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Mauricia festeja 106 años de buena vida

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Mauricia festeja 106 años de buena vida
Mauricia Francisca Lobos sonríe mientras habla de sus gustos y recuerdos

La vecina más longeva de la ciudad celebrará hoy un nuevo aniversario. De buen comer (los huevos revueltos con una copita de vino son su debilidad) y notable lucidez, la centenaria dama dialogó con EL DIARIO

Mauricia Francisca Lobos sonríe mientras habla de sus gustos y recuerdos

No hay secretos para vivir tanto dice en voz bajita, solo que Dios te bendiga todos los días, repite Mauricia Francisca Lobos, la mujer que con los 106 años que cumplirá hoy se mantiene como la vecina villamariense más longeva.

La centenaria dama que habita junto a dos de sus hijas en una pequeña casa de Sucre al 2200 de barrio Carlos Pellegrini, asegura que disfruta del buen comer y la tranquilidad hogareña.

Ante los achaques propios de la edad, Mauricia pone la mejor onda y sin temor alguno almuerza o cena todos los días, dos huevos revueltos con un vasito de vino.

Sin ir más lejos, el domingo pasado no dejó pasar la oportunidad de saborear dos empanadas, por supuesto acompañados de una copita.

“Ella está muy bien, lúcida y excelente del estómago” dice Ninfa Rodríguez, la hija de la cumpleañera, mientras su madre acota desde la cama: “Yo como lo que me den”.

“Cuando cumplió cien años, se hizo operar de la vista porque decía que no estaba viendo bien”, a pesar de las advertencias de sus allegados por lo arriesgado de la intervención quirúrgica, ella avanzó con su decisión porque apreciar lo que ocurría a su alrededor era prioridad.

En el repaso de la existencia de la señora que nació en la localidad de El Simbolar (ubicado al norte de la provincia) y llegó a Villa María, junto a su marido cuando el siglo veinte llegaba a la mitad, se destaca su capacidad de trabajo.

“Juntaba trapos viejos, los lavaba bien, les sacaba todo lo que estorbaba (botones, cierres y otros elementos) y después los vendía a las tiendas”, señaló la entrevistada por EL DIARIO.

Otra de las actividades que Mauricia sumaba a los días donde criaba a sus siete hijos, era hacer empanadas que una confitería céntrica se encargaba de vender como exquisitez a los comensales.

Entre las decisiones que marcaron la existencia de la longeva vecina fue importante la de acercarse a los Testigos de Jehová que la tienen como fiel integrante desde hace medio siglo.

Al momento de apreciar la descendencia de Mauricia Francisca, se puede percibir que logró compartir tiempo con sus tres tataranietos.

El cariño de sus nietos y bisnietos también son dignos de destacar, además de la vocación de Ninfa y los demás familiares que forman parte del entorno de la señora que hoy podrá festejar otro año más.

 

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