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Construir con paja el sueño de la casa propia

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Construir con paja el sueño de la casa propia

La paja, el cáñamo y el lino no son sólo un asunto para los agricultores: esos materiales también pueden utilizarse en la construcción de viviendas desde la perspectiva de materias renovables

Los arquitectos Susanne Körner y Tilman Schäberle decidieron construir su casa haciendo uso de materiales alternativos y evitando, en la medida posible, los recursos tradicionales. ¿Cuál fue su ingrediente principal? Nada menos que fardos de paja.

Actualmente pocos lo saben, pero la paja “no sólo sirve como material aislante, sino también como parte constitutiva de una pared”, explica Schäberle. Su casa es un excelente ejemplo: las paredes que se encuentran en medio de las estructuras fundamentales, que son de madera, son de fardos.

“Desde ya, el trabajo que requiere la paja es mayor que el ladrillo”, admite el arquitecto. Pero añade que la paja es muchísimo más económica que cualquier otro material convencional.

Para Schäberle la ecología también fue un factor decisivo. “De todos los materiales de construcción, la paja es el que precisa el menor uso de energía primaria. Sólo necesita el diésel del tractor y el trabajo de los campesinos”. Además, continúa el especialista, “dadas sus características y la baja presencia de contaminación, genera un clima mucho más agradable en el interior de la casa”.

Para las partes estructurales el material elegido fue la madera, mientras que parte de las paredes del interior fueron hechas en base a barro, que absorbe la humedad del ambiente y la vuelve a liberar cuando el clima es seco.

Para el techo se puede optar por ripias de madera o por juncos, en tanto que el cáñamo, el lino, la lana, las fibras de madera y la paja pueden servir como aislantes, si bien los ingenieros sostienen que la calidad de aislamiento que ofrecen estos materiales no llega a igualar la de los materiales tradicionales como el poliestireno, un dato a tener en cuenta particularmente en zonas frías.

Sin embargo, el balance general de una vivienda construida con elementos ecológicos no suele diferenciarse mucho del balance de una construcción tradicional, ya que las materias primas renovables ofrecen otras ventajas.

Una de ellas es que contienen la humedad sin perder capacidad de aislamiento. Además, su capacidad de capturar Co2 es fundamental para el medio ambiente.

Sin embargo, y pese a todos estos puntos a favor, es imposible no utilizar algo de materiales tradicionales, que hacen aparición en particular en los sectores que tienen contacto con la tierra. Por ejemplo, la base de toda casa suele ser de hormigón.

Por otra parte, para el techo, Schäberle consideró que la mejor opción era tomar tejas, que no son del todo perjudiciales desde el punto de vista ecológico porque, si se las coloca bien, permiten prescindir de los folios aislantes.

Lo principal, opina Schäberle, es contar con la ayuda de personal especializado en este tipo de propuestas, ya que si no se trabaja con precisión, puede que al final haya que recurrir a los elementos de siempre.

La madera y la paja, ¿presentan un mayor riesgo de incendio? La respuesta es un rotundo “no”. Según diversos estudios llevados a cabo, el riesgo de que se produzca un incendio por una construcción de materias primas renovables no es mayor al registrado en los edificios tradicionales.

 

A diferencia de las construcciones convencionales, las del arquitecto tafallés Iñaki Urkia no necesitan cemento ni hierros, basta con madera, paja y barro.

 

Una cuestión de salud

“La bioconstrucción consiste en utilizar materiales naturales y locales, como la piedra, el adobe, la tierra, la paja o la madera”. Así define Iñaki Urkia a esta rama de la arquitectura de la que él es un gran representante y cuyo objetivo principal es cuidar el medio ambiente.

Este tipo de construcción nace de “la necesidad de salud”. “El origen está en Alemania y es más una cuestión médica, ya que mucha gente comienza a tener enfermedades que no sabían bien de dónde venían. Tras hacer una analítica del aire de algunas casas, se descubre que hay 50 veces más toxinas adentro que afuera de las viviendas, así que se empiezan a usar materiales de construcción sin elementos patógenos”, explica Urkia.

No obstante, su interés por este tipo de arquitectura tiene otros orígenes. “Me viene del grupo ecologista de Tafalla (España), hace unos 30 años. Estábamos muy sensibilizados con el tema ambiental, las energías renovables, incluso escribimos un libro sobre esto que aún se vende, ‘Ecología renovable práctica’, de la editorial Pamiel. Además, es algo natural, mi padre era carpintero y siempre he estado muy en contacto con la naturaleza”, comenta Urkia. Y es que, incluso antes de comenzar su carrera profesional, el tafallés ya estaba interesado en esta temática, ya que “mi proyecto de fin de carrera lo hice sobre esto”.

 

Conciencia y necesidades

De cualquier forma, la conciencia y las necesidades de la sociedad han cambiado mucho desde entonces. “Ahora es más fácil. Antes hablabas de no meter PVC en las ventanas y se cuestionaba. Pero ahora te lo demandan”, comenta Urkia.

Además, el arquitecto español cada vez realiza más proyectos para “gente hipersensible a los productos tóxicos, que les provocan problemas de respiración”.

Según Urkia, este cambio social se debe a una cuestión de “conciencia y necesidad, ya que hemos construido con tanta carga de sustancias químicas que ahora hay que echar el freno y volver a lo de antes”.

Uno de los elementos claves de la bioconstrucción son las casas de paja, unas edificaciones que utilizan materiales completamente naturales y respetuosos del medio ambiente. En países como Francia o Alemania esta práctica está muy extendida, ya que se trata de materiales muy asequibles y renovables.

“Cuando usas paja como material puedes hacer cosicas sencillas, no grandes edificaciones. Extensas en planta, pero con poca altura”, apunta Urkia. No obstante, este problema se soluciona fácilmente con las construcciones con paneles de madera rellenos de paja.

“Una de las ventajas de este tipo de construcciones con paja es el aislamiento térmico tan grande que posee la casa”, señala. Además, Urkia explica que como las casas de paja son muy similares a las pasive house (un tipo de edificación que aprovecha las condiciones climáticas para minimizar el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración), “nosotros solemos bromear diciendo que son ‘paji house’”. Además, este tipo de edificaciones “tiene una huella ecológica muy pequeñita y en lugar de ser emisoras de Co2 actúan como un sumidero”.

 

Más barato

En cuanto al precio, estas edificaciones también se imponen a las convencionales, ya que son más baratas. “Si se hace con un proceso de autoconstrucción y no se cuentan las horas de trabajo, es muy barato. Por ejemplo, las que hemos aquí, en el parque de los sentidos de Noáin, rondan los 100 euros por metro cuadrado. Pero si se mira la mano de obra, sale por unos 400/500 euros el metro cuadrado. En el caso de que sea una construcción grande y con todos los requerimientos, el precio puede llegar hasta los 800 euros por metro cuadrado. Pero, incluso así, sigue siendo inferior a los aproximadamante mil euros por metro cuadrado que cuesta construir una vivienda convencional”, explica Urkia (foto).

Estas construcciones, al igual que las convencionales, deben respetar una serie de normativas y superar unos permisos. “Uno de los mayores miedos que surgen cuando se piensa en estas casa son los incendios. Pero recientemente se llevó a cabo un estudio de la paja de un edificio de paja y barro público y salió una resistencia al fuego de 120 minutos”, apunta el arquitecto.

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