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Lucía Ballatore – “Van dos años de Gobierno, quiero tener esperanzas pero se van derrumbando”

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Lucía Ballatore – “Van dos años de Gobierno, quiero tener esperanzas pero se van derrumbando”

Nació en Luca, el 3 de julio de 1961. Soltera. Es profesora de Historia y Geografía, docente del Grupo Educativo Trinitarios. Comenzó la militancia, en 1982, en la Unión Cívica Radical, en el marco de Línea Córdoba. Fue secretaria de JR villamariense, vicepresidenta del comité de circuito y congresal provincial. Ocupó una banca de concejala desde 1998 a 1999 y siguió hasta 2003. Trabajó dos años en el Congreso de la Nación con Oscar Aguad. En 2005 cumplió tareas en la Legislatura Provincial convocada por María Alejandra Mattar. Fue convencional constituyente en la reforma de la Carta Magna de la provincia en 2001. En 2014 se alejó de la militancia activa

Escribe: Nancy Musa

Personalidad fuerte, contestataria, con principios muy arraigados que heredó de sus padres. Hoy, está más tranquila, cumpliendo su labor docente y disfrutando su vida personal. Lucía Ballatore es una mujer acostumbrada a llamar las cosas por su nombre. No oculta ni disfraza su pensamiento a la hora de hablar de la situación del partido que abrazó en su juventud. Sufrió decepciones en el camino recorrido, cosechó amigos y guardó varias satisfacciones.

Hoy mira la política desde afuera, conserva los colores del radicalismo en su corazón de militante pero ha perdido parte de sus esperanzas en los dirigentes que tienen la responsabilidad de representar a la sociedad en estos tiempos.

 

-¿Por qué tomó la decisión de alejarse de la militancia activa después de tantos años?

-En principio no era una cosa que venía madurando. Un día, después de ir a la casa radical, mirar, y escuchar lo que pasaba, amanecí y me dije “no quiero más esto”.

No es que no quiera el partido, tampoco que haya olvidado los principios del radicalismo, yo los tengo más firmes que nunca y mucho más firmes que algunos dirigentes.

Y así me fue retirando, tengo un amigo que tiene mucho futuro en la política, Alfredo Nigro, y él siempre me pide que vuelva. “Te necesitamos”, me dice y la verdad que estuve años en la política y nadie me dijo te necesitamos.

 

-¿La militancia durante treinta años fue una pasión para usted?

-Sí, milité porque era mi vida, porque me encantaba, mis dos grandes pasiones eran la docencia y la militancia. De pronto un día fui al comité y me pregunté ¿qué hago acá? ¿Qué hago en el comité que me cobijó y fue mi segunda casa junto con el colegio Trinitarios?

Y pensé, mañana me tengo que levantar a las 6 de la mañana, y estoy escuchando cosas que no tienen que ver con el radicalismo, con las soluciones a la gente, cerrados en sí mismo, discutiendo, peleando.

Y me di cuenta que ya no tenía más ganas de discutir porque éramos todos correligionarios, villamarienses, y sentí que era el momento de construir cosas y no de pelear.

 

-¿En qué momento sintió la necesidad de irse?

-Fue en la previa de la definición de candidatos a intendentes, la previa a la definición del radicalismo PRO o PRO radicalismo, entonces directamente no fui más. Me convocaban pero no sentí ganas de ir y no fui más, pero no dejé de ser un animal político.

Porque sigo analizando, y con algunos amigos seguimos dando la discusión de la política.

Y creo que no solamente se dio en mí, lo de alejarme, se dio en mucha gente de mi generación, porque vino una avalancha de jóvenes que querían modificar todo y la verdad yo no entendí que la juventud pasara por los años.

La juventud pasa por renovar las ideas y yo veía que esa juventud, que algunos están en el gobierno, sigue con las mismas mañas políticas del 83 (sonríe).

Y como yo se retiraron un montón y no estoy culpando a las autoridades del comité, para nada.

 

-¿Usted tuvo una relación cercana, a nivel político, con Oscar Aguad?

-Sí, y con otros altos dirigentes en su momento. Una persona que nunca dejé de querer a Pocho Angeloz porque nací en política a la par de él. Y le debo agradecer eso a Luis Caronni. El es el que me llevó a la política grande, acompañándolo en la Legislatura.

Me acuerdo de esas reuniones con el Pocho, y te cuento una anécdota cuando le hicieron el juicio y lo absolvieron yo estaba dando clase. Teníamos uno de esos teléfonos grandotes, que era como cascotes (se ríe) y no podía ver el mensaje. Era un mensaje de mi papá que decía “lo absolvieron”.

Me dio pena que falleciera porque, más allá de sus mañas, era un referente importante.

Y con el doctor Aguad milité diez años, desde el año 2003 más o menos.

Y fuimos inseparables con mi amiga Katy Mattar, una dirigente de Río Tercero, que fue de las cosas buenas que me dejó la política. Con ella recorrimos la provincia militando para Aguad.

 

-¿Después de haber militado con Aguad qué análisis hace de la función que está cumpliendo actualmente?

-Yo era una gran defensora de Aguad, lo veía y lo sigo viendo como un tipo inteligente, capaz. Pero me parece que en esa ambición de ser, de ir cada vez más alto, en el último tiempo, antes del acuerdo con el PRO, creo que Aguad se presentó más PRO que radical.

Y yo no tengo nada contra la gente del PRO, pero cuando hacemos el análisis del radicalismo no metemos al PRO.

El problema es nuestro, del radicalismo, y ahí empecé mi alejamiento con él, mejor dicho él se fue alejando de nosotros que habíamos sido una parte importante de su construcción en la provincia. Es más, nos dejó de hablar, ahora es un ministro de la Nación.

 

-¿Y ya no les habla?

No, a mí personalmente no (risas). Se ve que puso sus fichas en su yerno y en un grupo reducido de gente de la capital de la provincia. Pero por eso no voy a desmerecer su capacidad.

Me acuerdo que cuando todavía se discutía en Córdoba la no alianza con Luis Juez, mirá que ironía uno de los grandes defensores de no plantear la alianza era Mario Negri. Yo estaba trabajando con Aguad, y nosotros apoyábamos la postura de Negri considerando que el radicalismo tenía la suficiente identidad para ir solo.

Son todas cosas que te van desgastando, te van doliendo, además nunca Aguad vino y nos dijo “qué bien lo que hicieron”, cosas que son necesarias.

Pero esto lo digo sin ningún resentimiento, porque si tuviera otra vida en la Tierra haría exactamente lo mismo.

 

-¿Qué le pasó al radicalismo, por qué llegó a tener que unirse al PRO?

-Creo que el radicalismo somos todos, los que se unen al PRO son los dirigentes del radicalismo. La base de la militancia, la que labura, la que trabajó, golpeó, esto de timbrear como se dice ahora yo lo hice históricamente, nosotros no estábamos de acuerdo con la alianza. Pero se armó una convención en Gualeguaychú donde ninguno de nosotros éramos convencionales, eran todos los altos dirigentes que ya tenían previamente todo acordado con el PRO.

Fue muy linda la declaración de la convención pero hoy no se está cumpliendo eso y nuestros dirigentes en este apuro de no perder el tren, pero no el tren para el radicalismo, el tren para las individualidades de nuestro partido, votaron esto a favor.

Yo no estuve de acuerdo y eso fue definitorio para que yo me alejara.

 

-Recuerdo que a usted le gustaba Ernesto Sanz

-Sí. En ese momento yo tenía la esperanza muy centrada en Ernesto Sanz, para mí fue una decepción total, me pregunto qué le pasó.

Hoy se nota una gran diferencia entre los dirigentes de mesa chica que arreglan todo y la base, pero hoy muchos radicales están militando por esto, no sé si están convencidos, yo tuve la valentía de decir hasta acá llegué.

 

-¿Qué sintió al ver a dirigentes que conoce muy bien votar a favor del ajuste a los jubilados o la llamada reforma previsional?

-A mí no me gusta la palabra ajuste. Te aclaro que en el balotaje yo voté a Macri con la esperanza que el radicalismo hiciera valer realmente sus principios y fuera equilibrando las cuestiones ideológicas, que ya no se habla de derecha o izquierda sino de intereses sectoriales.

Cuando me tratan de explicar esto de la reforma previsional, yo dije el hilo se corta por lo más fino. Pero ya se había cortado cuando le empezaron achicando una serie de beneficios a los jubilados.

Ahora se dio por una ley que dicen que al final del año el jubilado va a salir ganando, la verdad yo no lo creo. Ojalá me equivoque.

En mi casa, lo estoy viviendo con mi mamá que tiene 91 años, me dolió de muchos dirigentes que se dicen herederos de Alfonsín. El radicalismo fue el primero que habló de la justicia social con Yrigoyen, de no dar tanto a los grupos concentrados.

Me dolió verlos votar en contra de los principios del radicalismo, no sé cómo se justificaran ellos, más de personas que vienen del riñón de Alfonsín.

En muchas cosas se votó en contra de los principios del radicalismo y veo que el partido en esta alianza es un acompañante pasivo y no es porque no tengamos ideas sino porque nuestros dirigentes no las quieren poner en práctica.

 

-¿No quieren o no los dejan?

-Si no me dejan, tengo que hacer algo, plantear alternativas serias. Es la manera de fortalecer las alianzas porque así no van a servir estas coaliciones. Y si no los dejan, busquemos la forma, hagamos proyectos, nos juguemos. Eso no significa romper, y si alguien del gobierno creo que de esa manera se rompe, va a estar en problemas.

Y lamentablemente va a estar en problema el país, eso lo tiene que entender el gobierno, nosotros como radicales nos tendríamos que parar de otra manera.

Yo el primer año tenía esperanza pero después se van desmoronando.

 

-¿Por qué se hizo radical?

-Porque lo mamé en mi casa. Mi papá en Luca, además de ser albañil tenía la concesión de un bar en la Terminal de Omnibus y él era radical. Siempre me contaba que tenía en el bar un busto de Sabattini y que más de una vez el policía del pueblo, durante el peronismo, venía y le sacaba el busto.

Mi papá hablaba mucho de Illia y un día cuando estaba terminando el profesorado, Noris Tais que es prima hermana mía y su esposo Julio López me invitaron a una reunión.

Se hizo en la casa que tenía Línea Córdoba, al lado de la ex- Escuela Agustín Alvarez, y fui, recuerdo que estaba Daniel Baysre. Y así conocí al Negro Massel, a Luis Caronni, a Horacio Vázquez, y ya siendo gobierno Horacio Cabezas, me propusieron para trabajar en el bloque de concejales.

Y así empecé a tener más conocimiento y militancia más activa.

En esa época mis dos grandes referentes fueron Luis Caronni y alguien que quiero mucho y asumí el cargo de concejal porque murió (se emociona), me refiero al Negro Massel.

Con el Negro (muy emocionada) aprendí valores y principios fundamentales.

 

-Su infancia en Luca ¿Qué recuerdos le vienen a la memoria?

-(Se ríe). Mi infancia en Luca fue hasta los 12 años. Mi mamá y mi papá, dos hijos de inmigrantes italianos laburadores que nos hicieron conocer a mi hermano y a mí el sacrificio de dónde venía todo, y los valores del trabajo. Mi papá estaba al frente del bar de la estación de ómnibus, y era albañil, mi mamá era ama de casa.

Mi papá hizo su casa, mi mamá le ayudaba y recuerdo que cuando nosotros teníamos 8 años nos hacían llevar baldes de mezcla para ayudar. Y la verdad le damos gracias a esos ejemplos.

Lo único que cuando terminamos la primaria, primero mi hermano porque es mayor, nos dijeron tienen que estudiar y mi hermano se vino internado a la Escuela del Trabajo.

 

-¿Qué recuerdos tiene de la primaria?

-Yo iba a la Escuela Joaquín V. González y tengo una vivencia que nunca me la voy a olvidar. Jugábamos con los vecinos, yo vivía al otro lado del ferrocarril y nuestra calle cuando llovía se llenaba de agua y no podíamos pasar. El vecino del lado, que tenía chicos, tenía moldes de cajones de muertos, esos de plástico, y nosotros los usábamos como bote (risas). Y lo paseábamos al padre de él que vendía números de rifa y un día se nos cayó (risas).

Fue una infancia muy linda.

Cuando terminé la primaria, mi papá me dijo lo mismo, que tenía que estudiar en Villa María. Me cargó en el Rastrojero y me hizo recorrer varias escuelas para que eligiera y elegí el San Antonio.

Yo iba en parar a la casa de mi tía, la mamá de Noris Tais que era hermana de mi papá.

Tenía 12 años, me prepararon todo y yo venía a lo de mi tía porque no tenían plata para pagar una pensión. Pero todas las semanas traían cosas para la comida, y estoy segura (se emociona) que muchas veces mis padres se quedaron sin nada ellos, para que nosotros estudiáramos.

Mi papá murió en 2002 (muy emocionada) cobrando una jubilación de 220 pesos.

 

¿En el secundario fue muy estudiosa?

Terminé el secundario con muchos honores, fui abanderada, y al año siguiente con todo lo que tenía que eran tres o cuatro casas que no valían nada y 23 hectáreas de campo que heredó mi mamá, nosotros nos pudimos comprar la casa en Villa María, donde sigo viviendo ahora con mi mamá de 91 años.

Pero tuve una infancia feliz, no había peleas, a mi papá le gustaba ir a las carreras de caballos (risas) y mi mamá muy laburadora, una mujer que hablaba poco y siempre al lado de mi papá.

Yo los recuerdo a los dos cruzando el ferrocarril y yendo al pueblo a hacer las compras.

Le agradezco a mi papá todos los valores que nos dio, el del trabajo, ir de frente, ser honesto.

Hoy la gente desprecia a la clase política, y los considera corruptos, pero yo puedo andar por Villa María con la cabeza en alto, nadie puede decir que me quedé con un vuelto.

 

¿De niña era soñadora?

Cuando era chica jugaba a las muñecas y soñaba con formar una gran familia. Y mírame a mí ahora (se ríe). Y jugábamos a saltar la piola, a mí me quedó una cosas que siempre lo hablo en mi casa. Cuando era chica era muy gorda y sufrí lo que hoy se llama bullyng. Había un grupo de chicas de apellido que se reían de mí por mi cuerpo. Y me acuerdo siempre que mi papá me dijo “la solución es hacerle frente”.

Y me dio resultado y no tuve que ir al psicólogo (risas). Y un día salíamos de la escuela y yo venía con la piola colgada, la piola que yo llevaba era un cable ya que no nos alcanzaba para comprar la soga, y entonces venía una de las que me hacía burla y ahí nomás saqué la piola. Y nos empezamos a revolcar literalmente en el pasillo del molinete del ferrocarril, y unas me hacían barra (risas).

Vos sabés que nunca más me molestó. Y no tuve que ir al psicólogo (risas).

En estos momentos, esa situación sería todo un tema, mi papá me enseñó a enfrentar los problemas, no a palos por supuesto (risas), pero siempre los enfrenté, me costó dolores de cabeza, pero al final reconocimiento.

En la política te dan los destierros por ser así, pero bien, feliz y ahora totalmente liberada.

 

-¿En qué momento se decidió por estudiar profesorado?

-Yo me planteaba que quería ser dos cosas: periodista o profesora de Historia. Me encantaba ser periodista pero para estudiar me tenía que ir a otra ciudad y la verdad no había posibilidades económicas ni de irte en esa época. Por eso elegí profesora de Historia y Geografía que era mi segunda opción. Terminé de rendir mi última materia durante la campaña de Alfonsín.

Y a los dos meses me vinieron a buscar de Oliva. Ahí hice mis primeras armas y al año siguiente se me da la opción de ingresar al Concejo, y un año después viene mi profesora de Historia del secundario Norma Oliva y un hombre Orlando Phaphen que me fueron a buscar para darme unas horas en el Trinitarios.

Y así comencé a dar clases.

 

-¿Si tuvieras qué decir que le dejó el Concejo en los años que estuvo, qué rescataría?

-Me dejó grandes amigos, grandes personas que con muchas de ellas nos seguimos viendo. Personas extraordinarias que comulgan conmigo los valores del radicalismo y los valores de la vida. Puchi Cohen, Magda Ayassa y dos personas que no estás más y con alguien que no era del partido Rosana Calneggia. Y dos personas que se sintieron cuando se fueron: el doctor Giannaria y Gustavo Rial.

Y me dejó también la satisfacción de ayudar a muchas personas, formar el Foro de Concejales a nivel provincial, poder debatir muchas cosas con dirigentes a nivel nacional.

Nosotros estábamos todo el día en el Concejo y ayudábamos a mucha gente. Y hay muchas cosas más dentro de las positivas, como los grandes debates que se daban, debates serios con fundamentos ideológicos.

Me acuerdo de la ley de los hipermercados. Y lo positivo es que salíamos del Concejo y más allá de las diferencias nos sentábamos a comer.

 

-¿Y lo negativo?

-Y las cuestiones negativas fue a veces la imposición de la mayoría que te duele.

Pero las más dolorosas es la que se vivía dentro del bloque, a veces no sabías dónde estabas parada con algunos colegas.

Recuerdo mi oposición a los entes regionales, yo decía que iba a ser un estado paralelo para blanquear plata y el tiempo me dio la razón.

Una vez me reuní con Eduardo Accastello y no tuve más diálogo con él, será por mis contestaciones. Por eso debe haber buscado la negociación por otro lado.

Pero todo lo que hice, lo hice convencida, de acuerdo a mis valores y si me equivoqué pido disculpas.

 

-Lucía, ¿recuerda alguna anécdota de cuando fue constituyente en la reforma de la Constitución provincial?

-Muchas, principalmente las previas. Cuando se largó la campaña, con Diego Frossasco, nadie quería ir porque eran quince días y gratis (risas). Hicimos campaña, pero casi nadie nos acompañó, por supuesto que perdimos, pero entramos.

Y cómo llego a la lista, un día me llama Eduardo Capdevila y me ofreció el lugar en la lista y yo me sentí feliz. Y después llamo a unos dirigentes para contarle y uno se enojó tanto porque no lo había consultado.

Ahí te das cuenta de los egoísmos. La campaña fue muy risueña, nos cantábamos mojando, tuve unos afiches chiquitos gracias a Marcelo Angelone, Puchi y sus amigos.

Cuando llegamos fuimos a que nos entreguen el pergamino y nos anuncian que al día siguiente comenzábamos a sesionar. Yo había ido con una cartera nada más y me quedé (risas), tuve que salir a comprar ropa porque no me podía venir.

Y ahí formamos un bloque, separado del mestrista que había negociado la unicameral, y nosotros sosteníamos que el mejor sistema era la bicameral.

Y la gran anécdota es que mientras sesionábamos fue el ataque a las torres gemelas.

 

-¿Qué futuro le ve al radicalismo?

-Difícil, un futuro oscuro. En 2001 decíamos tocó fondo y la verdad que no había tocado fondo. Siguió y sigue cayendo. Si acá no hay un movimiento, en el buen sentido de la palabra, de los afiliados, para revitalizar los principios del radicalismo, de hacer que los dirigentes establezcan algunas pautas en esta alianza, el radicalismo va a desaparecer como partido.

Va a desaparecer la organicidad del partido, en ningún lado hay reuniones de comité donde se discuta, no el pasado porque ya fue, ahora mirémonos de frente y veamos hacia dónde vamos.

Yo quiero que haya un candidato radical en Villa María, no que venga el PRO y me ponga un candidato.

No se puede sacar un candidato dos o tres meses antes, tenés que ser serio, tener un proyecto de ciudad pero eso no se está discutiendo. Se está viendo quien va a ser concejal, gobernador, o con quien negociamos.

No somos capaces de solucionarle el problema a nadie.

Hoy, los concejales tendrían que estar convocando a la gente y dejémonos de joder si sos de uno o sos de otro, y cuando llegue el momento de dilucidar las candidaturas a nivel provincial tengamos la capacidad de decir, prioricemos Villa María.

Porque hasta ahora siempre metimos la interna provincial acá.

Estamos en una situación muy difícil y estamos en un momento de poder llegar a la Municipalidad de nuevo, con un trabajo serio.

 

¿Le gustaría ser intendente?

No, mi máxima aspiración que nunca lo logré, y lo digo por primera vez en público, fue ser legisladora provincial. Nunca lo logré porque tuve mucha oposición, de gente que no le resultaba simpática o funcional. La vez más cercana que tuve fue cuando me propuso el foro de concejales y estuve en la lista en el número doce. Pero fue la peor elección y llegaron ocho nomás (risas).

Eso es lo que me quedó pendiente pero ya pasó.

 

¿Qué opinión tiene sobre los ataques que sufre hoy el Papa?

Los ataques son terribles, la violencia no se justifica, el Papa es un jefe de Estado pero más que todo es el jefe espiritual de una inmensa mayoría de cristianos. El opina en función de la doctrina de la Iglesia que habla de todos los problemas de la realidad, llama la atención por qué recibe a este o aquel pero no lo traigamos a la grieta nuestra. También recibe a gente del gobierno actual como María Eugenia Vidal o Esteban Bullrich.

El Papa no nos va a solucionar la grieta, quien nos va a solucionar la grieta somos nosotros, nada más. Me parece que el Papa cumple con su rol de líder del catolicismo y ojalá que venga a bendecir nuestro país.

Y me parece que los medios de Buenos Aires utilizan todas estas cuestiones para el marketing, y hay discusiones violentas, creo que la prensa tiene que ser muy cuidadosa porque fogonean la grieta.

 

-¿Cuál es tu sueño hoy?

-Compartir el resto de mi vida con mi amor, Fernando, que me trajo paz, tranquilidad, serenidad y estar con mi familia y amigos como estoy. En este momento estoy plena, y eso me permite ser más equilibrada.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Me parece que es un tipo que no manejaba nada de política que se fue desarrollando con una idiosincrasia de empresario. Gana la Presidencia, la mayoría lo votamos en el balotaje, porque no veíamos otra alternativa, el Gobierno anterior estaba lejos de lo que era el peronismo.

Lo votamos con expectativa, yo no compartí la alianza, y las esperanzas se van derrumbando.

Ya son dos años de gobierno, quiero tener esperanza, pero se van cayendo, me parece que es un gobierno que no conoce lo que es bolsillo del argentino a pie, del que labura todos los días.

No conoce el bolsillo del que trabajó toda la vida y hoy es jubilado.

Está bien que le haya dado beneficios al campo, pero son sectores concentrados y primero tenemos que mirar a la gente de a pie. Nosotros tenemos sueldos que vienen perdiendo y eso cada día se agrava más.

Todos los meses te llegan facturas de servicios infartantes, inclusive parecería que gobiernan para Buenos Aires.

No sé con qué mira ,ve, no sé qué es lo que ve y un poco es culpable el radicalismo.

Y uno dice, otro gobierno más, y otra vez perdemos.

 

Juan Schiaretti

Veo a la provincia en piloto automático. No es De la Sota, Schiaretti es marketing. No lo veo presente, no hay mejoras, el pacto fiscal que firmó nos va a producir achicamiento, no lo veo distinto a los demás dirigentes que ves en la palestra.


Martín Gill

Yo esperaba más de Martín. Yo no lo voté, pero conociendo su capacidad esperaba más. Creo que olvida los barrios, hay que reconocer que ya no tiene el chorro de plata que había antes, pero no veo la presencia en grandes cosas que vayan a modificar la vida de los villamarienses.

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