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Padre e hijo, rehenes de la Justicia

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Padre e hijo, rehenes de la Justicia

Elías Daniel Gergis cuestionó el sistema judicial que, sin que pese una objeción legal o psicológica en su contra, le impide, por acción u omisión, tener un contacto permanente con su hijo

p10 JUSTICIA padre e hijoLa vida de un pequeño que en agosto de este año cumplirá 4 años se encuentra encerrada en expedientes judiciales que comenzaron a escribirse antes de su nacimiento.

Según contó su padre, Elías Daniel “Turco” Gergis, se convirtieron, él y el pequeño, en “rehenes de la Justicia”, que entre demoras y trámites provoca que sin restricción alguna y con todos los informes periciales a su favor no pueda estar en contacto permanente con el niño desde diciembre de 2014.

 

La historia

“A poco de que mi expareja quedara embarazada, me quiso negar la paternidad. Fue por eso que ingresé al sistema judicial para poder reconocer a mi hijo”, relató.

Después de un largo proceso que incluyó el examen de ADN, pudo inscribir al pequeño con su apellido. Primera prueba del sistema, superada.

Pero la historia conflictiva siguió entre “tires y aflojes” un tiempo más. “Tenía visitas autorizadas en Tribunales, hasta que ella dejó de traerlo. Yo no te puedo decir la impotencia que se siente que te aparten de tu hijo”, explicó.

Siguió batallando en el ámbito judicial con sus abogados, hasta que logró, tras una audiencia en Villa María presidida por el juez Fernando Flores, tener un régimen amplio de visitas.

“Esa fue la mejor etapa porque pudimos vincularnos como padre e hijo, lo llevaba yo a la guardería del barrio (Las Playas), lo tenía en mi casa los fines de semana, le agarró el gusto a las motos como yo; en definitiva, compartí la vida con mi hijo”, dijo Gergis. Segunda prueba, superada.

Sin embargo, la tensión entre los padres se profundizó cuando su expareja decidió mudarse a Córdoba capital con el pequeño en diciembre de 2014. “Mi hijo pasó esa Navidad conmigo y cuando se lo llevé para que pasara el Año Nuevo con la madre, mi exsuegra me dijo que ya no vivía acá, sino en Córdoba. Ella había mandado una carta documento, pero nunca pensé que se iba a ir sin comunicarlo a la Justicia”, dijo.

“Para colmo, el juez trasladó el expediente a Córdoba, obligándome a litigar allá. Los jueces que ahora tienen el expediente dicen que eso es una barbaridad, que no se puede llevar los expedientes de acá para allá; porque si mañana ella decide irse a Catamarca, no vamos a empezar otro expediente en esa provincia y así hasta que mi hijo sea mayor de edad”, dijo.

Pese al desacuerdo con que este trámite continúe en la capital, decidieron con su abogado seguir adelante con la causa. “Tengo que viajar cada vez que me dicen, tuve que contratar a un estudio jurídico de allá, pero todo sea por el bien de mi hijo”, planteó.

Después de que en el Juzgado de Familia de Primera Nominación analizaron todo el expediente, los convocaron a una audiencia para el 8 de marzo de este año. “Allí, el juez fue muy claro: el régimen de visitas es para los presos, no para los papás no convivientes”, dijo.

“¿Sabés lo que dijo la abogada de la otra parte? Que no hacía falta que yo estuviera cerca de mi hijo, total ya tenía una nueva imagen paterna. El juez la hizo callar por la barbaridad que había dicho”, señaló.

En esa audiencia, el juez ordenó una evaluación psicológica, cuyo informe fue favorable al amplio régimen de visitas. “La psicóloga propuso hacerle caso a una propuesta de la madre de mi hijo, que era encontrarnos a través de una vecina de ella, que tiene mucho vínculo con el niño. A pesar de que ella lo propuso, ahora no quiere. Y yo sigo acá, sin poder ver a mi hijo”.

 

Separados

En definitiva, después de pasar más de dos años en contacto permanente con su hijo, de ser el “único varón en reuniones de 30 madres” que asistía a la escuela, de integrar al pequeño a toda la familia Gergis, hoy se encuentra separado de él desde diciembre de 2014.

“Lo fui a ver a Córdoba en dos o tres oportunidades, pero con dificultad. No es fácil llegar sin permiso, a un barrio que no conocés, con gente que no sabés ni quién es”, dijo.

“Yo quise hacer todo legal. Esperar los tiempos de la Justicia, pero creo que nos tienen de rehenes: a mí y a mi hijo, porque hace un año y medio que no puedo tener una vida normal como padre y lo que es peor, él hace un año y medio que no me puede ver en tranquilidad. Y ese tiempo, en la vida de un niño que no cumplió aún los 4 años, es una eternidad”, indicó.

“A mí me hicieron denuncias falsas, pero ninguna prosperó. Quiero que la gente sepa que no todos los hombres son malos y que estos vericuetos de la Justicia hacen que los niños no puedan estar cerca de los padres. Yo soy un mecánico, que esforzándome puedo ir a Córdoba, pagarles a los abogados del estudio jurídico de allá, pero realmente, creo que si le pasa a otra persona, que no pueda faltar a su empleo o que no disponga de los recursos, directamente, le arruinan la vida”, concluyó.

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