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Hay una solución para el alcoholismo

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Hay una solución para el alcoholismo
Después de un período de abstinencia, tomar una copa es la antesala de una recaída
Después de un período de abstinencia, tomar una copa es la antesala de una recaída

Escribe Alcohólicos Anónimos
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Quienes estamos en Alcohólicos Anónimos hemos conocido muchas personas de ambos sexos que se hallaban tan desesperados como una vez lo estuvo nuestro cofundador Bill W. Casi todos se restablecieron. Encontraron una solución a su problema de alcohol. Más, en medio de nosotros existe una fraternidad, maravillosa.

Somos como aquellos pasajeros de un barco que después de haber escapado del naufragio se olvidan de las diferencias sociales y se unen en un mismo sentimiento de alegría y fraternidad. Lo que hay de extraordinario es que hemos descubierto una solución común que nos une en una acción fraternal y armoniosa. Es éste el gran mensaje que se anuncia a aquellos que sufren de alcoholismo.

El alcoholismo afecta el entorno de aquél o de aquella que lo sufre como ninguna otra enfermedad puede hacerlo. El aniquilamiento de todas las cosas de valor en la vida afecta a todos aquellos que se relacionan con la persona enferma, repulsa a los amigos y a los superiores. Las vidas inocentes de los hijos, de las esposas y de los padres de alguna forma se vuelven desdichadas. La lista de desgracias podría llevarse hasta lo infinito.

 

De un alcohólico a otro

Psiquiatras de reconocida fama han tenido la oportunidad de tratar a algunos de nosotros y se han dado cuenta de que no han podido convencer a un alcohólico para que discuta su caso sin reservas. Y, cosa extraña, nuestras esposas, nuestros padres y nuestros amigos íntimos encuentran difícil establecer contacto con un alcohólico.

Como contrapartida, sin embargo, el antiguo bebedor que ha encontrado nuestra solución y que conoce bien los hechos en lo que concierne a su alcoholismo, generalmente puede llegar a ser el confidente de otro alcohólico en pocas horas. Pero, en tanto que no exista esta comprensión mutua, no hay nada, o casi nada, que pueda lograrse.

El hecho de ser abordado por una persona que ya ha experimentado el mismo problema y con conocimiento de causa, el ver en su comportamiento mismo que posee la respuesta verdadera, el constatar que está motivada por el deseo sincero de ayudar sin reproches; reunidas todas estas condiciones hacen que el acercamiento sea más eficaz. Nos desanima saber que un buen porcentaje de esos casos se podrían resolver si tuviesen nuestra fortuna de haber podido comprender la gravedad de nuestra enfermedad a través de la palabra de otro alcohólico.

 

Impotentes ante el alcohol

El pudo haber iniciado siendo un bebedor moderado; después pudo convertirse o no en un gran bebedor, pero, en una cierta etapa de esta evolución, no puede ya parar de consumir alcohol a partir de que empieza a beber. El alcohólico hace cosas absurdas, inexplicables y a veces hasta trágicas cuando bebe. Puede ser el hombre más amable del mundo, pero dejándolo beber se convierte en antisocial, repugnante y peligroso. Posee la cualidad de embriagarse en el momento más inoportuno, especialmente cuando es necesario tomar una decisión importante o mantener una promesa. Es a menudo un hombre lleno de equilibrio y de buen juicio en todos aspectos, pero en cuanto al alcohol es increíblemente deshonesto y egoísta. Tiene ante él una carrera prometedora; se esfuerza en preparar un porvenir brillante y después echa todo por la borda.

Las conductas varían de un sujeto a otro. Pero de un modo general, esta descripción lo identificará. ¿Por qué un hombre se comporta de esta manera? Si cientos de veces ha experimentado que una copa significa otra caída con todos los sufrimientos y humillaciones que la acompañan, ¿por qué vuelve a beber? ¿Qué ha hecho del sentido común y de su voluntad, que en circunstancias diversas aún demuestra poseer? Nosotros no sabemos por qué, pero sí sabemos que cuando el alcohólico ha traspasado una cierta etapa, muy poco se puede hacer por él.

 

No a la primera copa

Sabemos que el alcohólico que se abstiene de beber – y esta abstinencia puede bien durar varios meses, o años – tiene un comportamiento parecido al de un hombre normal. Afirmamos categóricamente que si este bebedor toca de nuevo el alcohol, un fenómeno físico y mental se desarrolla que lo hace virtualmente incapaz de detenerse. Todos los alcohólicos que han experimentado esto no podrán más que confirmar lo anterior. Todo esto jamás ocurriría si nuestro hombre no tomara nunca esa primera copa que desencadena el ciclo infernal del que hablamos. Esto se trata de un problema de orden psíquico más que físico. Si se le pregunta qué lo llevó a beber y a su última borrachera, presentará cien motivos de uno y otro tipo. Por extraño que pueda parecer, él no sabe más que usted y yo el motivo que lo empujó a tomar esa primera copa. Queda entonces la idea fija de que algún día se van a curar y, por otra parte, sienten que ya han perdido la partida.

La familia y los amigos del alcohólico sienten vagamente que éste es anormal, pero cada uno espera el día en que el enfermo despierte de su letargo y ejerza su fuerza de voluntad. La dura verdad es que si se trata de un verdadero alcohólico, ese día puede ser que no llegue jamás. El motivo es que la mayoría de los alcohólicos, por razones aún oscuras, hemos perdido la libertad de elegir, nuestra fuerza de voluntad ya no existe más. Estamos sin defensa alguna ante la primera copa.

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