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El seguro por dentro y por fuera

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El seguro por  dentro y por fuera

Esta vez la elaboración del suplemento alusivo al Día del Seguro se nutre con el ingrediente especial de cumplir 25 años consecutivos desde que ideamos su implementación ininterrumpida. Lo hacemos con el específico objetivo de otorgarle el justo valor a una actividad que tiene un profundo contenido social. Sin la pretensión de hacer un manual técnico, estadístico ni magistral, lo hacemos con la óptica de la actividad cotidiana que representa una vigorosa fuente de producción en la economía social que rodea el trabajo ocupacional de empresarios, trabajadores integrados como empleados, productores asesores y las actividades periféricas de proveedores y prestadores de servicios. Lo hemos dicho en otras ocasiones y lo ratificamos en ésta, destacando la esencia de lo que significa el contrato de confianza generado formalmente en un papel llamado póliza, pero que excede largamente su contenido a través del vínculo que representa la relación entre asegurador y asegurado.

Por Héctor Cavagliato – Coordinación periodística Coproducción: EL DIARIO – RADIOPRENSATV

 

Conocer los riesgos

En toda economía, ya sea familiar, empresarial o profesional, hay gente que es ordenada, organiza sus gastos, se maneja con presupuestos concretos de ingresos y egresos. De allí surgen las prioridades factibles y las postergables o deseables.

Entre las previsiones están la protección de los bienes, seguridad de las personas y riesgos frente a terceros.

Se debe tener en cuenta las partes que intervendrán y que a la hora de asumir responsabilidades, estén a la altura de las exigencias contractuales.

Así es, por ejemplo, lo que surge de los seguros que se toman y para ello no es un dato menor conocer los antecedentes de quien estará sentado frente a nosotros para firmar los compromisos, entre cuyos requisitos no debiera dejarse de lado la accesibilidad o el domicilio de esa aseguradora y quién o quiénes la representen, porque tener que lidiar con alguna empresa lejana o poco solvente (como podría haber alguna por allí), puede transformarse en una odisea a la hora de reclamar el resarcimiento de los daños que pudiera tener derecho a obtener.

Ni hablar si existiera un tercero involucrado en un siniestro que no cuenta con seguro, en cuyo caso la contienda judicial o extrajudicial será directamente con el mismo. Entonces, la situación puede presentar dos facetas muy frecuentes.

Una: si el reclamante tiene derecho a la eventual indemnización, tendrá más chances de lograrla si el contrincante es solvente y tiene respaldo patrimonial.

Otra: que ese “otro” sea insolvente y no tenga bienes o recursos sobre los que se pudiera accionar. Allí nos encontramos en la absoluta indefensión, librados a la irresponsabilidad patrimonial de quien, como muchos circulan hoy en tales condiciones, expone al resto a sufrir daños económicos y de todo tipo imposibles de recuperar.

 

Y por casa, ¿cómo andamos?

El tema se revierte cuando “el otro” somos nosotros mismos. ¿Con qué derecho exponemos a los demás a los riesgos antes señalados? Por eso, bien está que las normas vigentes exijan que todos los vehículos cuenten con la cobertura vigente del seguro como una manera de proteger a los demás y protegerse uno mismo.

 

Hay muchos más riesgos

Otros aspectos a tener en cuenta son que lo apuntado se aplica, también, a diferentes riesgos de las actividades y la vida cotidiana. Tales son los casos de responsabilidad civil de cualquier género, daños y perjuicios, robos, hurtos, fidelidad patrimonial, viviendas con sus contenidos mobiliarios, artísticos, cristales, caudales y hasta los que surgen de los delitos electrónicos capaces de despojarnos de depósitos bancarios o someternos a pagos y débitos indebidos. Todo es factible de asegurar.

 

No todo lo llena la ley

Queda un vacío que encuentra en el propio Estado al responsable de llenarlo. Es el que surge de los accidentes protagonizados por vehículos que no cumplen las mínimas condiciones de seguridad integral para circular y aquellos que, por su antigüedad, están fuera del sistema (incluye vehículos oficiales de los diferentes estados).

También por instalaciones públicas, rutas y calles inadecuadas, en mal estado o mal señalizadas, así como domiciliarias, comerciales e industriales inseguras, gente que trabaja desprotegida de elementos e indumentaria de seguridad y cuántas cosas más.

Como corolario, podríamos decir que todo empieza por la conciencia y la educación cultivadas en el núcleo familiar y hasta debiera ser prioridad curricular en las propias escuelas. ¿No le parece?

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