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El trabajo, un punto de encuentro de la familia

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El trabajo, un punto de encuentro de la familia
Stella Maris Cativelli

Mayco López y su mamá, Stella Maris Cativelli

El puesto en el mercado que sostuvieron mientras se pudo y la verdulería repleta de clientes a diario son los espacios laborales en los que los López andan regalando sonrisas

Mayco López

Mayco López recibe a cada clienta con su clásico saludo de “amiga”. Elige la mejor fruta o verdura, ayuda a acomodarla en el bolso y, si hace falta, acompaña a las mujeres mayores a cruzar la calle o a llevar la compra hasta la casa. Siempre sonríe.

Tiene apenas 27 años y desde los 22 está al frente de su propio negocio. “Pero trabajar en esto, trabajo desde chico”, dice, recordando que desde niño acompañaba a su padre al Mercado de Abasto, donde tenían un puesto. Anhelaba salir de la escuela o que empezaran las vacaciones para ir a su querido Mercado.

Antes de la verdulería, la familia vivía del puesto que José, el papá de Mayco, tenía en el Abasto. Pero una enfermedad que afectó al jefe de la familia hizo que no pudieran seguir adelante con ese emprendimiento. Así fue que decidieron cambiar de trabajo, pero siempre en el mismo rubro, y apostaron por una verdulería sobre calle Italia, a la que la nombraron como el abuelo: “Don Rubén”. “Fue mi abuelo el que empezó con el puesto en el mercado”, recordó Mayco.

“De mi trabajo me gusta todo: el trato con la gente me encanta, yo me divierto con todos los clientes. También ir al mercado. Allí hay gente que conozco de toda la vida, gente trabajadora, humilde. Me gusta hablar con ellos, sobre todo con los mayores, porque aprendo. ¿Querés saber por qué me gusta tanto ir al mercado? Porque para mí son como una familia más”, planteó.

A su lado, Stella Maris Cativelli, la mamá, acompaña al hijo en el negocio. Ella es la que cuenta la historia del trabajo que terminó forjándolos como familia.

“Yo había terminado el secundario y como no me podían mandar a Córdoba, no hacía nada. Imaginate, dormía hasta las 12, mi mamá me llevaba mates a la cama. No pensaba trabajar”, señaló.

Pero, siempre hay un pero, la hermana que ya trabajaba en el mercado, se enteró que “Don Rubén”, tal como llamaban a López, necesitaba una secretaria.

“Me presenté y me tomaron, enseguida nos llevamos bien porque el que después fue mi suegro, era una bellísima persona, nunca tuvo problemas con nadie”, dijo.

“Como era medio alejado, Rubén me traía hasta mi casa. Después de los primeros días, José, que estaba de viaje y al que yo no conocía, volvió y me empezó a traer él. Así nació esta familia que lleva 34 años y que nos dio tres hijos y tres nietos”, relata la mujer que agradece aquel trabajo que le permitió conocer a quien hoy es su marido y formar la familia que disfruta.

 

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