

Escribe María Celia Charras ESPECIAL PARA EL DIARIO
La tradición villamariense, tan rica en poetas, sigue manifestándose día a día.
Esto habla de la riqueza y renovación constante de la altísima expresión del intelecto creador de esta ciudad.
Entre los que transitan el itinerario lo tenemos a Eric David Zandrino, con “Anatomía de la ausencia”.
Es su primer poemario y ya es incuestionable su talento.
Nos preguntamos: ¿tal vez Eric ha recibido el influjo de su madre, la escritora Nora Baker? A veces hay continuación y parentesco.
Lo cierto es que el libro es bello con sus articulaciones o separaciones por título, pero formando todos una hermosa composición.
Cada poema está elaborado de manera cuidadosa en cuanto a toda palabra justa y de cadencia delicada.
Eric sabe llegar por ese alto camino de la poesía como un latido profundo en este Universo que nos toca vivir.
En otro orden diremos que sus versos trasuntan tanto dolor que nos dejan el alma estremecida, una angustia que sella las ausencias, la muerte o la basura, donde como dice el autor existe la oscuridad en la madrugada o se recogen los deshechos de la vida.
Asimismo, en el libro hay huellas de viajes que le permiten poetizar experiencias. De ese modo nos hace atravesar el Canal de la Mancha o nos lleva con su tono melancólico a Taxco, la ciudad de la vieja plata, y en varios versos nos llega la confesión de su alma nombrando a sus hijas Lucía y Josefina paseando un día de verano por las Tullerías de París.
Agradecemos a Eric por “Anatomía de una ausencia”, felicitándole además por haber renunciado a la soledad negativa y optado en cambio por la comunicación poética, y de ese modo nos ha regalado una importante obra.
Así expresada mi interioridad como mera lectora, creo que debemos leer el libro y desear que pronto admiremos su segundo hijo espiritual, donde vuelva a revelarnos su profunda fuerza de emotividad.
A continuación, una de sus obras.
Oxido
Detrás del hospital,
está el otro hospital,
el que fue
y ya no será.
La ambulancia que presagiaba
con sus sirenas
la inminente tragedia del otro
ha perdido sus puertas
y también su dignidad.
Las camas oxidadas
apiladas como cadáveres
en un campo de exterminio,
esperan por un destino
que nunca llega.
Hoy en su estatismo,
ese otro hospital
es una metáfora
de lo que somos,
de lo que
seremos.