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Deuda externa argentina: 1976 y la mancha de sangre

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Deuda externa argentina: 1976 y la mancha de sangre
“A fines de 1982 se inicia el fenómeno de convertir la deuda internacional de empresas privadas en deudas del Estado”

Durante la dictadura, la deuda tuvo un ascenso vertiginoso

Escribe: Alfredo Koncurat ESPECIAL PARA EL DIARIO

“A fines de 1982 se inicia el fenómeno de convertir la deuda internacional de empresas privadas en deudas del Estado”

Destacada época la que se sucede en las últimas décadas del siglo pasado. En marzo de 1976 se empieza a escribir el tramo más triste y oscuro de nuestra historia: el terrible y brutal proceso de facto iniciado (con sus consecuencias que ya conocemos) también provocó la interrupción de la industrialización nacional, con un aniquilamiento total de las organizaciones sociales.

A los pocos meses de haber derrocado al Gobierno de María Estela Martínez de Perón, en agosto de 1976 se suscribió un acuerdo que permitió el giro inmediato de 180 millones de dólares y facultó, además, la tramitación de un préstamo que remesaron en octubre de ese año, 1.000 millones de dólares, iniciándose de esta manera el crecimiento vertiginoso de la deuda externa que todavía pesa sobre la Argentina.

Este vertiginoso aumento de la deuda se debió sobre todo a la abundante liquidez internacional como consecuencia del “reciclaje” de los fondos de los países petroleros (OPEP), generando fondos disponibles para los países subdesarrollados. La deuda pública argentina creció sin contrapartida del crecimiento de su PBI, empleándosela para sostener una política económica que significó el aumento del desempleo y una caída excepcional del nivel de actividad económica interna.

La deuda externa privada se generó por los mayores costos financieros. A partir de 1980 hay un viraje en la economía mundial. El crédito se vuelve escaso y caro. Sin embargo, nuestro país no parece estar a tiempo de virar: sigue aumentando su deuda, urgido por desequilibrios fiscales y comerciales. Ante la explosiva crisis financiera que atravesaba el país, Cavallo como presidente del BCRA comienza una profunda reestructuración del sistema financiero: “Las metas que se fijaron para la política económica fueron las siguientes: reformar el sistema financiero, reactivar los sectores productivos y reestructurar la deuda externa”.

A fines de 1982 se inicia también el fenómeno de convertir deuda internacional de empresas privadas en deuda del Estado (nacionalizar la deuda privada); esta estatización de la deuda externa del sector privado fue el resultado de la confluencia de múltiples instrumentos y acciones que en principio fue inaugurada por el ministro Lorenzo Sigaut, y seguida por los sucesivos ministros de economía Roberto Alemann, Dagnino Pastore y finalmente Jorge Whebe, así como por los sucesivos directivos del Banco Central, Julio Gómez, Egidio Iannella, Domingo Cavallo y Julio González del Solar, quien resolvió la implementación de un seguro de cambio para permitir a los deudores privados locales el repago de su deuda con el exterior. Si bien dicho seguro incluía una tasa de interés, la inflación y las posteriores devaluaciones la fueron licuando y se produjo, en los hechos, la estatización de la deuda externa privada.

“En el fracaso dictatorial y el advenimiento del nuevo gobierno constitucional, no se produjo una impugnación de la legalidad ni de la legitimidad de lo actuado por la dictadura militar en materia de los seguros de cambio o de la estatización de la deuda externa privada”.

La deuda pública externa, que era de 8.085 millones de dólares en 1976, alcanza a 45.087 millones de dólares en 1983 antes de asumir Alfonsín. Este exorbitante aumento de la deuda externa modificó por siempre la relación histórica argentina, en el que el endeudamiento externo se producía casi exclusivamente en períodos de crisis de balanza de pagos, cuando las importaciones superaban a las exportaciones.

 

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