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“Mi sueño es poder ser un buen intendente”

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“Mi sueño es poder ser un buen intendente”

Nació en Villa María, el 30 de junio de 1973.  Abogado, casado, tres hijos. Con 26 años se sentó en una banca del Concejo Deliberante de Villa María, presidió el órgano legislativo y ocupó el Sillón de Viñas durante seis meses en remplazo de Eduardo Accastello (a fines de 2003). Fue electo concejal por segunda vez y renunció para hacerse cargo de la Secretaría General y de Gobierno durante la gestión de Nora Bedano. En 2006 dejó el Palacio municipal para meterse de lleno en los claustros de la UNVM. Poco tiempo después asumió el Rectorado de la casa de altos estudios, fue titular del Consejo de Rectores, secretario de Políticas Universitarias de la Nación y diputado nacional a partir de 2013. En 2015 dejó la banca para asumir la Intendencia de su ciudad. Una extensa trayectoriaMartin Gill color 11-7

Escribe: Nancy Musa
De nuestra Redacción

Es un hombre de diálogo, casi nadie lo pone en duda. Es paciente y diplomático. Tiene un alto grado de tolerancia hasta que el cántaro desborda la fuente. Los cercanos lo saben muy bien. Es un dirigente esperanzado, con fuerte sentimiento religioso. Es el trabajador incansable y apasionado, el devoto que toca la guitarra y canta todas las semanas en la Iglesia, el que baila el Pericón en la fiesta Patria y que menciona constantemente a la familia como el pilar de su vida. El joven que disfruta recordando anécdotas de su niñez y el que desea, por sobre todas las cosas, cumplir con el compromiso asumido con su pueblo. Es Martín Gill, un peronista por convicción que le toca transitar un camino con más espinas que rosas, un terreno minado.

Bicentenario, la Patria de fiesta, hechos de corrupción, inflación, tarifazo ¿cómo está viviendo este momento?

Primero como una oportunidad única, no siempre se vive el Bicentenario de la Independencia de la Patria. La Argentina tiene la particularidad de festejar dos bicentenarios, dos fechas patrias que de alguna manera marcan lo que ha sido nuestra historia,  una historia de muchos desencuentros.

Por eso la Independencia no fue como en otros países, lo nuestro fue un proceso que se da en 1810,  tibiamente, que tiene contra procesos que termina declarándose en 1816 y consagrándose en 1853 como Estado y tres años después recién, la incorporación de Buenos Aires.

Vemos un proceso de casi cincuenta años en un período de doscientos años. Es mucho.  Sin embargo creo que es una oportunidad única la que tenemos y además es la oportunidad que tengo, es la que me dieron los villamarienses y la vivo intensamente, la vivo intentando construir la Patria desde lo local, desde la realidad de cada uno.

Hay distintos momentos, distintas etapas y yo creo que hoy tengo mi responsabilidad, que es construir la Patria desde nuestro espacio, desde lo local en un marco de diálogo con lo nacional, con lo provincial, pero en esa mirada.

El país también tiene que definitivamente valorar la historia, aprender de las experiencias, valorar los aciertos y valorar los errores. Siempre recuerdo algo que me quedó grabado. Me acuerdo un día con “Piquí” Lozita  organizando la farándula en una de las frases él dijo que “las personas inteligentes eran las que aprendían de los errores de otros y de los aciertos de otros y que las personas no inteligentes eran los que volvían a tropezar con la misma piedra en más de una oportunidad”.

Creo que nosotros tenemos, en una mirada retrospectiva de la historia, que tener la generosidad de valorar a las personas con sus aciertos y con los errores que han sido muchísimos, por eso ha sido un país de marchas y contramarchas, de dictaduras y democracias, de odios y amores, de antinomias. No es un país fácil y hoy en los 200 años tiene que ser una oportunidad para poder valorarnos desde esa realidad y tratar de mirar lo que viene.

Mirar el país de cara al futuro, es lo que me apasiona hoy.  Creo que estamos en una etapa única, y estoy dispuesto a entregar todo lo que tenga que entregar para que el paso que pueda hacer, sea un eslabón de la cadena que construirá la historia de la ciudad, sólo un eslabón, pero que permite que la cadena siga unida y no sea una causa de división ni de desencuentros.

Hoy lo vivo en ese sentido con la conmoción de las cosas que pasan, que pareciera que no aprendemos de los errores.  Cuando uno ve desde la disputa frente a las denuncias de corrupción o frente a las acciones que desde lo público se toman medidas que atentan contra valores que fueron importantes y que implicaron un elevado consenso hace cinco años, a uno le llaman la atención esos movimientos pendulares que se producen.

Quizás hay que separar las ideas de las personas, los principios, los proyectos y defenderlos fuertemente. Yo al menos, desde la visión de la cual provengo que es el justicialismo trato de hacer una mirada actualizada desde la fuente. Y sé que quiero un país que tenga todos los días más soberanía, una economía fuerte para poder ejercer la independencia económica y fundamentalmente que sea un país que todos los días construya en términos de justicia social, de inclusión, de educación, de trabajo, de desarrollo, de federalismo, esos son los valores desde los cuales intento construir respetando todas las otras miradas.

Y ante todas las denuncias de hechos de corrupción, algunos tan evidentes ¿qué siente?

Me siento como se sienten todos los argentinos. En algunos casos  dolido, en otros defraudado, en otros con la expectativa de que se pueda llegar a la verdad,  para que el honor de determinadas personas tampoco se vea mancillado si no corresponde y con la necesidad de que tengamos una Justicia absolutamente independiente.

Creo que el Poder Judicial es uno de los órganos que más espera una reforma profunda, que pueda garantizar que el país funcione con parámetros de un Estado de derecho. El Poder Legislativo y el Ejecutivo se vieron tan fuertemente sacudidos, que se vieron obligados, comprometidos desde que fue el quiebre de 2001, pero hay órganos y poderes del Estado que todavía no entienden los conceptos.  A mí me llama la atención, estoy convencido de que la función pública, como base del acuerdo social de una democracia representativa, exige una confianza que es la base del voto de la mayoría.  Exige una confianza y hay conductas, como cuando alguien desde el espacio público intenta obtener favores personales por sobre el bien de la comunidad, que rompen esa confianza pública.

Y eso afecta no a una persona, no a un candidato, no a un funcionario, afecta a la política sustantivamente, entonces es importante que distingamos, que no se generalice, es importante que se llegue a actuar con justicia en todos los casos, en los que están en la oposición o en el oficialismo. En todos los casos, porque esto es algo que supera a un partido, a un espacio político, es algo que afecta a la política en su conjunto y no sólo a la política partidaria, al ejercicio de la vida política en general.

Afecta a la política de las instituciones, al empresariado. Hay una cadena de complicidades que muchas veces se dan. Por ejemplo, hay un evasor sistemático, que teniendo recursos y riquezas las ha construido en base a la evasión fiscal y quizás se erige en un púlpito a condenar un hecho de corrupción sin advertir que es tan corrupto como aquel que condena.

Hasta que no advirtamos esa corrupción estructural que como Estado tenemos, es difícil cambiar la matriz.

Estos días estuvo bajo fuego con determinados hechos que le adjudican al Gobierno municipal anterior…

Creo que se tiene que llegar a la verdad en cada caso,  porque hay una verdad. Esto es importante que lo digamos: hay una verdad. Estoy convencido de eso, esto no es un acuerdo de partes como dicen algunos, hay una verdad y hay que llegar a esa verdad con todos los elementos que se tengan y abriendo todos los elementos y el acceso a toda la información.  Nosotros hemos tomado como primera acción de gobierno una apertura de datos a la vida pública que es inédita en cualquier otro municipio y la estamos actualizando permanentemente. Hoy quien entre al sitio va a saber quién paga los impuestos, va a saber cuánto se recauda por día, cuánto se gasta y en qué se gasta. Toda esa información actualizada la tenemos y vamos a seguir profundizando en esa línea de trabajo porque estamos convencidos de que hay valores que tenemos que construir en la comunidad.

Creo que hay llegar a la verdad, facilitar todos los elementos que contribuyan a eso y si hay denuncias que no tienen sustento, que se caigan y si hay denuncias que tienen sustento, que avancen hasta las últimas consecuencias.

Esa es la labor de la Justicia, a su criterio

Obvio. Primero porque es el poder encargado de hacerlo y se supone que tiene la independencia y la equidistancia de los casos que le permite analizar, no desde la óptica de un interés particular.  Porque si no las lecturas son motivadas por un montón de cosas, incluso las que yo puedo tener. Por eso el Poder Judicial está rodeado de un conjunto de garantías que está separado de lo que puede ser la convulsión diaria que los actores pueden tener y tienen la mirada lo más verósimil posible para aproximarse a la verdad y decir lo que corresponde en cada caso. 

Por eso es necesario que el Poder Judicial sea fuerte, sea independiente porque permite que exista claridad. Porque si nadie le cree a nadie, entonces es un todos contra todos y eso termina siendo lo que planteaba Thomas Hobbes, “el hombre es el lobo del hombre” y en una sociedad todos nos comemos a nosotros mismos.

Para que eso no suceda,  se plantea cierto contrato social y en ese contrato social hay roles que cumplir y hay personas que deben cumplir esos roles, actuar y nuestra tarea es poner todos los elementos a disposición para que eso se pueda llegar a transparentar.

La mayoría considera que usted es una persona de diálogo, equilibrada, tranquila, pero en algunos momentos desborda ¿qué cosas lo ponen al límite?

Generalmente a uno lo pone al límite la sucesión de cosas, como el goteo,  la gota que rebasó el vaso (se ríe). He tenido y tengo momentos que generalmente son como válvulas de escape. Y tienen que ver más que con los problemas con las actitudes de algunas personas. Eso que cueste tanto trabajar en equipo, que cueste tanto que no tengan mezquindades y hablo de mi equipo municipal.

El primer día los junté a todos y les dije tres o cuatro cosas. Primero la cuestión en torno a la transparencia de la gestión, segundo algo que tomé de Luis Juez,  “esto no es el Maipo, acá no hay concheros”, decía Juez,  me llamó mucho la atención y lo tomé (se ríe).  No lo hay, no hay vedettismos individuales, tengamos la capacidad de alegrarnos de que le va bien al otro, yo soy feliz si en la organización de un evento aparece el logo de cinco secretarías trabajando juntas porque los problemas son transversales. Y estamos haciendo mucho hincapié en eso, que descubran que hay un problema transversal y que intervenimos las distintas miradas para complementarnos. Y cuando no se dan esas actitudes, los que están más cerca saben, son las que más me sacan (sonríe nuevamente).

A ver, hagamos una regresión…¿cómo era de niño?

(Se ríe) No me tendría que calificar yo,  pero lo que recuerdo que dicen las maestras, los vecinos, que era muy aplicado, muy correcto, estudioso, hay chicos, lo veo con mis hijos, que uno dice “son un demonio” (risas). No, no era eso, estaba alejado de eso, era más bien tranquilo, pausado, con algunas cosas que me gustaron desde muy chico como leer.  Mi papá, además de ser empleado metalúrgico y docente de un instituto de menores, en los tiempos libres vendía libros. Mi padre era un profundo trabajador y recuerdo que lo acompañaba siendo chico a vender, yo me metía donde tenía el depósito y sacaba libros de cualquier cosa. Me acuerdo que hasta me acostaba a leer el diccionario o la historia, me apasionaba la historia. También leía el Anteojitos (se ríe). 

Crecí en un contexto muy familiar, gracias a Dios en un contexto donde nunca faltó nada, pero tampoco sobró nada. El contexto de una familia numerosa,  sabiendo que uno tiene que compartir, una familia trabajadora, de vivir en la cuadra y hoy vivo en el mismo lugar y veo cómo va cambiando la fisonomía de la cuadra.

Para nosotros la cortada era el lugar de encuentro del barrio (Ameghino). Todos los chicos iban a la cortada porque era el lugar donde menos autos pasaban. Con mis abuelos yo tuve una cercanía con los cuatro. Porque toda la niñez viví con mis abuelos maternos y toda la juventud en Córdoba con mis abuelos paternos que tenían pensión.

Y eran muy diferentes entre ellos (se ríe), había radicales, peronistas, pero todos esos valores los siento, para mí la familia ha sido realmente una escuela de vida. 

¿Y era soñador, era de esos niños que jugaban a ser algo en especial?

En realidad siempre tuve una inclinación a la actividad política. Por ejemplo, el año 1983 a mí me apasionó, yo tenía nueve años mientras se vivía el proceso de recuperación de la democracia y me apasionó. Lo viví con una intensidad que me acuerdo como si fuera hoy. O momentos muy fuertes como cuando Juan Pablo II vino a la Argentina en 1982 y  le pedí a mis padres que me regalaran un disco con los discursos del Papa. Viví algunas cosas con una mirada diferente, en el 83 fui a todos los actos políticos, del radicalismo, del peronismo.

A mí me encantaba Oscar Alende (PI) en ese momento. Recuerdo que la acompañé a mi mamá a ver a Eduardo Angeloz en un acto en la esquina de la plaza, acompañé a mi papá afuera del Club Rivadavia y a Alcides Demarchi que era el candidato a intendente del peronismo. (Se ríe). Mi papá peronista, mi mamá radical, no se separaron en el 83 no se separan nunca más.

A mí me gustaba Alende, cuando vino (Lisandro) Viale que era el candidato a vicepresidente le pedí a mi papá que me llevara a verlo, me llevó ahí al acto y me acuerdo de don Horacio Cabezas que pasó en ese momento caminando (se ríe) y él era candidato del radicalismo. Estaba  Andreis que era candidato a intendente del PI.

Vivía con 9, 10 años demasiado intensa la cuestión.  A ver (pausa) yo simulaba jugar a hechos históricos, cualquiera va a decir que tengo que ir al sicólogo, (risas), jugaba a dar discursos me acuerdo patente.

Creo que nunca me planteé llegar a ser rector de una universidad o diputado o secretario de Estado o intendente, pero sí siempre tuve muy marcada la vocación por la cuestión pública y de hecho seguí Derecho sabiendo que no iba a ejercer como abogado sino que me motivaba el  análisis lógico y la formación social.

¿En qué momento encontró al peronismo como su veta para la militancia?

Fundamentalmente en el secundario, en oportunidad de la campaña de 1988-1989, en ese momento que era muy convulsionado me acerqué a la Juventud Peronista. Hablaba mucho con mi abuela, y todavía hablo hoy, que es una peronista de la primera hora o cuando escuchaba a mi abuelo ferroviario siempre había cosas que me conmovían. Pero por ejemplo mi abuela materna era radical, muy radical, pero cuando hablaba de Evita siempre se le hacía un nudo en la garganta.

Aún siendo muy radical y esas cosas a uno lo van marcando. Y después estar con otros compartiendo la formación, incluso desde la cultura porque yo en ese momento practicaba teatro y en el teatro se daban estos debates. Todo me fue acercando a elegir ser peronista.

En el Centro de Estudiantes que usted integraba en el Rivadavia imagino que había una diversidad de ideologías.

Totalmente, no era el Centro de Estudiantes del peronismo ni de la lista del peronismo, es más nos matábamos adentro de la lista nuestra (risas) con el debate pero teminábamos la discusión y tomábamos todos para el mismo lado. Por eso te digo que hay cosas que leo en una prospectiva y veo que me formaron, había chicos que estaban más vinculados a la izquierda, chicos profundamente radicales y chicos peronistas. Los que éramos peronistas nos juntábamos y cargábamos a los otros y los otros nos cargaban a nosotros (risas). Pero en el Centro de Estudiantes siempre tuvimos la vocación de construir la unidad de objetivos frente a la diversidad de opiniones, y estoy convencido que ese es el mecanismo dentro de la vida pública. Es filosófico, estoy convencido de que el diálogo y el consenso en las cosas fundamentales es posible y es el camino para el desarrollo. Obvio con roles diferentes, al que le toca el oficialismo o al que es minoría, pero sí teniendo la capacidad de construir los acuerdos.

¿Y el acercamiento a la Iglesia de dónde viene?

Vengo de una familia que vivió la dimensión religiosa. A mí me enseñaron a rezar de chico, como lo hice con mis hijos, y por lo tanto siempre estuvo presente la dimensión de lo religioso. Después tuve una etapa de militancia laical y ahí me llevaron las circunstancias. Una porque andaba tras de mi señora (se ríe) y mi señora formaba parte de un grupo juvenil y bueno Dios conoce los caminos de cada uno. Y después porque encontré una forma de cumplir la vocación social muy fuerte, toda mi adolescencia la pasé trabajando en los grupos de Acción Católica, primero de mi parroquia con un cura que me marcó en la formación como fue el padre Damián Bittar, y después con otros curas como Fabián (Gilli), Pedro (Lucchese) que me ayudaron mucho en toda esa etapa.

Luego estudié los principios de la doctrina social, y eso va marcando la vocación. Y hoy lo trato de vivir como una dimensión de mi persona, no como un traje que me pongo o me saco, por eso sigo yendo y toco la guitarra y estoy en el grupo, ahora ya no tan juvenil,  porque lo veo como algo natural, y voy los sábados y toco como cualquier otro y canto con los otros y la comunidad ya lo ve como normal. Porque es normal, no es nada raro y creo que eso me ayuda en determinados momentos a tener una mirada de esperanza.

Porque si algo tiene la mirada religiosa es que uno puede tener la certeza de que lo bueno al fin del camino va a triunfar. La mirada de alguien que tiene vocación religiosa es de esperanza, no te puede ganar la desesperanza ni la ignorancia porque es con la actitud que uno se tiene que levantar todos los días.

Y yo siento que en mi formación política y pública esa mirada religiosa se transmite en la filosofía de tener la esperanza. Lo dice el apóstol San Pablo, lo que nunca pasa es la esperanza, es algo eterno, el amor es eterno y la esperanza de que las cosas van a estar mejor y hay una redención al final del camino, eso nos permite caminar aún en contextos de mucha dificultad.

¿Tuvo muchas decepciones en el peronismo?

Ninguna fuerza política es un monasterio, incluso hay decepciones dentro de los monasterios (sonríe). Evidentemente las generalizaciones son malas, encontramos de todo dentro del peronismo, mucha gente que ha mostrado mezquindades y no ha actuado conforme tenía que actuar y ha hecho del internismo una lucha permanente. Gente con la cual no construiría nada y he encontrado personas maravillosas con una vocación de militancia social que no reconoce día, horario, algunas públicas y otras anónimas, pero que con las cuales uno se siente plenamente identificado. Pero ninguna de las decepciones que pude haber sufrido me han generado un cambio de convicción y sigo pensando que la filosofía y la idea humanista y cristiana de la sociedad que aporta el justicialismo es la mejor forma de desempeñarlo en la vida pública. 

Soy consciente de que los habrá, los hay y los hubo, no creo estar en el convento de las Carmelitas Descalzas y desde esa realidad es que uno tiene claridad de sus convicciones y sus ideas.

Hay un sector de la sociedad muy antiperonista que le adjudica al peronismo la causa de todos los males del país ¿ qué les responde?

El peronismo es una fuerza política muy particular, incluso en un contexto nacional o mundial porque es un partido con muchas particularidades, con su visión movimientista, con su sincretismo desde lo ideológico, pero que logran una serie de coincidencias por su simbolismo, por sus conductores que han ido haciendo que con el paso del tiempo quizás la sociedad argentina se fuera peronizando, por llamarlo de alguna manera.

Y hasta los partidos políticos opositores fueron en los métodos y en las ideas absorbiendo elementos del peronismo. Quizás porque el peronismo tuvo una fuga de actores que se han integrado a otras fuerzas políticas y han ido generando que las barreras se van desdibujando.

No creo que al peronismo se le pueda achacar eso de los males, al contrario, creo que hubo una bisagra histórica que dio la posibilidad que los trabajadores fueran sujetos de derecho, que la mujer fuera una protagonista de la vida pública, que la educación tomara un impulso de universalidad, que se comenzara a leer la realidad desde una visión latinoamericana, que los recursos naturales debían ser para el desarrollo estratégico.

La  Argentina ha logrado esta particularidad de tener una educación pública diferente al resto del continente o una clase media tan importante y cuando se generó esto, no digo que lo haya hecho sólo el peronismo,  pero tuvo una cimiente en el peronismo que implicaba una distribución de capital y trabajo en término de paridad. Cuando eso se quiebra, las desigualdades son lo que surgen y uno lo ve. Uno ve que hay sociedad más civilizada, pero con enormes inequidades.

¿Y por qué siendo un valor tan importante la clase media en este contexto se la castigó tanto en los últimos años?

Bueno, porque evidentemente esa clase media aspira a tener mucho más. Me parece que básicamente le ha costado a la Argentina y a la dirigencia política poder determinar políticas de Estado sostenidas en el tiempo. Y en esos 33 años de democracia hemos vivido vaivenes enormes, de todos los colores, y además siguen existiendo las mismas amenazas corporativas que existían en 1983 y que muchas veces en nombre de la civilidad terminan siendo un fuerte condicionamiento para que las cosas no cambien. Para que las cosas se transformen, en la distribución de la riqueza, no es por un efecto derrame. Hay que generar mecanismos que contribuyan a evitar la concentración y una de esas variables es el salario y otra es las políticas de inclusión que son las que más me preocupan en este momento particular.

¿Qué visión tiene sobre el futuro del kirchnerismo en medio del contexto que se está viviendo?

Creo que el espacio que representó el kirchnerismo debe repensarse en el contexto de lo que fue la columna vertebral de ese espacio que es el justicialismo, debe animarse a dar los debates internos, debe reconocer los errores, valorar los aciertos y pensar en los desafíos que tiene hacia adelante.  Si es capaz de generar esa visión puede hacer aportes muy significativos a la construcción de lo que viene. Si la mirada es puramente hacia adentro, y a generar únicamente un debate sobre las personas más que sobre las ideas, seguramente su rol central en la política que viene va a estar mucho más jaqueado.

Porque en democracia, y el peronismo tiene vocación de poder,  la base es la construcción de mayorías, en democracia uno gana y otros pierden. Si hubiéramos hecho todo bien hubiéramos ganado. Creo que la etapa que se desarrolló (de 2003 a 2015)  ha sido de enormes logros y creo que son las ideas que se deban aportar. También deberemos determinar cuáles han sido los errores de fondo o de forma. Y también, en el caso de nuestra provincia, nunca nos dimos un debate de lo queríamos.

Hoy debe repensarse, debe tener autocrítica, y debe generar un espacio del diálogo desde el justicialismo y hay que ampliarse a otros sectores.

Opiniones

Mauricio Macri

Macri es a quien hoy los argentinos confiaron el ejercicio de la Presidencia y por lo tanto ese rol y esa función como expresión de la voluntad popular debe ser respetada. En lo personal, sinceramente, deseo que le vaya bien porque si le va bien le va bien al país.

Tengo respecto a las decisiones políticas que se han tomado, aún en el marco de correcciones que resultaban necesarias, algunas dudas sobre las implementaciones fundamentalmente con el impacto sobre los sectores que menos tienen.

Tiene un perfil diferente como político, es un liderazgo diferente al cual la sociedad intenta amoldarse. Hay que respetar la voluntad popular, deseo que le vaya bien y deseo que sea capaz de generar ese diálogo al que hizo referencia.

Juan Schiaretti

Debo reconocer que aún sin tener una relación personal de mucho tiempo, en su rol de gobernador y conductor del justicialismo de Córdoba,  Schiaretti ha tenido con mi persona y con la ciudad una enorme vocación de diálogo y una generosidad en darle a Villa María y a los dirigentes un rol importante en la política de Córdoba. Me he sentido acompañado por la gestión provincial, creo que en su perfil personal lo descubro como un administrador muy ordenado en sus ideas y en los mecanismos para llevarlas adelante. 

Eduardo Accastello

Eduardo es una persona de enorme vocación política que le permitió desde muy joven tener en claro lo que quería y construir un proceso para aplicar la renovación del peronismo en la ciudad, lo pudo hacer y tuvo el honor que es haber sido elegido en tres oportunidades para gobernar la ciudad y cuando es el pueblo el que elige y en tres oportunidades merece un respeto muy particular. Creo que llevó adelante un proceso de transformación que cuando la historia de Villa María se escriba, va a marcar un mojón en lo que fue la transformación de la ciudad que además implicó un cambio de mentalidad del villamariense. Hay una sociedad más emprendedora que no se daba hace veinte años. 

¿Por qué caminos salimos de esta locura de amor y odio que tenemos los argentinos?

No es fácil porque es parte de la matriz que tenemos. Es el mismo país que casi llevó a un punto de idealización a Perón y luego lo mandó casi veinte años afuera sin poder poner ni una estampita con una foto. Esos vaivenes son de los que hablo desde lo pendular. Es el mismo país que a Liniers lo condecoró por héroe y luego lo fusiló. Eso está en la matriz, por eso creo que el Bicentenario es una buena posibilidad para advertir que entre el odio y el amor hay un punto de construcción comunitaria aunque tengamos que ceder un poco. Si Argentina logra a tener la capacidad de encontrar las coincidencias más allá de las diferencias y logra reconocer que en el otro no hay un enemigo sino alguien con ideas diferentes, si logramos eso vamos a cambiar una matriz y es un país con una potencialidad enorme. Ahora si repetimos los errores de la historia quienes festejen los 400 años van a seguir repitiendo los aciertos y errores. A veces el expresidente uruguayo José Mujica se manda unas afirmaciones que nos hacen reflexionar profundamente.

¿Cuál es su sueño hoy?

En lo colectivo tengo el sueño de que podamos ser lo más leales al compromiso que asumimos. Que cuando terminemos nuestro mandato podamos decir lo logramos. Y un sueño para la ciudad en sí,  es que cada villamariense pueda tener un proyecto de vida, lo peor que puede haber para una organización social es cuando se clausuran los proyectos de vida a una edad muy temprana.

En lo personal, me siento muy acompañado por la gente de la ciudad, ojalá ese capital lo podamos honrar. No me propongo, ni me propuse, hacer algo para ir a otro lado. Creo que tenemos que hacer lo mejor posible por el rol que nos han dado y hoy me toca ser intendente y voy a poner en eso todo mi esfuerzo. Mi sueño es poder ser un buen intendente.

La última ¿cuando lo critican duramente, la familia sufre?

Sí, sufre, los chicos particularmente. Yo trato de no llevar las cuestiones del municipio, pero aún en el silencio, aún cuando no me lo digan creo que sufren.  Uno cuando está al lado de alguien sabe lo que esa persona piensa, siente y como actúa y por ahí hay valoraciones públicas que no se corresponden con lo que uno siente o piensa o actúa y salir a contestar es muy difícil. Hay que tener una sana tolerancia, a veces eso se le puede pedir al político, pero no se le puede pedir a su entorno, a la gente de mayor cercanía, no obstante uno se siente muy acompañado si no sería muy difícil.

Me gusta

Estar con mi familia, en casa, compartir con amigos. Practicar deportes, la música, el teatro, la lectura

 

Me divierte

Las diversas manifestaciones culturales, ir a la cancha.

 

Me sorprende

La naturaleza, un amanecer de los que parecen pintados y todo lo innovador

 

Me entristece

Las ausencias de familiares o amigos. Las inequidades, la exclusión.

 

Me enoja

Algunos desvalores. El egoísmo, el ansia de ser protagonista a costa de sacrificar a otro, los hechos de corrupción, la manipulación, el conflicto por el conflicto mismo.

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