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El villamariense Juan Olcese hizo cumbre en el mítico Monte Ararat

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El villamariense Juan Olcese hizo cumbre en el mítico Monte Ararat
Olcese y el portador que lo acompañó en el ascenso al cerro Ararat

ANDINISMO
El montañista local hizo cumbre en uno de los cerros símbolos de diferentes culturas y religiones, y motivo de una disputa centenaria entre Armenia y Turquía. Desde la ciudad de Dogubayazit le contó su experiencia a EL DIARIO
Algunas montañas han generado, desde tiempos remotos y en diferentes civilizaciones, un magnetismo especial y hasta muchas veces han sido objeto de veneración religiosa.
Una de las tantas que existen en nuestro planeta es el Monte Ararat, un volcán inactivo que ha generado desde cuestiones mágica, hasta sagradas. Enclavada en la parte más oriental de Turquía (muy cerca de la frontera con Irán y Armenia), este Monte sagrado y símbolo de una disputa territorial centenaria tuvo a un villamariense como protagonista en las últimas horas. El símbolo de esta montaña para distintas religiones, ha sido tal, que es aceptado en el cristianismo, en el judaísmo y en el islam como el lugar de descanso del Arca de Noé.
El montañista aficionado local, Juan Olcese hizo cumbre en la mañana del jueves en esta elevación y ayer desde Turquía le contó su experiencia a EL DIARIO.
Juan Olcese llegó en la mañana del jueves a la cumbre de un cerro, que más allá de no ser uno de los más altos del planeta, ha despertado desde siglos, un símbolo cultural y religioso para distintas civilizaciones y religiones.
“Estoy recién llegando a Dogubayazit, y hablando con mis afectos. Estoy muy cansado”, contó el villamariense. “Estoy recién bajando de la montaña, fueron tres duros días, muy bravos. La montaña es muy empinada, arranca en los 2.200 metros. En este viaje me vine solo. No es fácil conseguir compañero para estas cosas. Después me acoplé a otro grupito, pero ellos fueron desistiendo y me quedé solo con el portero, que llevaba los caballos. Yo iba con un guía que se enfermó y me quedé solo con el portero y tuvimos que ponerle el pecho nosotros”, contó.

Olcese en uno de los campamentos previos al ascenso. Atrás se observan las carpas de otros montañistas

“Fue una ascensión de tres días. Es muy bravo por lo empinado, ya que desde la mitad de la montaña hay nieve; hay que usar grampones para estar asegurado, por el riesgo de venirte a pique. No hay abismos, pero si la posibilidad de deslizarte varios metros hacia abajo. Hay que andar con mucho cuidado”, relató Olcese.
“Nos dejaron en una Combi a los 2.200 metros y hay dos campamentos (1 y 2) pero como iba solo, en principio, me sugirieron hacer un intermedio. Es decir el primero a 3.400 metros sobre el nivel del mar, el intermedio a 3.800 y el número 2, a 4.400 y desde allí se salta a la cumbre. Al ir solo se va mucho más rápido que en grupo. Estuvo bueno, porque si bien salimos temprano hacia la cumbre, lo pudimos hacer en un día. De no ser así nos hubiéramos demorado más. A mí me sirvió mucho porque es lo que más me gusta, prefiero hacer todo el esfuerzo en un día en lugar de ir despacio. Es tedioso y te mata la ansiedad”.
El villamariense siguió relatando: “El jueves, salimos a la 1 y media de la mañana y caminamos por unas 7 horas hasta alcanzar la cima; luego comimos algo en un reparo de la cima, y comenzamos el descenso por otras 7 horas más, que fue quizás más bravo que el ascenso. Pero tengo con la satisfacción de haberlo logrado y, en especial, de estar en un lugar único, la historia de la Humanidad ha pasado por acá”, dijo el villamariense.
“La subida es complicada, porque todavía no están autorizadas legalmente las ascensiones. El cerro está como aislado y se destaca en la observación desde distintos lados, por eso fue un imán para todas las civilizaciones venir por acá, y todos se sentían con derecho a ser dueños de esta montaña”, relató Olcese desde Turquía.
“Volvimos al campamento 2, como a las 4 y pico de la tarde y me fui a dormir directamente, por el cansancio. Estuvo todo bien organizado por mi contacto, que me proveía los animales, el recorrido lo iniciamos con mulas. También me aportó la logística, yo no quería llevar equipo pesado, como grampones o piquetes y me las proveyó mi contacto en Turquía”, dijo.
Lejos del desafío que genera otras elevaciones más importantes en nuestro planeta, Olcese eligió ésta por lo que significa para la historia de la Humanidad. El Monte es un símbolo para Armenia, pero el genocidio turco al pueblo armenio (1915-1918), Armenia perdió ese territorio y que quedó dentro de lo que es hoy Turquía. ​
Al respecto el villamariense contó: “El Monte Ararat es el símbolo de Armenia, está hasta en su escudo. Si han visitado una iglesia armenia, que son también católicos, verán que en todas ellas hay una representación o mural del Monte Ararat, porque lo sienten como propio. El lugar es mágico. Hoy estoy a 30 kilómetros de Irán y a 70 kilómetros de Erebán que es la capital de Armenia. Dicen que las mejores vistas de este Monte se ven desde esa ciudad, que está más elevada. Se imaginarán lo que significa para los armenios que lo reclaman desde hace un siglo y ha sido constante motivo de discusión con Turquía”.

Olcese ya ha tenido otras experiencias de este tipo ya que ha participado de otras aventuras en picos argentinos como el Domuyo, Lanín, el Chaltén o el Aconcagua; y hasta haciendo trekking en el Himalaya.

Desde Facebook
“Ararat… montaña mágica y sagrada. Siglos de historia bajo mis pies. Eternos conflictos se mezclan con mitos y leyendas. No hay palabras para explicar tanto. La Biblia, persas, Gengis Khan, armenios, Marco Polo, el Corán, turcos y kurdos se mezclan aquí. ¡¡Gracias Dios, God, Alá o como se llame, por todo esto!!  y ¡¡¡ gracias a la montaña que me dejó pisar su cumbre a 5.137 msnm!!! ¡Lo hicimos! ¡Gracias a todos los que apoyaron esta locura! No fue magia… ¡¡nada se logra sin esfuerzo!!”, escribió el villamariense en su red social Facebook.

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