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“La docencia agranda el alma”

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“La docencia agranda el alma”
Coyos aseguró que quizás seguirá vinculada a proyectos educativos

Se jubila la Inspectora de Zona 3220, Graciela Coyos

El miércoles próximo será su último día en ocupar su cargo dentro de la Inspección Técnica. Se retirará de la labor docente con casi 39 años de servicio

“Tengo la agenda completa hasta el miércoles, trabajando en un proyecto…”. Precisamente el miércoles será su último día a cargo de la Inspección Técnica de la Zona Escolar 3220. “Dejo de cumplir acción activa y el 1 de marzo seré una jubilada con casi 39 años de servicio, porque mi vida ha sido la función docente”. Así lo resume la licenciada Graciela Beatriz Coyos.

¿Y el jueves?: “A disfrutar de la vida como aprendizaje, junto a toda mi familia, esposo que me aguanta, hijos, nieto, madre, hermanos, sobrinos, sobrinos nietos…”.

Sin embargo, en la entrevista concedida ayer a un cronista de EL DIARIO, compartió  conceptos que no la despiden ni alejan de ese lugar “que hay que significar y magnificar, y que permitió ser, estar y proyectarme, porque la docencia agranda el alma”.

Aseguró que termina “en lugar de maestra”, “en constante formación”.

Allá por 1979 y a principios de los 80 se inició “como maestra de grado, sin haber terminado la carrera”, convocada en calidad de suplente en la Escuela Doctor Dalmacio Vélez Sarsfield de Arroyo Cabral.

Pasó luego por brindar clases “en todo los grados, de primero a séptimo” (hasta el cambio de la Ley de Educación en 1996) y distintas instituciones educativas: República de Bolivia (Villa Nueva), Fray Chianea, “aunque poquito pero con el impacto de la ruralidad”, José Ingenieros y José Mármol… “Aunque nunca pedí un traslado”, sostuvo. En ese sentido, explicó que esto “es posible por el crecimiento que permite la carrera docente, para asumir liderazgos y que hace a experimentar distintos niveles de gestión”. Así, puntualizó que “hace 16 años” asumió como vicedirectora y al poco tiempo la Dirección de la Escuela José Ingenieros, para más tarde arribar a la Escuela José Mármol.

 

Alumna y docente

Respecto a su formación, apuntó: “Cuando veo mi letra recuerdo al maestro Salessi en la Escuela José Ingenieros (donde cursó la primaria), además las señoritas Lelé, Lidia…”. El Nivel Medio fue en el Instituto Bernardino Rivadavia (1973-1977) y la formación docente en el Instituto Víctor Mercante. “Fueron momentos históricos  con fuerte apertura democrática”, dijo sobre el establecimiento secundario, y recordó que con Pita Monti realizaban “trabajo social en el campus de barrio La Calera, los tres primeros años”. También mencionó a “grandes maestros como (Daniel) Baysre, lo que me marcó cuando la escuela se transformó en modelo de la Unesco”. “Fui activa participante, primero como alumna y después docente”. Rememoró a  Margarita Sobrino, Gloria Vadori, Susana Barco, Marta Parodi, Elida Boiero, Bety Raspo y otros, además de Coti De la Rossa, “nuestra supervisora y profesora de prácticas que nos llevó a la escuelita Chianea y nos enseñó la escuela pública”.

En el año 2000, por último, narró que se convirtió “en una de las primeras egresadas de la carrera Licenciatura en Ciencias de la Educación, primer cohorte, de la Universidad Nacional de Villa María”.

 

La ruralidad

De su breve paso por la escuela rural, pero luego como inspectora, refirió que “ha habido muchos cambios en estas cuatro décadas, pero lo que siempre hay es un maestro y los niños”.

Pero admitió que estos conceptos “lo vengo aprendiendo con los años de los maestros rurales, quienes trabajan desde el encuentro, el compromiso, la responsabilidad y la pasión”.

“La escuela rural hoy ha sido dotada con las TIC, cuando tiempo atrás el maestro estaba aislado, pero crece a partir de un pensamiento solidario colectivo. Hoy deciden en compartir con el otro, colectivizar desde el lugar pedagógico”, enfatizó Coyos.

 

Sin comparaciones

Para la todavía inspectora en funciones, “el desafío de la escuela es aggiornarse a la realidad de las tecnologías de la información con proyectos”. Afirmó que “en la escuela pública se hace mucho” y “las políticas hoy dan posibilidades de igualdad a los docentes”. En tanto, a la hora de ensayar una comparación entre la escuela pública y la privada, marcó que “son distintas opciones”. “Aprendí con los años que ambas son públicas, una de gestión privada y la otra oficial, y no hay nada que denostar una en desmedro de otra. Ambas son importantes para la educación pública y no hay que desprestigiar. Todas trabajan mucho por la infancia, la educación y la formación de una sociedad para un mejor futuro. Seguro que aún faltan mejoras en las escuelas y en la política educativa”, sentenció.

 

Nunca en soledad

“Fue un trabajo en el que nunca estuve sola, formando y conformando equipos, nunca en soledad, con diálogo, intercambio, discusión, crítica”, dijo, para repasar los nombres de “los 400 docentes que han compartido experiencias” y sus compañeros en la tarea: Alejandra Garrido en el Nivel Inicial, Patricia Accastello en la Zona 3210 y Raúl Padilla “en el liderazgo de este equipo”.

A los 58 años, con casi cuatro décadas en la docencia (inició a los 19), otros 16 como directiva y siete en la Inspección, esposa, madre de dos hijos varones y abuela, aseguró sobre su carrera: “No sé hacer otra cosa”.

“No me atrevo a decir ‘me voy’, seguro seguiré vinculada a proyectos relacionados a la educación”, cerró.

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