Inicio Suplementos El Diario Político “La falta de amor, la intolerancia con el otro no es fácil de sanar”

“La falta de amor, la intolerancia con el otro no es fácil de sanar”

0
“La falta de amor, la intolerancia con el otro no es fácil de sanar”
En el centro de las críticas. La intendenta Gabriela Nicolino fue duramente acusada por la UCR local

Nació en La Playosa el 9 de noviembre de 1969. Es licenciada en Educación Física y tiene el título, entre otros, de corredor y martillero público. Es casada y tiene cuatro hijos. La política nunca estuvo en sus planes, se inclinó por el justicialismo sin tener militancia activa. Las cosas de la vida o de Dios (como ella menciona) la llevaron a relacionarse con el tema municipal. Comenzó a trabajar en la Dirección de Deportes durante la gestión de Aurelio Semenzín, en 2001 fue designada jueza de Paz en su pueblo, cargo que ocupó hasta 2015. Precisamente ese año le proponen ser candidata a intendente por una alianza integrada por el peronismo y otros partidos bajo la denominación Juntos por La Playosa. Casi sin esperarlo, ganó las elecciones. Hoy es la intendenta del lugar que la vio nacer, crecer, construir su familia y su vida

Escribe: Nancy Musa
DE NUESTRA REDACCION

Cada persona que tenemos frente a frente para charlar “mano a mano” tiene su impronta. Diversas personalidades, distintas historias, diferentes motivaciones. Cuqui Nicolino llegó a la entrevista acompañada por dos de sus hijos. Es una mujer que nunca soñó con llegar a la Intendencia. No es lo que podríamos llamar un personaje de la política. Es una misionera, una mujer de la fe. Una esposa, una madre, una persona comprometida con el pueblo que le otorgó el honor de conducir hoy sus destinos. Dios está presente en cada una de sus expresiones, el diálogo, la solidaridad, la libertad de pensamiento son los valores que subraya como indispensables. Para ella, todo desafío es un aprendizaje, confía en sus amigos, en su equipo, en los trabajadores, en los vecinos y en la familia que es el principal soporte para cumplir con la misión asumida. Una misión que es difícil, compleja, pero gratificante.

-¿Es complicado ser intendente mujer o no siente diferencias por su género?

-No es complicado ser mujer e intendenta. Eso depende de la actitud que uno tenga para el trabajo. Me desarrollé en muchos ambientes de trabajo, donde la mayoría eran hombres y no tuve ningún problema. Sí, hay que establecer límites, decir las cosas como son y seguir para adelante.

No por ser mujer somos menos que el hombre.

Cuando se entiende que hombres y mujeres son iguales para trabajar, para lo que sea, sin tener en cuenta el género, se obtienen trabajos muy productivos.

-Sin embargo, todavía vivimos en una sociedad marcada por el patriarcado.

-Sí, a veces por una especie de machismo, no sé si es la palabra correcta, los hombres buscan juntarse y por momentos a la mujer la dejan de lado. Pero bueno, es cuestión de pararse, decir “aquí estoy, yo también participo”. Es una cuestión de uno, imponerse y estar.

-Hace un año y medio que asumió la Intendencia, ¿cuáles son los problemas de su pueblo que más le preocupan?

-Todos los problemas en realidad son preocupantes. La necesidad de la gente es un tema, es necesario trabajar fuertemente en el área social. La necesidad en cuanto a la salud, a la vivienda, a la alimentación, a la orientación en problemas comunes que tienen.

A veces la gente no te va a pedir nada, simplemente quiere que la escuchen, que le digas qué es lo que le conviene hacer.

Cuando yo estaba a cargo del Juzgado de Paz, iban todos a plantear sus problemáticas, o sea, que uno ya las venía trabajando, no fue algo nuevo en este espacio. En realidad, hoy es la necesidad de la gente y está bueno que vaya al municipio, que no se sienta sola, que se sienta acompañada, a veces no podemos ayudar en todo, pero ayudamos un poco a cada uno y a eso la gente lo agradece mucho.

-De haber sido jueza de Paz y escuchado el problema de los vecinos, ¿puede decir que en este último tiempo la situación social se agravó?

-Sí, se agravó. Si bien las cosas materiales son importantes, la gente que tiene objetivos, ideales, sueños… la lucha, llega a tener lo que quiere, antes o después, pero sí veo que se agravó a nivel humano. Hay mucho individualismo, mucha indiferencia hacia el otro, el tema de hablar del otro sin importarme lo que piensa y se tiende cada vez más a hacer una sociedad selectiva. Con este sí, con este no, y eso por ahí los adultos podemos analizarlo, observarlo o actuar de alguna manera, pero en los niños, en los adolescentes, esto queda marcado.

Y cuando a un niño o a un adolescente se lo deja de lado, se es indiferente, no se lo acompaña, es muy difícil porque empiezan a salir otras conductas, esto repercute en la familia, en los amigos y eso es preocupante.

Porque el día de mañana ese niño, ese joven va a tener su familia y no queremos que repita la misma historia.

Por eso, siempre digo, las cosas materiales tarde o temprano llegan, estudiando, trabajando, las crisis económicas siempre están en nuestra historia, pero esta falta de amor, esta intolerancia que tenemos para con el otro no es fácil sanarla.

-¿Cuáles son las políticas prioritarias en su gestión?

-El tema de salud, todo lo que sea cultura, deporte, recreación, el tema de la seguridad y todo lo que concierne al municipio. Es multifacética la agenda que tenemos para trabajar en la localidad, desde las herramientas, los recursos humanos. Es preocupante también la problemática de la droga, del alcohol. 

La educación, la salud y la seguridad son pilares fundamentales y se está trabajando mucho. Cuando estuve en la Dirección de Deportes, uno de los sueños era implementar actividades en todas las etapas de la vida para que el día de mañana tuviéramos adultos mayores sanos.

Y ahora lo estamos haciendo, con la educación empezamos desde la mamá embarazada con su protección, nace el bebé y tenemos Sala Cuna, que es un programa que ha bajado la Provincia y es magnífico. Luego pasan al jardín y a la escuela. Y uno está acompañando permanentemente a la actividad escolar.

En el tema de seguridad hemos invertido en 16 cámaras; no quiere decir que no vayan a pasar las cosas, pero vamos pensando en la prevención.

-¿El nivel de pobreza está controlado o tienen muchas familias en situación de riesgo?

-Está controlado. En un pueblo nos conocemos todos y si no vemos determinados casos, siempre hay alguien que avisa. Se trabaja mucho con la iglesia, con Cáritas, con la iglesia evangélica. No es el nivel de pobreza extrema permanente, son situaciones solucionables.

-¿Antes de asumir la Intendencia, usted se imaginaba lo que le iba a tocar?

-No. Uno tiene un proyecto, cuando uno decidió ser intendente armó un proyecto y cuando entré, de ese proyecto no pude aplicar nada. Me embarqué en un lugar, tuve que mirar, analizar y ver cómo podía encajar lo que yo traía en todo esto.

Pero me superó todo, porque a los siete días que asumí se me inundó el pueblo, entonces ¿qué proyecto iba a aplicar?

-Esos imprevistos.

-Sí, si bien el pueblo se había inundado anteriormente. Pensé que se podía inundar, pero nunca tan rápidamente, a los siete días de estar en el municipio.

-La recibió el agua.

-(Sonríe). Sí, a esto (a la Intendencia) lo tomé como una misión. Dios dice que tengo que estar acá, tengo mis manos, mis piernas, mi cabeza puesta en la comunidad. Mis hijos te lo pueden decir, me voy a las 7 de la mañana, vuelvo a casa a las 11 de la noche, estoy abocada totalmente al pueblo por una misión que cumplir.

-¿Son fuertes las críticas?

-Sí, son muy fuertes. Muy fuertes y uno no está preparado. En la vida nos preparamos, generalmente, para lo bueno, cualquier cosa mala, no estoy preparada. Es como que el golpe, luego, nos va fortaleciendo. Pero, las primeras críticas fueron duras de asumir, uno está expuesto las 24 horas del día públicamente. Para mí, listo, si tenía que llorar, lloraba, pero el problema eran ellos (por los hijos), ellos son los que sufren porque es su mamá. No es la intendenta para ellos (sonríe). A nadie nos gusta que hablen mal de nuestra familia, entonces tuvimos que sentarnos varias veces, hablar y aprender todos juntos. Mantenernos unidos, superarnos; son las cosas propias cosas de cada trabajo.

Son pruebas de vida y no significa que le tengamos que cortar las alas al otro. Es un aprendizaje.

-Usted vivió en su pueblo toda la vida, ¿llegar a la Intendencia le hizo perder amigos?

-No, porque no tengo enemigos. Los que se consideran mis enemigos es por la ideología (sonríe), en sí no tengo enemigos, saludo a todo el mundo, si tengo un problema voy y lo hablo, como siempre lo hice. Pero bueno, por ahí uno le llena la cabeza al otro, se va pasando y se hace una avalancha que no es fácil de frenar.

-¿La oposición que tiene es muy dura?

-Siempre los invité a trabajar en conjunto. El hecho de que quieran trabajar o no ya es una decisión de ellos. Lo que acá no tenemos que perder de vista es el pueblo. En 2019 termina mi gestión y no sé si voy a seguir, no sé qué me depara el destino para 2019, si no sigo, me vuelvo a mi casa y voy a continuar siendo un ciudadano más.

O sea, por ahí hay actitudes que no entiendo por qué las tienen, me parece que son infantiles, porque somos todos adultos, personas del pueblo y que tenemos el compromiso de trabajar para el pueblo, nada más.

-¿Qué visión tiene sobre las elecciones legislativas? ¿La campaña se está poniendo calentita?

-(Risas). Sí, en eso sí. Están trabajando mucho para la preparación de la campaña y va a ser una pelea (se ríe), pelea en el buen sentido de la palabra. Creo que Unión por Córdoba tiene muy buenos candidatos, con Martín Llaryora, Alejandra Vigo, toda la lista.

Trabajo con ellos por la relación con el Gobierno de Córdoba y siempre me han cumplido en tiempo y forma. En todo nos cumplieron, desde el gobernador, Alejandra y Martín no nos abandonaron como pueblo.

Y hay que ser agradecidos, porque a nosotros el agua nos llegó seis veces.

-La Provincia los respaldó.

-Sí, al otro día que nos llegó el agua nosotros teníamos las máquinas de la Provincia ahí. Llovían 30 o 40 milímetros y se inundaba. Nos mandaron asistencia, alimentos, colchones porque se venía el agua ya en la sexta. Me mandaron alcantarillas los de Policía Ambiental para tapar todos los canales clandestinos. Tuve que salir a pedir 26 autorizaciones para hacer un bypass al canal grande para que entrara menos agua.

Lo hice, puse la cara, porque tenía dueños de campos de Santa Fe, Tucumán, Buenos Aires, porque son campos alquilados; fui, lo hice, hablamos y el bypass está hecho; llovió 200 milímetros y no nos inundamos.

Por eso, hay que ser agradecidos. Así como hay gente que vino y me dijo: “¿qué te hace a vos que se te inunden tres o cuatro casas del pueblo? A mí se me están inundando 400 hectáreas”, pero, a ver, “no vas a sembrar este año, pero cuántos años sembraste y pudiste cosechar y no tenés una casa, tenés varias; a esta gente si se le inunda la casa, no puede más salir adelante”.

Bueno, por ahí hay gente que puede más, pero otra que tiene lo justo para vivir y ahí debemos estar como Estado.

-¿Con el Gobierno nacional tiene algún tipo de relación?

-Solamente nos ha ayudado con un viaje de sexto grado, el año pasado con los chicos que van siempre a Embalse. Y trabajamos con Vialidad Nacional por un tema de la ruta 158. Pero hasta el momento no hemos recibido nada. Fui a Buenos Aires varias veces, pero todo es por sistema, todo es por Internet, no hay esa comunicación persona a persona con la que podemos llegar de otra forma. Porque podemos entrar datos por Internet, pero no es lo mismo, sentarnos con un funcionario y explicarle lo que es nuestro pueblo, lo que tenemos, lo que necesitamos.

Eso ya frena la relación y por el otro lado, analizando lo que son los proyectos que tienen a nivel nacional veo que están hechos para la Capital, están pensados para las grandes urbes y en los pueblos no funcionan.

-¿La invitaron alguna vez a las reuniones con intendentes que organiza el PRO?

-No, nunca. He ido a Buenos Aires, visité varios lugares, pero te dicen que no vayas porque hay que ingresar todo por Internet.

Sí tuve al principio una charla con el legislador Darío Capitani, que me dijo que cualquier cosa que necesitara lo llamara, lo llamé para el viaje de los chicos de sexto y nos ayudó a conseguirlo. Es un viaje que se hace desde hace 20, 30 años y hubo problema con la transición de gobierno por los hoteles. En eso Capitani intercedió y los chicos pudieron viajar.

-Cuqui, ¿soñó alguna vez con ser intendenta?

-No, jamás (sonríe). Quería ser bombero, maestra de Educación Física de la primaria y quería estar en la Fuerza Aérea, todo un popurrí.

-¿Cuál era su personalidad en la infancia?

-Era traviesa (risas). Era traviesa y estaba en un barrio donde había muchos varones, por eso no me afecta trabajar con hombres (risas). Era muy traviesa, dañina, pero buena, me gustaba andar mucho, mucho; en el barrio éramos dos nenas y los demás todos varones. Teníamos el parque frente a mi casa, era el único parque que había en Playosa, así cuando salíamos de la escuela íbamos todos, éramos 40 a veces, yo estaba siempre andando.

-¿A qué se dedicaban sus padres?

-Mi papá era empleado en una cooperativa agraria en la parte de cargar bolsas de semillas, después manejó un camión, se jubiló y siguió manejando, hasta que un día dejó porque no le daban más las piernas. Y mi mamá en un tiempo tuvo el Entel, que era el teléfono, la cabina pública. Recuerdo que había que darle rosca al teléfono (sonríe), llamabas a la operadora en Villa María, la operadora llamaba a la persona de Playosa con la que te querías comunicar y se enganchaba una ficha. Era toda una obra de arte hablar por teléfono. Había 33 teléfonos en esa época en el pueblo.

Un día mi mamá se cansó porque eran las 24 horas y dejó. Aparte de eso ella cosía, tejía, era la propia ama de casa que hace todo. Al día de hoy sigue siendo así, tiene 83 años, vive solita y se sigue haciendo todo y encima nos ayuda a nosotros.

-¿Alguna maestra cuando la encuentra le dice “me hiciste renegar cuando eras chica”?

-(Se ríe). No, recuerdo mucho a la maestra de primer grado, Nieves Perini, todavía vive, nosotros le decíamos la señorita Nieves. También recuerdo a la señorita Gladys, que era muy recta, y yo era de hablar mucho, no me callaba nunca. Entonces, estábamos sentaditos de a dos con un compañero del campo, Marcos Giovanini, que falleció, era cura; la habíamos cansado ese día a la maestra y nos puso una cruz con cintex en la boca (risas). Nos ponía el cintex y no hablábamos más.

Ella nos manejaba con eso. Ahora está en el hogar y cuando la voy a saludar le digo: “¿Te acordás cuando nos ponías el cintex?” (risas). Y era así, tengo los mejores recuerdos de la escuela primaria, la señora Chola, que era la directora, fue una persona que guió a muchas generaciones.

-¿Por qué no cumplió el sueño de ser bombero o de la Fuerza Aérea?

-Bombero porque no había en mi pueblo. Veía el bombero de Villa María como el ejemplo. Y de la Fuerza Aérea me gustaba mucho la formación militar, no para castigar al otro, sino la formación; fue un sueño que no pude cumplir. Porque a esta altura no lo puedo hacer más.

-¿Por qué se inclinó por Educación Física?

-Teníamos una maestra en la primaria, la señorita Ana, que venía de Villa María y nos hacía participar de los juegos y ahí pensé que quería ser maestra de Educación Física y lo sostuve en el secundario.

Pude entrar en las Rosarinas, había muchos requisitos, teníamos que hacer un cursillo de adaptación y logré entrar. Hice la carrera en tiempo y forma y al poquito tiempo de terminarla ingresé como preceptora. O sea, que la parte de Educación Física la pude desenvolver en la Dirección de Deportes.

-¿Quién la convocó a la Dirección de Deportes?

-En ese momento el intendente era Aurelio Semenzín, me convocaron para atender la pileta del parque, arranqué con eso y le fuimos incorporando cosas, yo estaba sola en ese momento. Estaba a full toda la semana, trabajaba en el estudio de Elidio Alemani también y no me fue fácil.

-¿La política de qué manera entra en su vida?

-Tuve un gran acompañamiento, que fue Elidio Alemani, él siempre estaba trabajando en política, era secretario de Gobierno del municipio, y en el estudio siempre hablábamos los temas.

Nunca me inculcó que entrara en la política, pero me fue interesando. En casa mi mamá me cuenta la historia de Evita, entonces empiezo a informarme y adhiero a esa ideología, pero no por militar activamente, sino que comienzo con estas charlas y luego estando en la Municipalidad uno empieza a ser de la familia (sonríe).

-¿Al Juzgado de Paz cómo llega?

-Porque me lo proponen a nivel judicial y a mí siempre me gustaron los desafíos. Podía sacar licencia en la escuela y dije “bueno, pruebo”. Saqué dos años de licencia, me gustó, renuncié y me quedé en el Juzgado.

-Mientras estuvo en el Juzgado llegó otro gobierno, esta vez de signo radical, ¿qué relación tuvo?

-Casi nada. Me acerqué con varios proyectos, pero bueno, no les dieron cabida. Más que lo justo y necesario. Son dos poderes distintos, uno el Judicial y otro el Ejecutivo.

-¿Su relación con la intendenta anterior, María Cristina Barbisán, fue también escasa?

-Ella era la directora del establecimiento cuando yo era preceptora. Trabajamos juntas 12 años, después me voy al Juzgado de Paz y a partir de ahí la relación conmigo se cortó. ¿Por qué cuestión? No lo sé. Es más, el día que debía entregarme el mandato no se presentó y me lo entregó el presidente del Concejo, Adolfo Cordero, y el secretario de Hacienda, Roberto Barbisán. Creo que en una elección uno la gana o la pierde y creo que ella se olvidó de que estaba representando a un pueblo. Porque en lo privado uno puede hacer lo que quiera, pero en lo público el traspaso es muy importante, había proyectos que en ese momento se estaban ejecutando y uno no lo supo.

A mí nunca me recibió antes de asumir, tampoco me entregó el gobierno, cuando se podría haber ido bien, porque más allá de haber perdido una elección hay que ser agradecido. Ella pudo ser directora de una escuela, hizo ocho años de gobierno, que no es poca cosa, se podría haber ido bien. Creo que tendría que haber estado presente en el traspaso, pero tuvo una actitud que no fue buena.

-Vamos al momento que le propusieron ser candidata a intendente.

-Me llaman un día que estaba la propuesta, que habían hecho unas encuestas (se ríe), que daba imagen alta, pero tenía que renunciar como jueza de Paz para ser candidata. Era blanco o negro. No me disgustó la idea, porque vi la posibilidad de esos proyectos que yo no había podido encarar por la otra gestión, poder hacerlos. Podía tener la posibilidad.

Analicé que en el Juzgado me quedaban dos opciones: o seguía estudiando Abogacía para seguir la carrera o me quedaba ahí.

Así que lo estudié, lo hablé con mi marido; mi marido es una persona que nunca me cerró las puertas en nada, siempre me apoyó y me dijo que Dios siempre nos ayudó y que si me iba mal, teníamos la familia. Dios siempre estuvo a nuestro lado en los peores momentos. Lo hablé con los chicos. Y pensé: “Lo voy a tomar como una misión y Dios dirá si quiere que esté en ese lugar o no”.

Renuncié al Juzgado y ahí empezó. Y el peronismo, vecinalistas, otros partidos estaban todos unidos. Y así fue (se ríe).

-¿Tuvo acompañamiento del Gobierno provincial?

-No, porque nosotros fuimos solos por una alianza en el pueblo. Encima se votaba con las elecciones de la provincia y fue muy difícil porque no teníamos gobernador, íbamos perdidos allá abajo como intendente y había que explicarle a la gente cómo votar porque era una boleta única.

Había que explicarle dónde hacer la cruz, para no confundirse. Trabajamos mucho.

En la lista éramos 20 personas, no puedo nombrarlos a todos, y entre los dirigentes históricos estaba Edgar Olcelli, Aurelio participaba de algunos reuniones, no me quiero olvidar de nadie porque fuimos un grupo muy grande.

-¿En el momento del escrutinio hubo muchos nervios?

-No estaba ahí (se ríe). Esperé en el local, en el lugar donde nos habíamos juntado todas las noches, fue larga la espera, supimos el resultado como a las 11 de la noche y cuando salieron los fiscales de la escuela nos dieron la noticia.

-¿Se largó a llorar, por lo menos?

-(Se ríe). Lloré, nos abrazamos, tenía una adrenalina encima, pero a ver, yo estaba preparada para perder, no para ganar. Me decía “¿y ahora qué hago?” (sonríe). Son desafíos muy grandes y hay que estar bien plantados como familia, porque si no, esto te destruye.

-¿Qué proyectos aspira a cumplir antes de terminar su mandato?

-En realidad, los proyectos en sí se fueron cumpliendo y ahora este año vamos a empezar el de las viviendas, en agosto se arrancaría. Después se cumplieron muchas cosas y van surgiendo otros sueños que no los vamos a lograr en cuatro años. Me gustaría que el Polideportivo estuviera techado. Nosotros tenemos 34 talleres en los que están pasando alrededor de 800 personas de todas las edades. Y con ese salón techado descomprimiríamos mucho, pero nada dice que es imposible.

-¿Las cuentas están equilibradas?

-Sí, los contribuyentes fueron pagando, hubo que concientizar mucho. El año pasado se hizo una moratoria por seis meses, la gente se fue reacomodando, nos tocó reorganizar el tema impositivo, recategorizar acorde con los servicios que tienen.

-¿En algún momento, en este año y medio, se preguntó “qué estoy haciendo acá, por qué no me quedé en el Juzgado de Paz”?

-(Risas) Siempre. Si bien esto es un poder que es muy soberbio y egoísta, tiene sabores lindos, como el lunes que vino el gobernador, lo que la gente vivió, lo que trajo para el pueblo, uno piensa que vale la pena. Pero más de una vez nos decimos eso que preguntaste.

-¿La relación con los trabajadores es buena?

-No sé qué pensarán ellos de mí, pero no tengo problema con nadie. Por supuesto, uno tiene que marcar pautas de trabajo y si no se cumplen, tiene que haber alguien que ponga orden.

Pero siempre considero que hay que dialogar, ver qué le pasa al otro, acercarnos y saber si tiene algún problema. Tiene que haber un ida y vuelta de las dos partes porque se trata de ser personas.

Tuve que limar asperezas, porque cuando entré se pensaban que los iba a dejar sin trabajo, estaban con miedo y tuve que agarrar grupos chicos y explicarles que no iba a sacar a nadie.

Fue todo un proceso.

-¿Cuál es tu sueño hoy, que ya pasó el de ser bombero?

-Jubilarme (se ríe). Mi sueño es que los hijos puedan estudiar, que puedan ser felices como lo hacen, que sepan que su mamá y su papá están siempre y que los vamos a apoyar. Y como pueblo, poder llegar a 2019 con una gestión que podamos llegar a todo lo proyectado, si Dios decide que siga por este camino, dar lo mejor de mí y si no, que disponga dónde quiere que esté.

Lo que uno anhela es que no haya egoísmo, que no haya odio, que seamos libres de pensamiento, es lo que los niños necesitan.

Dios dirá para qué lado tengo que ir, me sostengo mucho en la fe y cuando estás entregado, Dios hace cosas que solo el que está entregado las puede recibir.

Opiniones

Mauricio Macri

Es el presidente de todos los argentinos, nuestro respeto. Creo que los que estamos representando pueblos tenemos que garantizar la gobernabilidad, que cumpla su mandato, sí creo que los programas que han bajado no fueron pensados para el interior.

Juan Schiaretti

Con Schiaretti tenemos una relación más personal, tenemos más encuentros, para mí es una persona muy observadora, muy analítica de la realidad, muy claro en sus conceptos, muy preciso y piensa en los que no tienen. Siempre está pensando en programas para quienes necesitan.

Martín Gill

Una persona muy solidaria. Martín fue uno de los primeros que levantó el teléfono cuando nos inundamos. Y ni lo conocía. Fue muy importante que a las 7 de la mañana sonara el teléfono y fuera él preguntando qué necesitaba.

Nos ayudó con la bomba, que la llevaron ellos, entonces para mí es una persona muy solidaria, lo respeto mucho y le tengo admiración porque es muy humano y muy sensible. Es la imagen que tengo de él.

Me gusta

Bailar, estar con la familia, cantar

Me encanta

Salir a misionar

Me divierte

Los niños

Me entristece

La falta de amor

Me enoja

Que no te digan las cosas de frente, en realidad no me enojo nunca

Print Friendly, PDF & Email