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Emociones entre enredos

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Emociones entre enredos
Diego Peretti y Paola Krum fueron aplaudidos de pie al final de la obra

Diego Peretti y Paola Krum protagonizaron la pieza de Neil Simon con la participación de Lucía Palacios y la aplaudida actriz y cantante Gipsy Bonafina

Diego Peretti y Paola Krum fueron aplaudidos de pie al final de la obra
Diego Peretti y Paola Krum fueron aplaudidos de pie al final de la obra

“Es conmovedor transitar la ternura de esta gente común, identificarse en sus miserias y descubrirse festejando cuando la vida cruda puede llegar a iluminarse”, escribe el director Claudio Tolcachir en el programa que se adjunta a la obra.

El encargado de transponer a las tablas, junto a Fernando Masllorens y Federico González Del Pino, la premiada comedia fílmica estadounidense de Neil Simon fechada en 1977, subraya uno de los aspectos centrales de “La chica del adiós”.

Más allá de los años que distancian una versión de otra, se define una conexión empática entre los espectadores y los personajes centrales a propósito de situaciones de crisis que conllevan la vida moderna: una madre soltera abandonada por su pareja, sin trabajo estable, que debe vivir en un departamento subalquilado.

En tanto, dentro del universo interpersonal y de intramuros se puede identificar cierta dinámica de relación de pareja condicionada por experiencias frustrantes y una hija afectada por los vaivenes sentimentales de la madre.

Otro de los pilares donde se cimienta esta exitosa obra es la siempre efectiva estructura cómica norteamericana: personajes en apariencia antagónicos, los cuales primero se llevan pésimo, con situaciones de enredo y pasajes musicales en el medio, que terminan encajando del todo a fin de concluir en un final feliz con sorpresa.

Aquí sobresale la actuación de Diego Peretti, probando una vez más su histrionismo puro y carisma a flor de piel en el papel de un actor rosarino que llega a Buenos Aires en busca de su gran sueño. Fue más que celebrada y aplaudida su interpretación de Ricardo III de Shakespeare con inclinaciones homosexuales, como se lo pedía la directora, encarnada por Gipsy Bonafina, quien brillara por su rol multifacético (recreó casi todos los personajes secundarios además de cantar y tocar el piano).

Paola Krum, por su parte, se muestra sólida en su papel, incluso cuando debe planear por ciertos desequilibrios emocionales del personaje. Lucía Palacios, la niña narradora de la pieza, otorga el toque de ternura y a la vez de madurez prematura que requería la historia.

Juan Ramón Seia

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