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Deuda externa argentina: en la vuelta a la democracia

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Deuda externa argentina: en la vuelta a la democracia
Tapa diario Clarín, 11 de agosto de 1984

Alfonsín, Menem, el Plan Austral, el Plan Primavera…

Escribe: Alfredo Koncurat ESPECIAL PARA EL DIARIO

Tapa diario Clarín, 11 de agosto de 1984

La en la vuelta a la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín adoptó en principio una estrategia de confrontación con los organismos internacionales declarando una moratoria unilateral de 180 días de enero a junio de 1984, tratando el gobierno de conformar con otros países latinoamericanos un grupo de presión para lograr una posición más fuerte frente a los acreedores.

Pero el esfuerzo resultó en vano, el desgaste de la situación económica interna, la oposición del FMI y el enfrentamiento con los mayores grupos económicos locales produjo el desplome del ministro de Economía Bernardo Grinspun; a fines de 1984, el Gobierno tuvo que firmar un nuevo acuerdo con el FMI.

El nuevo equipo económico liderado por Juan Vital Sourrouille se propone recuperar la capacidad de crecimiento y combatir la inflación”. El sorprendente éxito del Plan Austral para reducir la inflación fue efímero, la inercia inflacionaria de la economía precipitó su fracaso. En este contexto, las continuas renegociaciones de la deuda con los organismos internacionales llevan al abandono de la promesa electoral de separar la deuda legítima de la ilegítima y avanza en convalidar de derecho lo actuado a fines del régimen militar, socializando la deuda externa privada.

Tras el fracaso del Plan Austral y el recrudecimiento de la inflación, el Gobierno trata de implementar un nuevo plan de estabilización en octubre de 1987, que también fracasó. Finalmente, en agosto de 1988 se implementa el Plan Primavera. El último esfuerzo del equipo de Sourrouille que ya carecía de confianza finalizó con un rotundo fracaso, llevando al país a su primera experiencia hiperinflacionaria.

Sobre el final del gobierno de Alfonsín, la deuda externa se había incrementado en unos 17 mil millones de dólares, finalizando la presidencia del caudillo radical con una deuda total de 63 mil millones de dólares.

Ya con el peronismo nuevamente en el poder en 1990, la Argentina aún se encontraba en cesación de pagos, con un nuevo programa económico y a la espera de una renegociación efectiva.

A principios de esta década se planteaba que la solución definitiva al problema de la deuda llegaría de la mano de reformas estructurales de corte neoliberal privatizaciones, shock de estabilización, desregulación, apertura de la economía y liberalización de los flujos financieros) sumados a un plan contra la inflación (Plan de Convertibilidad) y a una efectiva renegociación (Plan Brady).

El primer paso en la materia fue el inicio del proceso de privatizaciones. Esta modalidad de canje de activos físicos por títulos de la deuda externa fue el primer paso hacia la denominada “solución” del problema del endeudamiento, planteada por Alfonsín a fines de su gobierno y que por falta de consenso político no pudo llevar adelante.

Sin embargo, ni el plan de privatizaciones conjuntamente con el Plan Brady posibilitó que la deuda dejara de engrosarse, la misma continuó creciendo lentamente al principio, explosivamente a partir de 1993, solo comparable con la registrada durante la última dictadura militar.

“Entre 1991 y 1998 la deuda externa creció 14,7% anual acumulativo, más que duplicando su monto total”, alcanzando un monto total de 139.317 millones de dólares en 1998.

El Plan de Convertibilidad comienza a implementarse en abril de 1991 y tiene como objetivo principal frenar la inflación. Sin embargo, al fijar la paridad entre el peso y el dólar, el primero terminó al tiempo quedando sobrevaluado acarreando consecuencias nefastas para la industria nacional, la cual fue arrasada por la entrada de productos extranjeros, dada la apertura comercial desmedida.

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