El joven artista plástico villanovense dejó una amplia gama de obras en grabados, pinturas, monotipos, arte textil y cerámica, como su último trabajo “Metamorfosis” 

-¿Qué hubiera dicho Eduardo de esta muestra en su homenaje?

– Me hubiese cagado a pedos (risas). Pero estaría acostumbrado. Varias veces expuse sus obras sin que me autorizara y terminaba enterándose después. Así que no me podría haber dicho nada.

Quien expresa estas palabras no es otro que Juan Pablo Amante, el actor y cara visible del espacio cultural Escena, inaugurado a mediados de octubre en calle Estados Unidos 281. Habla, desde el más profundo cariño y respetuoso recuerdo, de su amigo, compinche y “hermano”, Eduardo Kinteros, el joven artista plástico villanovense que falleciera a principios de marzo en Córdoba.

Amante confiesa que apenas abrió las puertas de ese centro pluridisciplinario y multicolor pensó en dedicarle una muestra a quien fuera su compañero de andanzas desde cuarto grado de primaria.

A mediados de noviembre, cuando se instituyó la muestra, era la época propicia para montar una suerte de tributo, dado que coincidiría con su cumpleaños. No diremos la edad porque era “coqueto” con esas cuestiones. “Tampoco le gustaba su segundo nombre (Hugo), casi que lo detestaba. También cambió su apellido (que originalmente era con “qu”) por la K. Incluso así quisimos que apareciera en su lápida: Eduardo Kinteros”, agrega.

Diferentes técnicas: Una réplica en grande de su firma abre la exposición retrospectiva en la antesala blanca de Escena. Allí se exhiben esculturas, grabados, monotipos con tintas y pinturas, al igual que en las paredes decoradas con su arte en el espacio central.

Entre medio se dedica un sector a sus piezas de arte textil y uno exclusivo al último y ambicioso proyecto que lograra plasmar: “Metamorfosis”, un estudio pormenorizado de técnicas novedosas de cerámica (con pasta de papel y pastas autofraguantes), con el fin de crear distintos animales de especies disímiles que en cuya naturaleza suelen transitar por diversos cambios estructurales y fisiológicos.

La propuesta, que cuenta con un detallada bitácora explicativa, de seguimiento y con recetas de preparación, terminó siendo la tesis de su tecnicatura en Cerámica Experimental, cuyo título -entregado con 9,50 de promedio- fue recibido por su madre días atrás en la Universidad Nacional de Córdoba, en un apartado especial donde acudieron docentes de la carrera.

“Todavía no hice el duelo”: La muestra, que se extenderá al menos dos semanas más, cuenta con piezas recolectadas por el propio Amante de su casa, adquiridas por cercanos y hasta galardonadas, como una pequeña escultura que recibiera una mención en la Feria Internacional de Artesanías de Córdoba y cuadros de la misma serie que fueran premios adquisición del Museo Bonfiglioli.

“A la apertura vinieron exalumnas de él, familiares, amigos. La mayoría decía que era como reencontrarse con él en las obras. Puede ser, aunque a mí todavía no me cayó la ficha”, reflexiona.

Juan lo conoció a Eduardo cuando, siendo apenas un niño, les vendía dibujos y moldes de yeso a sus compañeritos de escuela. Mientras crecían y su vínculo era cada vez más estrecho, definieron sus perfiles artísticos: “‘Vos hacés teatro y yo arte plástico’, me dijo Eduardo un día”.

Sus coincidencias terminaron en dos proyectos comunes: un centro juvenil en el barrio Malvinas Argentinas de Villa Nueva en los noventa (“cuando casi nadie hacía política”), y BauHaus, la primera casona cultural donde hoy funciona Polaroid y que sirviera de antecedente a Escena.

Eduardo, tras recibirse de Artes Visuales y Arte Textil en la Bellas Artes partió hacia la capital provincial. Juan Pablo inició su derrotero como performer y prolífico creador de personajes. “Todavía no hice el duelo. Me da la sensación de que cualquier momento llega de Córdoba”, acota.

Juan Ramón Seia