La empresa festeja su década en el rubro con nuevas inversiones, proyectos a largo plazo y promociones. Hoy cuenta con 20 empleados directos y va por más
El 16 de julio de 2007, los hermanos Rodolfo y José Barengo dejaban atrás el negocio de los techos de madera para meterse de lleno y oficialmente en las aberturas.
Fue un cambio de rubro que derivó en el nacimiento de Aberturas Barengo.
“Fue una buena decisión, pero un cambio importante”, comentó José. “Fueron dos años de charlas antes de largarnos, sin un estudio de mercado, nos pusimos a trabajar, nada más”, agregó Rodolfo.
Para cuantificar la magnitud de la empresa a una década de su creación, vale resaltar que hoy la empresa tiene 20 empleados directos, 12 indirectos y está a punto de agrandarse con la incorporación de nueva maquinaria que llegará desde Turquía para triplicar la producción en PVC, que derivará también en la creación de más puestos de trabajo. Además de la sucursal en Villa María, tienen dos puntos de ventas en Laboulaye y Jesús María, y “en 2020 queremos llegar a tener por lo menos 25 puntos de venta en un radio de 600 kilómetros”.
A su vez, no solo realizan trabajos en la ciudad y la región, sino “en casi toda la provincia” y “tenemos edificios hechos en Córdoba y en San Luis también”.
Luego de algunos intentos fallidos de ganar espacio en el mercado, lograron competitividad definitiva cuando incursionaron en las aberturas de aluminio. “No era una gran inversión la que necesitábamos, al poco tiempo nos dimos cuenta de que era más rentable que la madera”, dijo José. Así, la consolidación no demoró en llegar.
“En aluminio hay mucha competencia, hay muchos talleres, supongo que la gente confía en nosotros por la seriedad y porque cumplimos. Pero en 2011 anexamos las aberturas de PVC y en Villa María somos la única fábrica”, destacó Rodolfo.
“Los dos siempre estuvimos en la obra, desde que arrancamos a trabajar con nuestro padre. Todo el tiempo en contacto con gente de la construcción. Y cuando nos metimos a hacer aluminio, nos dimos cuenta de que el viejo nos había dejado un apellido confiable. Si Barengo decía que iba a hacer algo, lo cumplía; esa es la mejor herencia que puede alguien recibir”, ponderó José.
