El pastor valoró el trabajo que realiza el municipio villamariense en la problemática. Dijo que se abrió una puerta para trabajar con la Intendencia de Gill. Advirtió que el flagelo sigue creciendo
Mariano Oberlín es sacerdote desde hace 13 años.
A cargo de la parroquia de barrio Müller, zona roja de la capital cordobesa, viene desde 2010 trabajando para que los “changos” dejen las adicciones. Ha denunciado la presencia de paco, ha advertido sin cesar sobre el flagelo de la droga y lleva adelante una singular tarea pastoral como pocas veces se ve.
Ayer a la mañana estuvo en Villa María y se reunió, temprano, con el intendente Martín Gill, quien lo invitó para poder conocer un poco más de su tarea religiosa, su obra y lo que sabe y conoce de las drogas. Luego acompañó al mandatario a la cárcel de Villa María para inaugurar el adoquinado realizado por personas privadas de la libertad (ver página 4).
“Hay que hacer algo urgente y contundente” contra las drogas, dijo abordado por EL DIARIO.
“Evidentemente este es un problema muy grande que no va a encontrar solución en el corto plazo ni con acciones que se puedan desarrollar ya, pero en esta ciudad hay un camino muy interesante en el abordaje de esta problemática de manera inclusiva y bastante amplia”, remarcó tras el encuentro con el titular del Ejecutivo villamariense.
Evaluó como “fantástico lo que se está haciendo en la ciudad contra las drogas”, en referencia a lo que le comentó Gill sobre el Consejo Municipal de Adicciones y lo generado desde ese lugar. Y consideró que “de alguna manera y a muy pequeña escala estamos intentando hacer nosotros lo mismo” desde el templo religioso en Córdoba.
Oberlín y Gill evaluaron “la posibilidad de hacer algo juntos, particularmente pensando en derivaciones”, por lo que el pastor dejó la localidad con la convicción de que “hay una puerta muy linda para trabajar”.
Creciendo sistemáticamente
En relación al diagnóstico de la actualidad en torno al tema, sostuvo que lo que se vive es “preocupante”.
“Hace 7 años que venimos trabajando y (la problemática) viene creciendo sistemáticamente desde hace muchos años y no frena, cada vez es más compleja, más dura y se va cobrando más vidas”, manifestó.
“El Estado tiene que intervenir desde todos los espacios posibles, desde la contención, prevención, asistencia, desintoxicación, pero también generando espacios barriales que sean dignos, atractivos para los chicos, que encuentren actividades y cosas para hacer, de sentirse contenidos, tenidos en cuenta”, opinó.
En este contexto valoró también el nuevo proyecto de la provincia en el tema.
En cuanto a la sociedad, evaluó que hay que “apoyar eso y cada uno desde el lugar en que esté hacer su aporte, desde armar una canchita de fútbol, invitarlos a jugar y contenerlos hasta otras cosas en el caso de aquellos que tienen más posibilidades de trabajar en ese sentido”.
En este marco aconsejó “estar atento a lo que está pasando por el corazón de los chicos y acompañarlos”.
