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La ciudad que lo tiene todo

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La ciudad que lo tiene todo

INVENTARIO/España/Barcelona

La capital catalana es, sin dudas, una de las urbes más bellas del mundo. Arquitectura, cultura, ambiente, mar, montaña… una joya de lo más completa

 

Escribe Pepo Garay
ESPECIAL PARA EL DIARIO

1) El modernismo catalán de Gaudí y otros genios

Barcelona es una de las ciudades más bellas del mundo, no quedan dudas. Y en eso mucho tiene que ver su arquitectura, que lleva la marca registrada del modernismo catalán. Un movimiento presente en todas las ramas de las artes locales y que adquiere notable fuerza fundamentalmente en las construcciones urbanas.

El catálogo es casi interminable, pero lo más importante radica en las obras hechas por el genial Antoni Gaudí, como la impresionante iglesia de la Sagrada Familia, la Casa Battló, la Casa Milá (o La Pedrera), el Parque Güell y el Palacio Güell. También hay que subrayar joyas realizadas por otros autores, como el Arco de Triunfo, el delirante y majestuoso Palacio de la Música Catalana, la Plaza Monumental de Toros y el Parc de la Ciutadella, por solo nombrar algunas.

 

2) Preciosas avenidas

Muchas de las obras modernistas de Barcelona residen en las avenidas. Calles de anchos carriles que se le antojan como un verdadero sueño al viajero, merced a lo pulcro del cuadro y a la majestuosidad de los edificios aledaños, arboledas y arreglos florales. Todo, en un movimiento constante pero agradable, alzado por el pulso de caminantes, ciclistas y un tránsito que se mueve al ritmo de violines.

Entre las avenidas más importantes y extremadamente bien parecidas, columnas vertebrales de una metrópoli sin igual, figuran la Gran Vía (la principal), Passeig de Gracia (coqueta y clásica), Passeig de Sant Joan (de aires más barriales, brilla con el Arco del Triunfo al fondo), Rambla de Catalunya y la más moderna Diagonal.

 

3) El mar

También muy conocidas son las playas barcelonistas, que se llenan de turistas de los cinco continentes durante buena parte del año y sobre todo en los meses de calor (de junio a septiembre). Acicaladas por los placeres del Mediterráneo y a tiro de piedra del centro, aparecen balnearios como la Barceloneta, Samarrostro, San Miquel y Sant Sebastiá (y otra media decena hacia el norte).

También en la línea de costa (tan bonita con sus barcitos de playa y calzada con palmeras) especial atención merece la zona del Puerto Olímpico (con sus restaurantes, bares nocturnos, boliches y puerto de navíos) y el maremágnum (que también tiene un pequeño puerto y atracciones varias).

 

4) La Montaña

Si, Barcelona lo tiene todo. Montañas, inclusive, en juego con la Catalunya del centro y el norte, especialista en estos menesteres. La más a mano es la escarpada Montjuic, que se aprecia desde distintos puntos del centro y que justamente descansa muy cerca del casco histórico y de cara al mar.

Entre sus múltiples atractivos, Montjuic alberga diversidad de jardines (como el Botánico) y pequeños parques, el Estadio Olímpico (principal sede de los Juegos Olímpicos de 1992), el Castillo de Montjuic, Pueblo Español, la Fundación Joan Miró, el Icónico edificio del Museo Nacional de Arte, el cementerio y la Fuente Mágica (que brinda un espectáculo de luces y sonidos cada noche).

Del lado oeste surge la montaña de Tibidabo, ideal para disfrutar de las panorámicas de la ciudad y de atractivos como el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, el Parque de Atracciones Tibidabo y jardines varios.

 

5) Lo clásico y la preciosa decadencia

Entre tantísimo que queda por destacar (siempre se antoja corto el inventario de la capital de Catalunya), cerramos con lo que se denomina como “Parte Vieja”. Allí, conectando el mar y Plaza Catalunya (el centro propiamente dicho), sobresale la famosa Rambla, siempre repleta de turistas que acuden a los restaurantes y bares al aire libre, y los comercios de la zona (como el Mercado de La Boquería).

El paseo separa al barrio Gótico del barrio de El Raval. El primero cobija un virtual laberinto de añejas e hipnóticas callecitas, mechadas de barcitos y construcciones como el Ayuntamiento y la Catedral.

En El Raval, en tanto, florece la otra cara de Barcelona. La más colorida, alimentada por inmigrantes de mil mundos (con mayoría árabe y latina), poetas, músicos y prostitutas, casas tomadas por okupas y una preciosa e inspiradora decadencia general.

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