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Difundieron la misión de los Puntos Corazón

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Difundieron la misión de los Puntos Corazón
La hermana Maylis Debacque de Francia y Karen Calderón de Perú estuvieron contando sus experiencias

Se trata de un movimiento global que funciona en 26 países y hace 20 años se encuentra en Argentina

La hermana Maylis Debacque de Francia y Karen Calderón de Perú estuvieron contando sus experiencias
La hermana Maylis Debacque de Francia y Karen Calderón de Perú estuvieron contando sus experiencias

Días atrás, dos voluntarias misioneras del movimiento católico mundial Puntos Corazón estuvieron recorriendo los establecimientos de educación religiosa de la ciudad a fin de difundir y compartir el programa solidario ante jóvenes estudiantes.

Maylis Debacque (oriunda de Burdeos, Francia), y Karen Calderón (de Lima, Perú), visitaron el Instituto del Rosario, el Inmaculada Concepción de Villa Nueva, La Santísima Trinidad y el San Antonio. En la mayoría de los casos, los alumnos se interesaron en conocer cómo es la vida cotidiana de un misionero y de qué manera eligieron entregarse hacia dicha vocación.

En diálogo con EL DIARIO, explicaron que la tarea del voluntario en este caso es dedicarse de lleno, durante el lapso de 14 a 24 meses, a la vida espiritual y al acompañamiento de las personas que sufren o padecen problemas de distinta índole. Como llaman institucionalmente, “la cultura de la compasión”.

Puntos Corazón está diseminado en 26 países y desde hace veinte años cuenta con una sede en Argentina, precisamente en la periferia de Villa Jardín, localidad ubicada en el partido bonaerense de Lanús.

“Es una casa humilde y sencilla donde se hospedan entre cuatro o cinco misioneros. Todos los días tenemos una oración a las 7 de la mañana, rezamos el rosario a las 15, visitamos a nuestros vecinos y recibimos a los niños del lugar, mientras que a la tarde/noche rezamos las vísperas y terminamos rezando”, comenta Karen. “Parece mucho pero cuando uno está con personas que sufren, que se convierten en tus amigos, rezar se vuelve una necesidad”, acota Maylis.

Asimismo, los integrantes del hogar deben repartirse y rotarse todas las tareas del hogar, desde la cocina hasta la limpieza. “Es una escuela de vida y de amor”, resume Karen.

Hay voluntarios que, tras el año de estadía, deciden continuar su vocación voluntaria. A esa etapa se la denomina “consagrarse en la misión”.

“Cada joven –que debe tener entre 20 y 30 años–, debe buscarse padrinos espirituales y económicos, quienes pueden ser sus familiares o amigos. Ellos deberán enviar mensualmente una cierta cantidad de dinero (3.500 pesos), que la organización la reparte en sus sedes”, indicó Maylis. Por lo pronto, desde Villa María se conocen hasta el momento dos casos de jóvenes misioneras, las hermanas Pairola: María Pía quien estuvo años atrás en El Salvador y en Nápoles (Italia) y Lucía quien viajó a Bahía, Brasil.

Maylis señala que, aunque el joven no puede elegir el destino donde será enviado para su misión, puede sugerir alternativas de acuerdo a sus aptitudes y conocimientos. No obstante, los postulantes deben superar distintas entrevistas previas, antes del ingreso definitorio.

Más información en contacto@puntoscorazón.org.ar.

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