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“Los pibes necesitan adultos que les den respuestas claras”

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“Los pibes necesitan adultos que les den respuestas claras”
“La escuela tiene que ser y puede ser contracultural”, afirmó el visitante

Gustavo Iaes, asesor en Educación

Retomar el orden en las aulas para generar el espacio que permita transmitir conocimientos sólidos al menos, en Lengua y Matemática. Esa es la esencia del aporte de Gustavo Iaies, quien dio una capacitación a los docentes del Trinitarios.

El licenciado Iaies, un hombre que empezó su carrera educativa en las aulas y que ahora asesora en materia de educación a varios países de América, estuvo en Villa María invitado por el Grupo Educativo Trinitario.

En diálogo con EL DIARIO, abordó la problemática de la escuela actual y sugirió el camino para la escuela del futuro.

Básicamente, esa nueva escuela “no es muy diferente a la actual”, pero se basa en recuperar el orden en las aulas para que sea un espacio donde se puedan trasmitir conocimientos sólidos. “Los pibes tienen que saber leer bien, entender los textos y acceder a un pensamiento matemático. El resto, como la Tecnología, si está, mejor, pero no es lo importante”, planteó.

En la charla, partió de la percepción “de una sociedad que ha perdido el apego a la norma” y en base a esa idea, afirmó que “a la escuela le pasó lo mismo”.

“Hay una sensación entre los pibes, que ven adultos que no terminan de decidir si algo es blanco o negro. Necesitan un mundo de adultos que den respuestas más claras”, dijo.

Para ejemplificar la afirmación, relató una anécdota en una escuela de Buenos Aires, cuando un alumno de 15 años cuestionó duramente a un profesor por haber faltado 10 días a clases y luego, en la primera clase a la que asistió después de la ausencia, dijo que se quedaría solo 10 minutos porque debía hacer trámites. “El profesor en cuestión llamó al rector para que amoneste al alumno y la autoridad de la escuela, al hablar con él, le pidió que cuando tuviera cuestionamientos, los planteara de mejor modo. Eso no es que esté mal, pero le quedó la sensación, al estudiante y al rector, que acá a esto no lo ordena nadie. Y el problema también se lo generan a los profes, que van a dar clases con mucha inseguridad, porque los padres cuestionan, las autoridades no apoyan y eso se hace difícil de afrontar”.

Más allá de la respuesta ante hechos como este, Iaies entiende que lo importante “es que la respuesta sea clara, y ante una misma situación sea siempre la misma respuesta. Las frases de compromiso no funcionan, los chicos se dan cuenta”.

También señaló que se presentan nuevos problemas: “Una pregunta de un preceptor es si está bien hacerse amigo en el Facebook de los alumnos. Es una pregunta aún sin respuesta, pero que habla que se presentan problemas nuevos”.

Lo importante, a criterio del especialista, es que “la escuela necesita construirse hacia adentro, con un proyecto que se defina y que, una vez en marcha, hay que bancárselo. La escuela no puede estar discutiendo todo el tiempo con todos y sobre todo, porque eso no termina más. Hay que recuperar el orden”, dijo.

Aclaró que cuando se refiere a un orden en el aula, no habla del funcionamiento de las escuelas de varias décadas atrás, “donde te ponían 45 minutos de plantón y llegabas a tu casa y te volvían a retar. Era sí una escuela más ordenada, pero autoritaria y verticalista”. “No hablo de volver a ese modelo, pero sí a uno en el que se pueda tener un espacio para trasmitir los conocimientos. Los pibes están necesitando que los adultos nos ordenemos un poco mejor”.

También en este caso, fundó su argumento en un ejemplo: “Hace tres años, a un alemán que estudiaba en Buenos Aires, le pregunté qué le llamaba la atención. El me dijo que el problema es que no se entiende que hay que hacer y qué no. “¿Qué hacen cuando suena el timbre?” me preguntó, porque él veía que unos entraban al aula, que otros iban al baño y que otros se quedaban jugando. Ante esas diferencias, el profe no hacía nada. “¿Cuándo te piden algo, lo tenés que llevar?”, consultó, porque si alguien no lo trae, ve que un profesor invita a trabajar con un compañero, otro se enoja y un tercero pospone la actividad. Hay que tener reglas claras”, dijo.

“En la anteúltima prueba PISA, había un ítem que era orden en las aulas. Argentina quedó en el último lugar del mundo en ese item. Lo que se preguntaba eran cinco puntos y muy básicos, como el hecho de saber si te podés concentrar en el aula o si cuando llamás a un profe puede venir”, dijo.

-¿La escuela puede ser diferente a la sociedad en la que se desenvuelve?

-Tiene que serlo y puede serlo. La escuela en tiempos de Domingo Faustino Sarmiento era tremendamente contracultural, o sea, la maestra te decía acá no podés hablar así, ese lenguaje si querés usalo en las canchas. La pollera tiene que ser así, si la querés más corta en un baile no hay problema, pero acá no. Hay que construir la idea de un orden escolar, que en una sociedad como la nuestra, puede ser contracultural.

Pero eso requiere un plan de ordenamiento, un acuerdo de profesores, que todos sepamos que hay que hacer y que sepan los docentes que tienen apoyo de las autoridades.

Desde esa seguridad, ese orden, surge la creatividad; si no es anarquía. La creatividad surge a partir de un orden, que vos podes transgredir, pero que existe. Hoy no hay nada para trasgredir.

-¿La escuela contiene o enseña? ¿O ambas?

-La única manera de que la escuela garantice un futuro es que trasmita saberes. Y saberes sólidos. Cuando te dicen que hay que utilizar las herramientas de los chicos, como el teléfono, yo creo que no es tan importante. En la escuela los chicos tienen que aprender a leer y entender lo que leen. Tienen que poder pensar y entender el mundo matemático. Después puede haber más, pero hay que partir de un principio. Y para transmitir esos saberes, tiene que tener una pauta, un orden.

La escuela del futuro tiene que tener también más contención, más cuidado. El docente de esa escuela del futuro tiene que aprender a trabajar en equipo y a escuchar más.

-¿Cómo ve el actual contexto político para el desarrollo de esa escuela?

-Yo tengo la sensación de que nos falta aclarar qué tenemos y hacia dónde vamos. Hay cosas que están bien, como el acierto de la prueba Aprender, pero no ha habido un buen trabajo con directores sobre los contenidos de esa evaluación. Creo que hay buenas intenciones, pero en muchos casos no pasa de eso.

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