por “tres chiquilines” (Obdulio Arrieta, Evaristo Coria y él mismo, de los que por esos días sólo quedaba “él mismo”); luego de lo que sin dudas fue el “hito” de su vida, la consecución del primer sello postal villamariense para el Centenario de la ciudad, el 21 de septiembre de 1967. “Fuimos a Buenos Aires con Carlos Martín y Pedro Rinaudo. Nos abrieron la puerta de la Casa de la Moneda y al ver nuestro diseño, el presidente nos dijo: Quédense tranquilos, muchachos, el sello de Villa María es un hecho. A la vuelta nos reíamos como chicos”. Lo volví a ver en la Exposición Nacional de Filatelia en 2014, en el Centro Leonardo Favio. Estaba con su esposa “Cachi” y cuando le di la mano no me reconoció. El Alzheimer y las estampillas lo habían perdido. “Esto es extraordinario, extraordinario…”, repetía cuando le acerqué el grabador. Su voz ya estaba lejos. Ese día saqué una foto a todas las autoridades: don Carlos Martín y don Héctor Zanettini por la vieja guardia; y Gustavo Caffaro, Sergio Olivero y Germán Bicego de “la nueva”. Fue su última aparición pública. Yo aún me acuerdo de sus sellos de “Europa”, de su búnker y de aquella mañana de 2008 cuando me dijo casi con lágrimas en los ojos: “Quédense tranquilos muchachos, el sello de Villa María es un hecho”. Y ese pareciera ser su legado, la frase que a partir de hoy le dirá a la posteridad, a todas las generaciones por venir de esta ciudad que amaba y de la que nunca se fue.

Iván Wielikosielek