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“Empezó como un juego”

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“Empezó como un juego”

Quien escucha el apellido Delsol en nuestra ciudad, rápidamente lo asocia a esta noble profesión. Facundo, hijo de Nilda delsol, una “artesana del cabello”, creció entre tijeras y descubrió su pasión durante las largas horas que pasaba con su madre en el salón

“Empecé a competir cuando tenía 8 años y hoy tengo 36. Hace 28 años que ejerzo esta profesión”, contó Facundo Delsol

A veces, padre e hijos eligen la misma profesión. En este caso, madre e hijo. Facundo Delsol es hijo de Nilda Delsol, campeona nacional de peluquería y una reconocida artista del cabello en nuestra ciudad, hoy retirada: “En mi familia somos dos hermanos, pero mi hermano con la peluquería nunca nada. Yo estaba todo el día al lado de mi mamá en su salón y me aburría. Entonces empecé a curiosear y jugar. Empecé jugando con las hijas de las clientas cuando venían a atenderse. Me ponía y les hacía una trenza, rulos, me hacía el noviecito. Me acuerdo que tenía una vecina en Villa Nueva, yo estaba enamorado, entonces la peinaba”.

Así fueron los primeros pasos en lo que se convertiría en su pasión: “Fue como un juego. Empecé a competir cuando tenía 8 años y hoy tengo 36. Hace 28 años que ejerzo esta profesión”, contó en una charla con EL DIARIO.

“Lo mío en esto empezó jugando”, reiteró.

Hace 20 años que tiene su propio salón: “Mi primera peluquería la pude poner con toda la ayuda de mi mamá, me independicé a los 16 años. Mi primer salón fue donde está la Peatonal ahora, por calle San Martín, en una galería. Después de dos años me mudé a un salón en calle Catamarca, con 18 años. A los 22 ya me instalé donde estoy ahora, por la misma calle”.

 

El peluquero más pequeño de la provincia

“Siempre cuento como anécdota que mi primera experiencia fue en un campeonato a los 8 años. Yo quería competir. Al mismo tiempo quería que mi mamá me compre un reloj, entonces me dijo que, si competía, ella me lo compraba”, recordó.

Compitió con 8 años por primera vez en peinados de novia, categoría amateur: “Llevé de modelo a la hija de una peluquera vecina, que tenía 9 años. En esa competencia conocí a un profesional que hoy es una eminencia, Walter Montenegro, que en ese momento tenía 12 años”.

“Eramos los dos peluqueros revelación y competíamos con la gente grande, mi vieja incluida. Hice un peinado lleno de trenzas y me entregaron el premio consagración y el premio al peluquero más joven de la provincia de Córdoba”, expresó.

 

Un desafío

“A los 16 años yo trabajaba con mi mamá los viernes a la tarde y los sábados y estudiaba en el Colegio Trinitarios. Nunca me gustó estudiar y sentía que perdía el tiempo, que no lo podía aplicar en la peluquería. Después de insistir mucho, porque mi mamá no quería que deje de estudiar, accedió. Para esa época ella ya tenía un salón muy grande y me ayudó a tener uno propio, porque me dijo ‘yo empleados vip no quiero tener’. Arranqué con un sillón, un espejo y las tijeras, fue un desafío”, contó sobre sus inicios.

“Todo lo que uno logra no se hace de un día para el otro. Toda mi vida está invertida en el negocio, no es como muchos creen que la peluquería es una salida fácil de trabajo y una forma de hacer dinero. Es el sacrificio de no estar con mis hijos, trabajar de lunes a lunes, a veces hasta las 11 de la noche, lo fines de semana también viajar a seguir trabajando, a dar cursos. Paso meses enteros en donde estoy muy poco en mi casa”, agregó.

 

Barbería, nueva vieja tendencia

Una de las últimas instalaciones en la peluquería de Delsol, es un espacio dedicado exclusivamente a los hombres, una barbería: “Esta sala se hizo hace tres meses y es un proyecto que, si funciona, se ampliará. La idea es brindar un servicio integral al hombre”.

Delsol afirma que la barbería vuelve como una tendencia: “Una cosa es la moda, que es pasajera, y la tendencia es algo que viene para quedarse, como la barbería a nivel mundial”.

La peluquería nace de la barbería: “Contrario a lo actual, la peluquería nace en el hombre. Por una cuestión de machismo, la barbería empieza a decaer y se asocia a lo femenino. La barbería no es solo donde uno se arregla la barba, sino el espacio del hombre, donde puede ver fútbol, tomar una cerveza, ver revistas de hombres”.

“La paradoja es que el machismo expulsó a los mismos hombres de estos espacios en lo estético, porque no era masculino. Hoy el hombre se depila, se hace manicura, se deja la barba prolija. Pero por ahí no se anima a hacerse una limpieza de cutis en el mismo lugar donde se están atendiendo a una mujer. Los hombres hoy se quieren ir rápido de las peluquerías, porque todo está pensado para la mujer”, señaló.

El concepto nuevo es que el hombre pueda vivir una experiencia diferente: “Quiero que el hombre venga a este lugar, mire el partido de fútbol, se tome una cerveza y de paso se corte el pelo, no al revés. Que el hombre vuelva a vivir lo que vivieron nuestros abuelos”.

 

Junto a parte de su equipo: “Que los que recién empiezan no piensen que la peluquería es fácil y rápido”, afirmó Delsol

Los cambios en la profesión

“Todo. En todos lados, pero principalmente en Villa María, hoy la peluquería entra por los ojos”, afirmó Delsol al ser consultado sobre los cambios que observó en la profesión desde que empezó hasta hoy.

“Es como le digo a mis alumnos y ellos se ríen. Hoy si vos ofrecés un buen servicio, tenés un buen salón, mostrás una buena imagen y sos agradable, podés ser peluquero. Si de paso sabés cortar el pelo, mejor. La peluquería ahora entra por ese lado, por la marca y la imagen. Antiguamente las peluquerías eran más humildes, era todo artesanal y se basaba en la calidad, la destreza y el arte del profesional, los peinados duraban toda una semana”, describió.

“Hoy tenés herramientas que prácticamente trabajan solas, productos que te modelan el cabello y a la vez el servicio, como aire acondicionado, internet, un televisor, café. A su vez, la estética es uno de los mercados que más ha crecido y evolucionado a nivel mundial y es lo que más mueve dinero. Por eso también las modas cambian mucho más rápido. Hace unos años se usaba el pelo larguísimo, entonces todas usaban extensiones. Hoy se usa el pelo corto y va a volver a venir el pelo largo. En la parte de los clientes, algunos buscan precios y dinamismo y otros buscan calidad y la personalización”, afirmó.

 

Los consejos de la familia

“Algo que me dijo siempre mi mamá y yo lo tengo siempre presente, es que no quería que sea un peluquero ‘a media cuchara’. Ella siempre me dice que yo pude superarla en un montón de cosas. Aunque no tengo el campeonato argentino, que ella ganó, porque me dediqué a lo comercial”, respondió al ser consultado sobre qué tiene más presente de las enseñanzas de su madre.

“Me capacité y lo sigo haciendo, pero me preparé en otros caminos. Mi mamá era una excelente artesana del cabello, pero su fuerte no era el comercio. Ella es muy artística, muy bohemia. También me dice: ‘Cerraste un montón de ciclos que yo no logré cerrar’”, contó.

“Nuestra profesión está muy bastardeada. Esta profesión debería ser, como mínimo, una tecnicatura, pero no deja de ser una carrera de oficio. Creo que nosotros, los peluqueros, somos los culpables de que esto no cambie. Somos muy egocéntricos y egoístas y no buscamos algo colectivo, sino lo individual”, afirmó y agregó: “Siempre apunté a lograr una mejor calidad de trabajo, tratando de enaltecer y jerarquizar la profesión, tanto en el salón como en la educación. El consejo de mi mamá fue que dé siempre lo mejor de mí y eso es lo que intento”.

Por último, Delsol quiso enviar un saludo a sus colegas en su día: “Siempre pido que los colegas seamos más humildes, no tratar de ser uno sino de ayudar al otro que viene atrás y a los nuevos. Que los que recién empiezan no piensen que la peluquería es fácil y rápido. Es una muy buena salida laboral, pero no es rápida. Lleva su inversión, su tiempo y también dejar muchos años de la vida de uno, dependiendo de lo que a uno quiera apuntar”.

“De los errores uno aprende, pero siempre hay que seguir adelante. Como siempre digo, el cabello crece”, finalizó.

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