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«Hay que salirse de las grandes ciudades»

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«Hay que salirse de las grandes ciudades»

Hoy a las 20.30, en Mundo Rojo. Será la misma charla basada en el libro “Bienvenido dolor”, que abordara el año pasado en el Teatro Verdi con algunas novedades de sus estudios

“La gente que menos necesita es la que más fácil emprende el camino a ser feliz”, indica

Pilar, ha venido tantas veces a Villa María que ya sería como una segunda o tercera casa.
-La verdad que me encanta llegar acá y sentir el cariño de la gente. Agradezco también el “feedback” que recibo al terminar las charlas, cuando noto qué se lleva cada una de las distintas investigaciones que presento.

Siendo que será la misma conferencia del año pasado, ¿ha modificado algunos pasajes?
-Va a haber algunas cosas nuevas dado que a mediados del año pasado he actualizado este estudio que lleva ya diez años de trabajo. Además, es difícil que yo haga una conferencia igual a otra. En cuanto a lo novedoso se desarrollará más el tema de las emociones.

¿En sus investigaciones ha incluido alguna vez a Villa María o a Córdoba?
-A Villa María vine una vez a hacer solo un chequeo de un estudio, pero esta provincia siempre está presente. Como hay personas diferentes hay muchas Argentinas: es distinto Jujuy que Río Gallegos que Córdoba. Por supuesto que no puedo especificar diferencias interprovinciales en las charlas porque serían muy largas, pero sí manifestar cualidades generales por países.

Más allá de eso, ¿cómo podría describir a los cordobeses?
-No sé si decir que son más conservadores porque esa palabra tiene una carga negativa. No hablo de rigidez, sino más bien de mantener ciertas costumbres, de ser leales a ciertos rituales. Del mismo modo, son mucho más preocupados por la elegancia que el resto. Hay una cierta compostura de los cordobeses que se destaca de los demás. Y el humor que tienen, por supuesto, los motiva a ser agradecidos y a tener una capacidad de hacer pasarla bien a los demás.

En una entrevista reciente habla del perjuicio que genera tener a “adolescentes abastecidos”.
-Los adultos, en el fondo, expían sus culpas tapando a sus hijos con lo material. Y no tiene que ver con el trabajo, porque mi padre también trabajaba y no era así. Sucede que actualmente cuando los padres están en casa en realidad no están, porque se meten con la tele, la computadora o el celular. Entonces gratifican a los chicos con todo lo que ellos quieren creándoles una mala tolerancia a la frustración, una poca capacidad de iniciativa por algo propio, porque todo se lo dan y un facilismo que atenta contra el espíritu de voluntad.

 

El disfrute de la vida y los vínculos afectivos

En su charla anterior contó la historia de un asistente ciego que le demostró todo lo que podía disfrutar de la vida aún sin poder ver.
-Se trata de Jaime y es una historia preciosa. Apareció en la investigación de “No quiero crecer”, donde los niños consideran horrible el testimonio que les brindan los adultos, ya que no se ríen, no cantan, no bailan, se viven quejando y no agradecen nada. La historia de Jaime es una estupenda lección de disfrute de la vida para aquellos que creemos que no somos discapacitados, pero sí somos discapacitados del alma.

El neurocientífico Facundo Manes dio cuenta de una extensa investigación que se realizó en Estados Unidos sobre la felicidad. ¿La pudo abordar?
-Sí, conozco a Facundo personalmente y al estudio obviamente. Es el más largo que se ha hecho en la historia, incluso murieron varios investigadores en el medio. Determinó que lo más importante son los vínculos afectivos y eso es absolutamente consistente con mi investigación, dado que no se puede tomar la decisión de ser feliz sin afectos.

¿Ya tiene planeado su próximo libro?
-Al estudio lo tengo listo, sólo tengo que sentarme a escribirlo y pasarlo a un lenguaje sencillo. El borrador debe estar listo en septiembre, así que calculo que a fin de año estará a la venta. Ya he reservado algunas semanas entre mayo y junio sólo para eso. Me he atrasado porque he pasado por muchos dolores últimamente.

Se va a llamar “Educar para sentir, sentir para educar” y trata sobre la incongruencia que existe en nuestros países de querer necesitar a un tipo de ser humano afectivo, que pueda disfrutar la vida, que desarrolle sus sueños y que sea sensible en cuestiones sociales y ambientales, pero que no lo estamos educando en ninguna parte, ni en la casa ni en la escuela. Mi investigación empieza en la pareja y llega hasta lo laboral, donde abordo qué hacen las empresas para validar aquellas mal llamadas habilidades blandas que a la larga se transforman entre las más importantes.

¿Cómo inicia sus estudios, plantea ciertas hipótesis?
-Intento no tener ninguna de arranque. Sí que me tiene que pasar algo con el tema. Como yo me las financio sé que me voy a endeudar así que me tiene que interesar. Después elijo a dos o tres interlocutores por país para ver si a ellos también los entusiasma. Luego, empiezo a armar talleres muy pequeños hasta pasar a encuestas personales o por Internet o reúno grupos de 400 personas por ciudad. Lo desarrollo hasta que el tema esté redondo, que suele suceder después de 3 o 4 años. Por supuesto que las investigaciones se superponen, como el tema de la muerte, que la trato en esta charla, donde también se cuela el “No quiero envejecer”.

Por último, usted afirma que la felicidad no está ligada con las condiciones materiales de existencia. Ahora, ¿cómo incentivaría a una persona en situación de pobreza a ser feliz?
-Fíjate que, en mis estudios, demuestro que la gente que es más fácil de emprender ese camino es la que menos cosas necesita. A diferencia del mundo rural, la pobreza del mundo urbano es mucho más violenta, agresiva, afincada en la falta y en la queja por el contraste constante con los que más tienen, generando resentimiento. Yo creo que hay que salir de las capitales y hay que volverse pueblerino, ir más al campo. Por ejemplo, para envejecer sanamente esto es una característica fundamental. En las ciudades grandes se vuelve deprimente, porque todo apunta a la abundancia, al éxito y a la belleza.

J.R. S.

 

«Ejemplos a imitar»

En visitas anteriores, Pilar Sordo recorrió la radio de la Tecnoteca y el Parlamento de los Niños.

He contado mucho en otros países dichas experiencias porque son ejemplos a imitar”, comentó la especialista.

 

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