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Para un dormitorio perfecto

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Para un dormitorio perfecto
La iluminación artificial debe adecuarse a nuestro ritmo biológico para no alterar el sueño

Para descansar no siempre hay que estar dormido ni siempre que se duerme realmente se descansa. Junto a los aspectos puramente fisiológicos y mentales propios de cada individuo, el diseño interior tiene un papel muy importante en esta misión de lograr un descanso reparador. Por un lado tenemos aspectos físicos y tangibles como el colchón, la luz o el color y por otro, algunos menos obvios como la orientación de los elementos que forman el dormitorio.

A continuación, una serie de elementos a tener en cuenta para crear un dormitorio perfecto basándose en seis claves:

 

Espacio a tono

El color es una forma de energía y como tal influye en el estado de ánimo, pudiendo resultar tanto estimulante como relajante. En el dormitorio, como santuario del descanso, el color debe ser el gran aliado para la relajación, por lo que se deben evitar los tonos enérgicos como rojos y amarillos. Los colores tierra son una apuesta segura para el sosiego. Siempre acogedores, estabilizan las sensaciones y arropan la estancia. En principio son más indicados para climas fríos, pero ajustando el tono del siena más oscuro al beige más claro pueden adaptarse a cualquier situación. La evocación del silencio que tanto se necesita a la hora de dormir nos la da el blanco. Pero si es demasiado puro, el blanco puede provocar una sensación de desnudez contraproducente, por lo que es más conveniente utilizar tonos rotos, incluso cremas. Los azules también pueden ser recomendables para ambientes cálidos debido a que aportan frescura, pero apostando siempre por los tonos pasteles y evitando los intensos aguamarinas y eléctricos.

 

Manto protector

Un cabecero refuerza la sensación de protección e induce a un mejor

Sábanas, cubrealmohadas, cobertores y mantas se convierten en esa piel imprescindible para mantener la temperatura de confort. Una cama debe respirar como lo hace una persona y para eso los materiales textiles deben acompañar. La suavidad de los tejidos es importante, pero más aún la capacidad de termorregulación y transpiración, ya que estas propiedades pueden limitar las alteraciones del sueño causadas por los picos de temperatura que muchas personas alcanzan en momentos de la noche. Los materiales como el poliéster o el nailon, aunque sean mezclados con fibras naturales, son siempre la opción menos apropiada, puesto que no son transpirables e, incluso, en personas sensibles pueden ser alergénicas. En todos los casos, las fibras naturales son la mejor opción. El lino o el algodón siempre que sea orgánico para sábanas y cubrealmohadas y la lana para las mantas son los materiales ideales. Regulan la humedad, mantienen la temperatura de una manera natural y son más saludables. A nivel cromático, deberían seguir la gama de color de las paredes para evitar los contrastes.

 

Iluminar el descanso

La iluminación debe ser cálida y tenue en los momentos previos al descanso y fría y potente al llegar la hora de despertar. Para lograrlo, una buena idea es utilizar diferentes focos colocados estratégicamente. Un error muy común es situar un único punto de luz en el centro de la habitación, la cual inevitablemente proyectará sombras, no permitirá la lectura y será molesta. Para iluminación general es más interesante la utilización de luces indirectas que bañen las paredes sin que sean visibles. Si se duerme en pareja es imprescindible dotar los laterales de la cama con puntos de luz que permitan ser utilizados independientemente ya sea para leer o por necesidad a media noche. En caso de disponer de vestidor, el espacio requerirá una iluminación independiente, reforzando la zona de maquillaje. Las lámparas fluorescentes, tanto en tubo como compactas, se deben evitar, porque el tono frío y las ondas de alta intensidad propias del tipo de luz interfieren en el descanso, incluso una vez apagadas. Las halógenas, por el contrario, son muy interesantes en cuanto a tono, pero tienen el inconveniente de que generan mucho calor. Los led puede que sean la fuente más recomendable, hay en el mercado un abanico de formatos, tonos y temperaturas suficientemente versátil como para ser usados en el dormitorio.

 

Instinto protector

El cabecero es el elemento que más accesorio puede parecer y sin embargo ejerce una influencia increíble sobre el inconsciente. Su presencia junto a la cama nace de un sentimiento ancestral de necesidad de protección, ya que al dormir nuestro subconsciente necesita sentir un aporte extra de seguridad en la zona más delicada del cuerpo, la cabeza. La pared donde se apoye será lo más importante, determinará la orientación de toda la cama, y a nivel de campos magnéticos lo más recomendable es orientarlo al norte, puesto que influirá positivamente en la optimización de las constantes vitales. En cuanto a materiales, lo principal será evitar los cabeceros metálicos férricos, debido a que pueden actuar como amplificadores de ondas dañinas que generen interferencias en el descanso. Por eso, los más recomendables son los tableros de madera maciza tratados con aceites o los acolchados, que además servirán de cómodos respaldos si nos queremos incorporar para leer, conversar con la pareja o incluso desayunar en la cama los fines de semana.

 

Todo en orden

El momento antes de dormir y el de después de despertar deben ser de pura paz sin que nada nos perturbe, pues de esos efímeros instantes dependerá en parte la calidad e incluso el humor para el resto del día. Eliminar todo “ruido” visual debe ser la prioridad, aunque una habitación vacía tampoco es la solución; al contrario, puede ser un foco de problemas, ya que si no se dispone de lo necesario a mano, la incomodidad es mayor. Por eso equipar el dormitorio con un buen sistema de almacenaje especializado por usos para que todo quede cerca de la mano pero lejos de la vista puede dar lugar a un gran beneficio en forma de confort y descanso. No hay que olvidar que el desorden genera un desasosiego inconsciente que entorpece la relajación y afecta al estado de ánimo. Así, evitar ropa sin doblar y a la vista, ya sea usada o limpia, o armarios sin puertas será una buena estrategia. Aprovechar el espacio bajo el sommier para guardar ropa fuera de temporada y los recambios de cama es otra idea tan buena como evitar un exceso de decoración.

 

Buen soporte

Todo esfuerzo para diseñar el dormitorio ideal puede derribarse si falla la elección del colchón y la almohada. Los principales aspectos a tener en cuenta son la altura y el peso de la persona, la posición al dormir, la temperatura corporal y las posibles patologías de espalda. La longitud debe ser al menos 10 centímetros superior a la altura, mientras que la firmeza del colchón será directamente proporcional al peso, quedando los blandos para quienes pesen menos de 70 kilogramos y los más duros para pesos superiores a los 100 kilogramos. La forma de dormir también influirá, porque para dormir de lado es recomendable que sea más blando que respecto a la posición boca arriba, para acomodar hombros y caderas. En cambio, quienes tengan el hábito de moverse durante el sueño requerirán un colchón más duro para evitar lesiones. Finalmente, los materiales seleccionados no sólo determinarán su dureza, sino además su comportamiento térmico.

 

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