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Roco y un largo camino a casa

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Roco y un largo camino a casa

Agostina y Sofía, quienes relatan esta historia, son hermanas y tuvieron en su casa a Roco durante el tiempo que le tomó encontrar a su nueva familia

Cuando fuimos a recoger a Roco a la casa de Tuni, quien ya no lo podía tener más en provisorio, solo sabíamos que era un perro grande. Allí nos dijeron que tenía algún problema de audición y vimos que caminaba algo desgarbado.

Antes de llevarlo a casa hicimos una visita al veterinario para una revisión general. Al principio se pensó que pudieran ser secuelas de un moquillo, pero simplemente Roco era especial.

Alguien nos comentó que no merecía la pena que intentáramos buscar un adoptante para él, pero Roco ya era «hijo nuestro» y lucharíamos por él hasta encontrar a la familia que mereciera su adopción.

Durante los 14 meses que ha permanecido con nosotras nos ha regalado su compañía ¡Y no solo a nosotras! Nunca estaba triste, siempre moviendo su cola y esperando una caricia.

Nos ha ayudado tanto con otros perros: recuerdo el caso de Mía, una pequeña perrita que encontramos en una vereda, era tal su miedo que no permitía la presencia de ningún perro cerca de ella… Excepto a Roco, que fue con toda su paciencia quien le hizo ver que no tenía nada que temer.

Tengo que reconocer que era nuestro comodín, cualquier perro podía ser compañía suya cuando encontrábamos otros perritos abandonados. A todos los quería y si alguno le gruñía, él se limitaba a moverle la cola. Cualquier ser vivo era amigo suyo, daba igual si era perro, gato, humano… todos le servíamos para ser feliz.

Por vueltas de la vida contacté con una persona en Bell Ville de la que estaba segura sabría ver en Roco lo que nosotras habíamos visto en él. Una conversación telefónica nos bastó para saber la calidad y sensibilidad de esta persona que sabría ver más allá de su sordera… Carmen se enamoró de nuestro Roco.

No tardé ni un minuto en decirle la estupenda noticia… «Carmen, Roco es para vos». Cuánta alegría sentimos las dos y además sabía que, aunque Roco se fuera, no lo íbamos a perder.

Es cierto que nuestra mejor tarjeta de presentación es el amor hacia los animales y eso a Carmen le sobra.

A los pocos días enviamos a Roco a Bell Ville, allí estaban esperándolo. A la mañana siguiente recibimos un mensaje de texto que decía: «Roco ya está en su casa. Carmen». De esto ya han pasado muchos meses, pero así es y así sigue, feliz al lado de su nueva dueña, «adosado» (como Carmen dice) a ella y recibiendo todo el cariño, amor y compañía que le ha faltado durante este tiempo.

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