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“Hay que entender a las víctimas”

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“Hay que entender a las víctimas”
María Esther Cafure de Battistelli analizó, a partir de casos reales, las falencias que aún persisten en la investigación judicial y policial
María Esther Cafure de Battistelli analizó, a partir de casos reales, las falencias que aún persisten en la investigación
judicial y policial

La exvocal del Tribunal Superior de Justicia, precursora de la perspectiva de género en la investigación de delitos de violencia familiar, estuvo ayer en Villa María encabezando una jornada de capacitación para funcionarios judiciales y policiales

Un video impactante. Tres historias sin final feliz y un pedido: que se escuche a las víctimas.

Así se puede sintetizar la actividad de capacitación que se llevó a cabo ayer en el auditorio del Colegio de Abogados.

El tema fue la violencia familiar y estuvo a cargo de la secretaria académica de la Oficina de la Mujer del Tribunal Superior de Justicia, María Esther Cafure de Battistelli.

“Quiero que presten atención a las víctimas, que son personas vulnerables, y que cuando después de denunciar vienen a retractarse no tienen que enojarse, sino investigar por qué cambiaron el criterio”, dijo la exvocal del Tribunal al iniciar la charla. En el público, jueces de Paz, magistrados y funcionarios judiciales.

En el inicio de la actividad, organizada por el Centro de Capacitación del Poder Judicial Ricardo Núñez, se proyectó un video con tres historias reales dramatizadas.

En el primero, una mujer golpeada acude a la Justicia, le dan al agresor una orden de restricción, pero nada impide que regrese esa misma noche a asesinarla.

En el segundo, una víctima a la que su marido hacía pasar por loca. Trató de huir, resguardar al hijo, pero la Justicia le ordenó que no impidiera el contacto del pequeño con el padre. El niño desapareció.

En el tercer tramo del video, la tercera historia dramatizada por la actriz Leticia Brédice, una mujer humilde hablaba de lo extraño que le resultaba el lenguaje de los abogados y cómo firmó un acuerdo judicial -sin entender demasiado lo que firmaba- y volvió a vivir con el marido, que la había quemado en una oportunidad y que después volvió a hacerlo.

“A través de estas formas dramatizadas de situaciones reales se trata de demostrar los defectos que existen en la investigación de las fuerzas policiales y también de la propia magistratura. Tratamos de que puedan percibir cuál es la realidad de la víctima”, indicó Cafure a EL DIARIO.

 

Perspectiva

“Es necesario analizar con perspectiva de género los hechos de violencia. Porque no es una víctima cualquiera, una víctima de robo o estafa. Cuando alguien relacionado con la mujer le pega, tenemos que preguntarnos qué pretende con el castigo: sometimiento, obediencia, humillación, todas cosas que causan un demérito en la personalidad de la mujer. Analizar el hecho desde este punto de vista es obrar con perspectiva de género.

Y eso es necesario en la Justicia, porque cuando llega una mujer con una queja no es una queja cualquiera, es una queja que nos alerta que están afectados sus derechos”, dijo, al principio de la entrevista la exvocal de Cámara.

-¿Cuáles son las falencias del Poder Judicial y de la Policía que obstaculizan que muchas mujeres se acerquen a denunciar?

-Fundamente son culturales, hay muchos impedimentos. Incluso, algunos los pone la propia mujer. Hay que educar al funcionario público, sensibilizarlo; pero también a las mujeres, porque tienen que tomar conciencia no de que son víctimas, sino de que son titulares de derechos que se tienen que respetar. No es que lloro porque me golpean, sino que lloro porque me están quitando esos derechos.

Jueces de Paz y magistrados, entre el público que asistió ayer a la jornada de formación

-¿Qué debería hacer la Justicia frente a las retractaciones o arrepentimientos de muchas mujeres que denuncian al agresor y después piden su exculpación?

-Hay que entender que la retractación de la denuncia forma parte del círculo de la violencia. Porque no debemos olvidar que la violencia no empieza en gran escala. Empieza con cosas muy pequeñas que se van naturalizando. El insulto, el maltrato, el ninguneo, la burla. Todo eso se va tolerando, hasta que van subiendo de tono y van destruyendo emocionalmente a la mujer.

Como está sometida, esa retractación es respuesta a una exigencia de su propio agresor. Le dice que eso no va a volver a pasar, le jura por Dios que no le va a volver a pegar, le recuerda que es el padre de los hijos. Todo eso afecta a una persona que ya es vulnerable y eso explica la retractación.

-De los cinco femicidios que hubo en la provincia en 2017, tres fueron en Villa María. ¿Qué lectura hace de eso?

-No hay una lectura, son circunstancias, puede ocurrir en cualquier parte y en cualquier nivel social. Pero todo el mundo se alarma de los femicidios y los femicidios son sólo la punta del iceberg de una violencia subterránea, que no llega a matarlas, pero que denigra a las mujeres y las destruye. ¿Cuántos femicidios? Se cuentan. ¿Cuántas mujeres golpeadas, destruidas hay? Es difícil saberlo.

-Hay voces que aseguran que difundir este tipo de hechos en los medios aumenta los casos de violencia. ¿Usted qué opina?

-Hay que dejar algo en claro: las marchas no producen violencia. Hablar del tema tampoco produce violencia. Aparte, es una obligación de los estados. No hablar, no difundir datos es querer ocultar el tema. Otra cuestión es cómo lo presenta la prensa. La prensa tiene que tener carácter docente, escribimos esto no para estigmatizar a la víctima, sino para que no vuelva a suceder, para que no haya más mujeres golpeadas. El tono de la noticia es distinto. En ese punto, el periodismo no tiene que cumplir una mera función informativa, sino una función docente.

 

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