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“Muchos tienen que sacarse el disfraz y dejar de utilizar al peronismo”

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“Muchos tienen que sacarse el disfraz y dejar de utilizar al peronismo”

Nació en La Sierrita (zona rural de Los Cóndores) el 8 de abril de 1944. Abogado, tres hijos, cuatro nietos. Pasó su infancia en Río Tercero porque su padre ingresó a trabajar a la Fábrica de Pólvoras y siendo un adolescente llegó a Villa María para cursar sus estudios en la Escuela del Trabajo. Inició su militancia en el peronismo en 1961 en la Unidad Básica N° 1. En 1983 fue presidente departamental del PJ, ocupó la presidencia alterna en la Provincia junto a José Manuel de la Sota, fue titular del Congreso provincial y congresal nacional. Tuvo diversos cargos, diputado nacional, embajador de Haití, de Costa Rica, legislador provincial y candidato a gobernador en 2011 por PAIS, partido al que se incorpora en 1996 y que actualmente preside. Escribió nueve libros y va por el décimo

enrique-sellaCuatro horas de charla y una trayectoria que ocupa numerosos páginas. Tarea complicada sintetizar las numerosas vivencias que dejó apiladas en la mesa de encuentro con sus conceptos filosos y directos. Polémico, combativo, frontal. Enrique Sella no se anda con chiquitas. Dice lo que piensa y apunta a los “hipócritas” sin silenciador. Que el disparo se escuche. Atesora la amistad de sus compañeros de juventud como Horacio Domínguez y Raúl Baldi, guarda gratitud a maestros de la escuela técnica y siente orgullo de haber sido guiado por Tito González.

Guarda en la memoria la carta que el general Perón le escribió en 1966 y se declara peronista hasta el último minuto. Fue boxeador, jugador de fútbol, obrero metalúrgico y jefe político. Y fue, sin dudas, uno de los dirigentes más poderosos del peronismo local y departamental desde 1973 hasta 1995.

-Usted fue uno de los hombres más poderosos del peronismo departamental en los años más duros.

-Sí, gané siempre las internas en Villa María y el departamento contra toda una serie de maniobras que hicieron desde el 83 al 95 para tratar por todos los medios de ganarme, hasta haciéndome denuncias infundadas y a pesar de eso, les gané. Intentaron de todo, no me pudieron ganar nunca, entonces lo único que les quedó por hacer fue echarme del partido sin justificación de ninguna naturaleza.

 

-¿Fue Humberto Roggero quien lo expulsó del partido?

-Sí, por los dirigentes de Villa María, encabezados por Accastello aliados con los de Córdoba.

Yo era diputado cuando Eduardo viene a vivir acá, habla conmigo, yo le di todas las posibilidades, me dijo “dejame pensar” y tengo que admitir que tuvo una actitud clara y me dijo “voy a jugar en función cronológica con el tiempo y me voy a quedar con el partido”. El eligió el camino de la confrontación y bueno, confrontamos varias veces y dentro del peronismo con la camiseta de Boca no me ganó nunca nadie. Y muchos de Villa María la única vez que ganaron una interna fue estando conmigo. Antes era menos plata y más laburo, ahora por más laburo que le pongas, si no tenés plata, estás muerto. En el 95 me hacen impugnar la lista, entonces la impugnación va al Tribunal Superior de Justicia y el fallo a favor mío salió un martes, el miércoles le dimos con todo el laburo y el jueves el cierre de campaña, las elecciones eran el domingo. Concretamente nos bajan la lista, porque no dieron los márgenes para instrumentar el tema de los votos, y después nos echan por haber ido a la elección. Roggero pidió la exclusión de 700 afiliados, la echaron a Nelda Orsi, a mí y a Domínguez. La estrategia fue descabezar, para quedarse con la estructura de Unidad Doctrinaria.

 

-¿Y qué mano hubo para que lo descabezaran como usted dice?

-Accastello, él no podía soportar que cada vez que se presentaba, lo acostaba. Esa es la realidad, él fue el autor de varias de las malas actitudes que hubo siempre y se le dio como anillo al dedo que Roggero, que era su padre político, fuera transitoriamente presidente del PJ provincial.

 

-¿Qué sintió en ese momento cuando le informaron que lo expulsaban del PJ?

-Mucha bronca, porque uno venía de muchos años peleando en las buenas, en las malas haciendo peronismo y que te echen así… Yo todavía estaba en la Embajada, no me habían ido a remplazar y me comunican que me habían notificado de la expulsión, entonces me dio mucha bronca.

Y nosotros hicimos un montón de entrevistas, estuvimos con De la Sota, en Buenos Aires con Lorenzo Miguel, fui a ver a algunos que eran diputados nacionales, hicimos un raid importante para que revean la medida porque a nosotros nos echan por “ir” a una elección que no fuimos.

Una locura total, pero se habían emputecido que había que echarme. El acuerdo fue Córdoba con Villa María, porque con el Gallego De la Sota tuvimos muchos entreveros.

 

-Pasados más de 20 años y fuera de la estructura, ¿cuál es su mirada del peronismo de hoy?

-Creo que nosotros tenemos que superar definitivamente esta etapa del kirchnerismo, porque el kirchnerismo, como bien lo dice De la Sota, es una desviación del peronismo. Una cosa es armar un frente político como en 1973 y otra es ahora ver en esa fuente de la Plaza de Mayo a todos esos personajes como Boudou, o el de Quebracho, en el lugar donde está la foto histórica de fundación del peronismo y ver ahí estos tipos que amenazan a la Justicia… Acá hay que ser sinceros, en la etapa dura de la resistencia a la dictadura unos la habrán hecho con las armas, que no estoy de acuerdo, pero fue una realidad, otros hacíamos cosas en el marco del movimiento para que al regreso de la democracia el peronismo estuviera de pie, nosotros siempre estuvimos al pie del cañón.

Nosotros tenemos que superar la etapa del kirchnerismo y hay un obstáculo que Macri no está acertando en su política de gobierno y eso hace que el cristinismo a ultranza siga sobreviviendo.

Y me parece que no tenemos que dejar que sigan usando al peronismo como lo usan.

 

-¿Usted despega al peronismo del kirchnerismo?

-El peronismo y el kirchnerismo no tienen nada que ver. El kirchnerismo fue una coalición política donde había sectores del peronismo, sectores de la izquierda y otros y gobernaron con las consecuencias o con los resultados que todos conocemos.

Nos atacan con que no somos republicanos, nosotros tenemos que demostrar que nuestro partido es inminentemente democrático y que nuestra pelea va a ser en el marco de la democracia.

Creo que muchos tienen que sacarse el disfraz y dejar de utilizar el peronismo. Porque si se sacan la camiseta del peronismo no los vota nadie. Hay sectores que integran el Frente para la Victoria que no tienen ni cinco votos.

No me considero responsable de nada de lo que hizo el Gobierno anterior. Creo que hoy por hoy, el mejor exponente del peronismo es José Manuel de la Sota.

Y la gente tiene que cambiar.

 

-¿En qué aspectos es necesario un cambio?

-Antes los dirigentes eran idealistas, no andaban en auto de alta gama y no te hablaban por teléfono de algún lugar del mundo diciendo que están en tal parte, como si los villamarienses no supieran de dónde sale la plata.

O sea que si no cambiamos, si no hay cambio cultural en la clase política, sobre todo que sean honestos y que no haya corrupción no es fácil salir adelante.

Acá hablamos de los chicos enfermos de la droga, y si conocemos quiénes son millonarios con la droga, ¿por qué no los metemos en cana? ¿Por qué no terminamos con eso?

 

-¿En qué momento se desbarranca esta militancia de los ideales para convertirse en la militancia de los negocios?

-Para mí, empieza cuando se pone difícil resistir con una lista, hoy en día es extremadamente difícil presentarse en una elección provincial, el problema es económico.

Hoy todas las teorías idealistas que algunos tenemos caen con lo económico, para que hoy se enteren de que vamos a una elección hay que hablar de varios millones de pesos.

Cuánto crees que va a gastar Unión por Córdoba, ¿500, 600 millones? Y la plata la ponemos nosotros, ellos llenan el Chateau todo bancado por la Casa de Gobierno. Nadie saca la plata del bolsillo, salvo los que tenemos un partido chico y hace años la venimos bancando.

El problema empieza en la década del 90, las malas actitudes de algunos dirigentes y luego se intensifica, y hoy es muy difícil participar de la elección con algún grado de posibilidad.

En Córdoba siempre se armó el esquema para los dos partidos mayoritarios, para repartirse las cosas.

 

-¿Por qué se hizo peronista?

-Siempre hablaba con mi viejo y después de que murió, con mi mamá, y les preguntaba. Mi familia, una parte era de origen radical y a mi tío Pancho Sella en el 55 lo metieron en cana por peronista. Recuerdo que en Río Tercero yo iba a la escuela primaria, una casa antigua grande, y en esos años se construye la escuela nueva que la hace el peronismo. Y paso de una escuela rancho, que era todo humedad, a la escuela nueva donde nos daban un vaso de leche, con el director armamos la cancha de fútbol, vivía con nosotros laburando.

Y me acuerdo de que cuando muere Evita mi vieja me pone el luto en el guardapolvo blanco, voy a la escuela y me encuentro con que la mitad teníamos luto y la mitad no. Eso me quedó muy grabado.

También, cuando pasó Perón en tren y yo estaba en el paso a nivel.

Y en mi casa tenía a mi viejo que me decía “no puedo concebir que un obrero no sea peronista, que nosotros nos hemos cagado de hambre en la ‘década infame’ y de estar en el campo pasé a trabajar en una fábrica, a mí me dio dignidad”.

Yo que me había quedado solo con él me acuerdo de eso. Y después me acuerdo de la revolución del 55, yo estaba a 70 metros de la escuela y vi venir la caravana con el cura primero con una moto puma, Tristán Acuña que era el intendente (radical), venían los llamados comandos civiles y se dirigían a la escuela. Y tengo bien grabado en mi memoria cuando el cura le dice a un perro que le ladra a la moto “viva la revolución, perrito”.

Y vi esa gente frente a la escuela que rompía los cuadros que tenían que ver con el peronismo, todo eso me quedó muy grabado.

Para nosotros fue como que el país se apagó, había tristeza generalizada, se perseguía a la gente por su pensamiento. Fue una situación mala para los del depuesto régimen. Mi padre tuvo mucha influencia conmigo, fue el que me habló siempre de la honestidad.

 

-Era muy rebelde cuando era chico.

Era famoso en el barrio. Tengo una anécdota, cuando trabajaba en Leones y Cía. estaba en la Terminal y aparece un muchacho de Río Tercero, Roberto Daniele, que era vecino de casa, a mí me decían Chilo; me dice “qué hacés acá”, le digo “estoy estudiando” y me pregunta “¿de qué estás estudiando, de pistolero?” (se ríe).

Peleé mucho en la calle, en el fútbol e hice unas pocas peleas en boxeo.

Era travieso, mi viejo me decía “no te voy a preguntar qué hiciste, tenés que ir a la Policía a la tarde”, porque se ponían de acuerdo con la Policía para que nos dieran una cagada. Todo por boludeces, nada grave. Pelear, sí, y por esto terminé yendo a entrenar al gimnasio.

Hice seis peleas y ya me vine para Villa María a estudiar.

 

-¿Tenía algún objetivo para cumplir en ese momento?

-No, quería estudiar. Vine por primera vez a Villa María en 1959 a rendir el examen de ingreso en la Escuela del Trabajo.

Cuando entro a la Escuela del Trabajo se produce un gran cambio, la he querido mucho a la escuela y a maestros como Guillermo Evans. Y comencé a estudiar, el primer año me tocó con (Luis) Secco y fue una relación destinada al conflicto permanente (se ríe).

Era bravo vivir en la escuela, había que laburar, pasé bien primer año, el único que me mandó a rendir fue Secco (se ríe).

En el Gobierno de Onganía tuve un problema serio por una infantilidad mía, mando a pedir un libro que se llamaba “El arte leninista de la agitación y la propaganda” por correspondencia a Buenos Aires, mirá si seré pelotudo, por supuesto me citaron de la Fábrica y yo no sabía cómo venía la mano, lo había pedido porque me gustaba leer.

Y vinieron Evans y Roberto Flaherty y me dijeron que “si no tenía nada que ver, se iban a jugar para mí”. Fueron unos días bravos y me salvaron mis maestros. Con la escuela tengo una deuda de gratitud, le debo mucho.

En segundo año, Tito González nos ve jugando al fútbol y nos pregunta si jugábamos para algún club. Yo me estaba probando en Ausonia. Ahí lo conocimos y nos incorporamos a la Unidad Básica, en 1961.

 

-Ese año, Tito González los capta para la unidad básica.

-Sí, tengo un libro de actas de febrero de 1962 que hace referencia a una reunión de 1961 y tengo el del año 65, cuando hicimos la asamblea en Salta y México, que era el centro de panaderos, la casa está tal cual, y ahí me eligieron secretario general de la Uno.

En aquella época estaban Jeromito Giralde, Juan Rosa, Santina Biassi, el padre de Martellono; participé en muchas reuniones en que estaba don Pedro Requena e incluso escuché una grabación de Perón en su casa.

No nos equivocamos en el proretorno de Perón porque teníamos al lado un tipo que era un maestro, que era Tito.

 

-¿Y quién le puso el seudónimo de Gato?

-Cuando vengo a Villa María ya me decían Gato. Mi papá compró la casa en Río Tercero, era un terreno con algunas habitaciones, y mi viejo le pide a un usurero un dinero para ampliar la casa. Y tenía una higuera. Mi viejo alcanzó a levantar las paredes, pero nunca la pudo techar. Yo tenía una gata, me seguía por la vereda, yo me subía y caminaba por las paredes arriba.

Y había un amigo del barrio que se quebró la pierna, estaba en la cuneta y me junaba a mí que caminaba por las paredes; él me puso Gato. Se llamaba Toto Díaz.

Esa es la verdadera historia, todo lo que dicen (sobre su apodo) no tiene nada que ver (se ríe).

Es más, tengo en mi estudio los boletines cuando yo boxeaba, uno es de 1960 y dice “Enrique Sella, alias el Gato, barrio Las Flores”, esa es la prueba irrefutable de que el Gato viene de allá.

 

-¿Y por qué algunos lo relacionan con los inicios de Gill?

-Pasa que en las convocatoria de las elecciones internas de la juventud del peronismo en los años en que nos tocó conducirlo, Martín fue nuestro candidato contra Accastello. El era un dirigente estudiantil, se acercó a nosotros y decidimos presentar una lista, pero mis dirigentes no le dieron importancia a esa elección porque venía media tirada de los pelos. Pero ellos armaron todo el aparato, Accastello se preocupó en eso para armar una lista competitiva.

Montaron un aparato infernal para ganar la elección, pero eso no me lo pueden facturar a mí, yo no era candidato (sonríe).

 

-Usted dice que lo que escribieron en una nota histórica sobre la toma de la Escuela de Trabajo en 1964 fue un invento, ¿por qué?

En 1963 se había iniciado el ciclo técnico a la noche y Secco comete un error, plantea a los tres o cuatro meses de iniciadas las clases que a los electricistas, si querían el título de técnico mecánico se los iba a dar, pero de electricista no. Acá la quieren disfrazar a la toma de la escuela. La toma tiene su explicación en la mala actitud que tuvo Luis Secco con los alumnos, pero nosotros no nos dábamos cuenta de que estábamos insertos en una interna política entre la Unión Cívica Radical del Pueblo y la Unión Cívica Radical Intransigente.

Secco era de la Intransigente y muchos que no lo querían decían, cuando le tomamos la escuela, que “él le había tomado la escuela al director anterior Müller y ahora pagó con la misma moneda”.

Nosotros tomamos la escuela porque él comete el error con el título de los electricistas.

Y se quisieron mezclar los tantos porque la idea nace en una casa que se reúne gente de la Unión Radical del Pueblo y me invitan a la reunión.

Y yo hice el plan, ideamos entrar a las 4. Entramos por la parte de atrás, y me acusaron a mí, tal vez porque dirigía el plan pero estábamos todos los que sufríamos los atropellos de Secco.

Tomamos dos días la escuela, cortamos los teléfonos, pusimos la bandera argentina al frente pensando que si venía la Policía poníamos el Himno porque en aquella época el Himno se respetaba, ahora te cagan a palos con himno y todo, hasta que vino la Dirección Nacional, se hizo el sumario y entregamos la escuela. Y lo que no surgió por una cuestión de disciplina nuestra, surgió por una malversación, por el mal manejo económico de la escuela porque empezaron a declarar los maestros.

Y por eso fue la toma y nosotros negociamos porque a Secco lo trasladaron, en cambio, éstos querían seguir haciendo quilombo porque era político.

 

-Haití fue un momento clave de su vida, escribió libros sobre la situación de ese país.

-En los libros que escribí sobre Haití demuestro que Jean Bertrand Aristide era una asesino que no tiene nombre. Y luego escribo sobre la crisis, desde que llegué (en 1990) hasta la caída de Aristide, la idea primitiva mía era escribir sobre su retorno porque los norteamericanos que le dieron el golpe después lo traen con 10 mil marines y lo instalan en el poder hasta que termine.

Aristide era un violento terrible y me dediqué a perseguirlo.

Cuando me doy cuenta de que era un hecho histórico importante, empecé a tomar notas.

 

-¿En qué circunstancias le ofrecen la Embajada?

-Yo tenía con el Gallego un acuerdo que el primer cargo que el gobierno diera era para mí. El primero fue para D’Alessandro y al final un día me llama Cavallo y me dicen que me querían designar embajador.

Y me dijo lo único que tenía en América era Haití. El fin del mundo, pensé. Al final acepté. Llegué, fui a la residencia, no había nada, una casa común, sin luz, un lugar contra un cerrito y la Embajada era peor todavía. Llego, eran todos haitianos, había un solo argentino que me esperaba a mí para rajarse.

Apenas llegué me agarré una peritonitis, me operaron y me salvé milagrosamente.

Cuando llegué había un gobierno militar, se inició el proceso de transición de la democracia y yo a todos les pedía votar por Aristide porque pintaba que estaba a favor de los pobres. Gana las elecciones y empieza con la locura, quería matar a todo el mundo.

Fue muy violento, por cómo venían las cosas se rajan todos y quedan el embajador americano, el canadiense, el dominicano y yo. Ellos tenían autos blindados y yo un auto coreano con una banderita desteñida (se ríe), me sentaba al lado del chofer y nadie sabía quién era el embajador.

Fui testigo de todo lo que hicieron los yanquis, el americano hacía lo que quería. El Gobierno de Menem me decía que me pegara al americano. Todo lo que me dio la Embajada americana fue un poco de combustible, pero nada más para pasar la crisis. Un día me llaman a Buenos Aires, me agradecen todo lo que hice en Haití, me dicen que saben que me van a matar y me van a sacar ahí. Y me mandaron a Costa Rica, fue un reconocimiento y por eso tengo agradecimiento por Menem, más allá de los errores. Y ahora quiero ir y llevar estos tres libros y entregarlos en la Biblioteca Mayor de Santo Domingo y voy a ir a Haití.

Es terrible la miseria allá, es un país extremadamente pobre que quiere ser un país de Latinoamérica, pero los yanquis lo tienen en su patio trasero.

 

-Usted dice que le enojan las actitudes y la hipocresía de algunos dirigentes, ¿a qué se refiere puntualmente?

-Vemos que el año pasado un grupo de dirigentes trabajamos el 5 de julio por Juan Schiaretti y en las otras por De la Sota, y en el balotaje dimos libertad de acción.

Y no podemos ser hipócritas de creer que los votos de Macri en Córdoba son todos de Cambiemos, un 25% es de votos peronistas.

El año pasado, dirigentes como Ranco, Costa, Frossasco, Mainardi, Schiavi le pusimos el lomo a Schiaretti y otros dijeron de Schiaretti cualquier barbaridad. Porque hay cosas que no se deben decir y se deben respetar.

Tantas cosas que dijeron y ahora los veo todo el día abrazados, esa hipocresía no va conmigo.

Esos cambios no le hacen bien a la política porque los jóvenes necesitan ver ejemplos. Algunos kirchneristas se pueden sentir mal por lo que digo, pero explíquenme. Los que están imputados tienen que acreditar que lo que se les imputa no es cierto. Y para eso está la Justicia.

Y a pesar de que confío en la Justicia, creo que la Justicia argentina es el ejemplo más grande de lo que acabo de decir, porque los 12 jueces federales de la Capital con la Cristina tenían un criterio, eran el ejemplo más grande del tortuguismo judicial, las causas duraban años y no pasaba nada, ahora las quieren hacer funcionar con una celeridad bárbara. Y ahora lo que quieren es que pase el tiempo porque quizás a Macri le convenga que Cristina se presente para que el peronismo vaya una parte con ella y la otra con el verdadero.

Pero no es así la historia, si soy un funcionario judicial debo fallar de acuerdo a la ley, no a los intereses personales.

El que comete un delito debe pagar el delito. Nosotros queremos que la corrupción sea irrevocable, imprescriptible y que al que se le pruebe, el monto lo debe reintegrar al Estado y con eso que se cree un fondo para paliar la pobreza.

 

-¿Como abogado y dirigente qué expectativa tiene sobre las causas que se están investigando?

-No quiero pensar como dice la gente que no va a pasar nada. Otros dicen “habrán robado, pero estábamos mejor”; eso es una barbaridad, si robó, tiene que ir preso y devolver lo que se robó.

Como abogado creo que la Justicia tomó conciencia que tiene que acelerar las causas para que no quede sin efecto la acción penal. Sinceramente, soy medianamente optimista.

 

-¿Volvería a la estructura del peronismo?

-No, yo tomé una decisión hace muchos años, incluso hubo una amnistía, y decidimos permanecer en un partido que forma parte del Movimiento Nacional Justicialista.

Perón nos enseñó que no es un partido liberal o burgués, nosotros somos un movimiento revolucionario. En ese movimiento conviven todos aquellos que levantan las banderas justicialistas y PAIS es un partido que levanta las banderas justicialistas.

Hoy por hoy mi gran preocupación no es volver, considero que he llegado hasta aquí, me voy a quedar un tiempo más en PAIS, pero vamos a tratar de armar un equipo de jóvenes para seguir con el partido, no me gustaría que desaparezca porque es un partido que tiene una buena presencia en la provincia, con 13.700 afiliados, y esa es mi preocupación ahora.

Sigo siendo tan peronista como lo fui siempre, pero la estructura peronista es muy cruel y a veces se cometen muchas injusticias.

A esta altura no volvería, creo que no están las cosas como se deberían hacer en el conjunto. A nivel de partido de qué interna hablamos. Nosotros votábamos. La democracia se practica votando y hoy viene todo digitado.

No renunciaré jamás al peronismo, pero dentro del partido no.

 

-La última ¿cuál es su sueño hoy?

-Seguir con estos trabajos que estoy haciendo, en la faz política tratar por todos los medios que el partido que hemos fundado hace 20 años pueda continuar en manos de otros dirigentes.

En lo personal tener la posibilidad de seguir peleando esta enfermedad que me aqueja, tener las herramientas para pelear, no es fácil, pero trato de hacerlo levantándome todos los días y pensar en hacer cosas y disfrutar de mis nietos, que tengo un montón.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Hay que darle la oportunidad de que demuestre que el proyecto político por el cual votó la mayoría de los argentinos es viable y realizable para el país.

Recién entonces estaremos en condiciones de juzgar y hacer una crítica con fundamentos. Hoy por hoy se puede empezar a exigir que se tenga en cuenta la situación social de Argentina, hay cosas que tiene que hacer porque lo prometió.

 

Juan Schiaretti

Es un dirigente con una larga experiencia, lo ha demostrado, es una persona que tiene conocimiento de la administración del Estado sin discusión, no es tan frontal como otros dirigentes políticos, ha negociado con el Gobierno nacional la deuda que el gobierno anterior tenía con la Provincia, lo ha hecho con diálogo y me parece importante que así se hagan las cosas, porque no es planteando negocios raros como se logran los objetivos.

La negociación que llevó a cabo fue exitosa.

 

Martín Gill

Es un chico muy inteligente, muy capaz, muy trabajador, pero tiene que demostrar que tiene una postura política totalmente independiente de Accastello. Y lo digo de corazón porque sinceramente mucha gente en Villa María piensa que es la continuidad y que no ha permitido que se lo investigue a Accastello porque existe un compromiso político.

Si esto fuese así, para mí sería una decepción porque si Accastello cometió algún tipo de cuestión reñida con la administración pública, Martín tiene que tomar distancia de esa situación.

Cuando vino acá Guillermo Moreno, si el intendente no está, lo tendrían que haber recibido en otro lugar. A la gente le cayó muy mal que Moreno fuera recibido en la Municipalidad.

Martín Gill tiene que definir si va a ser Martín Gill o el Frente para la Victoria.

 

Me gusta: Ver programas políticos, leer un buen libro.

Me encanta: El deporte; soy hincha fanático de San Lorenzo.

Me divierte: Estar con los amigos hablando de todos los temas.

Me entristece: Que haya mucha gente que la está pasando mal.

Me enoja: Me calientan las actitudes de muchos dirigentes, la hipocresía.

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