La lucha por Lola

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La lucha por Lola
Lola padece una enfermedad cruel, pero sigue adelante
Lola padece una enfermedad cruel, pero sigue adelante

Lola llegó a las manos de una compañera en pésimo estado. Sus “dueños” no la querían más porque decían que no tenían plata para pagar un tratamiento veterinario, y que si nadie la quería iban a tirarla al río.

En ese momento mi compañera la agarró y se la llevó a un provisorio, estaba en una bolsa, no se movía, pelada y con parte de la piel lastimada al rojo vivo. Ahí es cuando me comenta que necesitaba un hogar provisorio en donde no tenga contacto con otros animales porque no sabían aún qué tenía.

Me ofrecí para recibirla en casa y así es como la conocí… Cuando la vi por primera vez me daba mucha impresión tocarla, está toda lastimada y con mucha sangre. Después de algunas inyecciones que le pusieron para darle defensas, empezó a querer pararse y caminar. Le costaba mucho y se cansaba enseguida.

Me la llevé a casa y ahí arrancó el tratamiento veterinario: análisis, inyecciones para levantar las defensas, se descartó que lo que tenía era sarna y hongos… Lola tiene una enfermedad que se llama demodexia.

La demodexia es producida por un parásito llamado “demódex” que tienen los animales y se va reproduciendo. Si se agarra a tiempo, ya que es muy común en cachorros, con tratamientos simples, se cura.

En el caso de Lola ya estaba muy avanzada la enfermedad; tenía la piel inflamada y por partes del cuerpo estaba pelada. Esta enfermedad es producida generalmente por el estrés o el mal cuidado animal.

Cuando los “dueños” le entregan a mi compañera a Lola, entre otras cosas le contaron que había tenido seis veces cachorros (como es similar a los perros de raza shitzu, la cruzaban con un puro y vendían los cachorros como si realmente fueran puros), después de cada vez que tenía los cachorros nunca se dio las vitaminas ni los cuidados correspondientes, además, en la casa donde vivía había otros perros más grandes que ella, entonces la atacaban y la mordían.

Para que no la lastimaran -porque les “servía” para hacer la cría- la tenían encerrada en una jaula. Y a causa de esto, además de no caminar, las uñas de las patitas las tenían muy larga.

El veterinario me dijo que en el estado que estaba ella, era una enfermedad que no se curaba; sólo se trataba para que no empeore.

Con todo ese diagnóstico comenzamos con el tratamiento, donde día por medio le ponían inyección para matar al parásito y proporcionarle defensa y vitaminas a ella.

Cuando se consideró que ya estaba mejor, se arrancó con los baños con un líquido especial, tres veces a la semana. Paralelamente y esperando que se recupere, yo tenía que lograr que ella caminara… Estaba tan decaída y falta de vitaminas que no tenía ni fuerzas para pararse. Salíamos a dar una vuelta a la manzana y hacía media cuadra y se sentaba y lloraba. Además, sus uñas largas le molestaban para caminar y no se la podían cortar hasta que no tuviera las defensas altas.

Así pasaron los días y a Lola le iba creciendo el pelo, ya de a poco se le cubría todo el cuerpo, las defensas subían. Y ella estaba más animada, caminaba, saltaba, corría, jugaba… Se asustaba bastante con ruidos fuertes o golpes.

Un día me dijeron que ya habían conseguido un lugar definitivo para Lola y que seguirían el tratamiento los nuevos dueños. En ese momento es cuando pensé en todo lo que habíamos pasado juntas. Ella ya me pedía para salir afuera a dar vueltas, dormía en la cama; día por medio la llevaba a la veterinaria para su baño… Y nada me dejaba la tranquilidad de que la iban a cuidar de la misma manera que lo hacía yo.

Entonces decidí dejármela, decirles que su hogar definitivo estaba en mi casa. Y así fue. Lola se sumó a mi familia.

Hoy sigue con su enfermedad, sigue con los baños (1 o 2 veces al mes), pero está bien… Ya tiene pelos por todo el cuerpo. Muuucho pelo, tanto que en el verano se lo hago cortar para que no sufra del calor.

En los cambios de temporada (principalmente verano e invierno), ella empieza a perder mucho pelo, pero con los baños sigue perfecta.

Lola cambió mi vida. Ella va con nosotros a todos lados, es buena y obediente, y súper agradecida y mimosa. Hace un año tuve mi primera hija… Con ella juega muchísimo. Y las dos se divierten y se buscan permanentemente.

Hoy me siento feliz y orgullosa de haberle cambiado la vida. Si no se arrancaba el tratamiento, Lola se moría…

 

 

Gimena

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