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Marina Bettini, premio por su “soga de trabajo”

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Marina Bettini, premio por su “soga de trabajo”
La cabralense distinguida en La Rural

La cita mayor de la producción agropecuaria consagró a la cabralense entre los más destacados y siendo la única mujer de este certamen. Contó la emoción de la premiación, los pormenores y su meta

La cabralense distinguida en La Rural

Ya es una sana costumbre que la soguera cabralense Marina Bettini vuelva de La Rural con destacados premios en su haber. Este año, la máxima fiesta del campo argentino la encontró con un segundo puesto en la categoría Sogas de Trabajo, confirmando que se encuentra entre los mejores sogueros del país.

Marina nació y vivió en el campo hasta pocos meses atrás, destacando que “hay cosas a favor y en contra para mi trabajo en el hecho de vivir lejos del pueblo. Personalmente, soy una persona de campo, pero ahora puedo estar más cerca de la gente que requiere mis obras. Una se va adaptando al lugar donde vive y, de acuerdo a eso, sabe con qué elementos cuenta y cuáles hacen falta”.

“Este año iba con pocas expectativas -cuenta Marina- porque había trabajos y sogueros realmente buenos. Por eso fue una emoción muy grande cuando me enteré que había obtenido la mención entre 40 participantes, y siendo la única mujer. Todos ponemos lo mejor de nosotros con el mismo objetivo, que es el de ganar, por eso me emocioné y me puse a llorar de alegría. Vengo estando cerca del máximo logro, y voy a seguir trabajando de la misma forma para obtenerlo”.

 

Sus puntos claves

En su taller, nos cuenta que “hay muchos factores a tener en cuenta en este tipo de certámenes, como la prolijidad y la presentación. La mayoría de los sogueros tienen algún maestro que los guía, pero yo soy autodidacta, trabajo sola. Hace muchos años empecé trenzando hilos de rollo, orientada por un libro que es casi la biblia de los sogueros; después un hombre de Hernando me dio algunas nociones técnicas sobre trenzas y seguí siempre preguntando, buscando bibliografía al respecto, pero sola, creando trabajos en base a prueba y error”.

Cuando uno ve la calidad de sus trabajos, supone que lleva muchas horas de labor lograr ese nivel… y también habilidad. “Yo creo -nos cuenta- que hay que tener paciencia, habilidad e inspiración en partes iguales. La mayoría de las veces, no sale un trabajo de un solo tirón, entonces hay que tener mucha tranquilidad. Cuando siento que no puedo hacerlo, salgo a pasear el perro, o me distraigo con otra cosa hasta que estoy otra vez lista para retomar la obra. Claro que también hay que tener una cierta habilidad, y, en mi caso, siempre tengo en mi cabeza los trabajos que voy a hacer, no copio otras cosas, entonces también tengo que esperar que las ideas y la inspiración vengan”.

 

Un arte

El arte del sogueo lleva su tiempo desde que se recibe la piel hasta tener el trabajo terminado. Según Marina, habitualmente se necesitan un par de semanas para comenzar la obra. “Usualmente, me traen la piel de alguna carneada. Se estaquea, se pela con tierra, se raspa con una caña y se corta en tiras. Recién después se mete en una máquina para ablandarlo y se termina golpeando con una maceta, que es una herramienta que usamos para tal fin. Ahí queda el cuero maleable, blandito como para trabajar. De allí en más, comienza el trabajo manual del soguero, que dependerá su duración de la complejidad de lo pedido. A veces son cosas que se hacen rápido, pero después te demoran las terminaciones, porque, ya sea para un concurso o un trabajo particular, yo siempre me tomo el tiempo necesario para entregar un producto de la mejor calidad posible”.

La soguería es un arte que, en el caso de Marina, recorre todo el país con pedidos de norte a sur del territorio, e incluso ha podido cruzar fronteras, con obras que han solicitado desde Uruguay. “Gracias a Dios, siempre hay trabajo, nunca faltan los pedidos. No se si específicamente por los premios ganados, pero la gente ha empezado a conocerme y me llegan consultas de muchas provincias. Yo difundo mis trabajos en Internet y también uso las redes sociales para fotografiarlos, y eso también ayuda mucho”.

Por cábala, Marina no suele hablar de sus proyectos, pero “seguro que voy a estar en La Rural en 2018, porque me siento muy bien y porque, a esta altura, ya es como una familia de sogueros que se junta una vez al año. También tengo invitaciones para otros concursos, como el que organiza el Fondo Nacional de las Artes en Colón, Entre Ríos, pero ahí hay que clasificar primero, así que, si les gusta mi trabajo, en febrero andaré por allá”.

 

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