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«Siempre cumplí una multifunción»

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«Siempre cumplí una multifunción»
Ahora disfrutará de su casa, de sus animales y especialmente de sus nietos, como Paula, que siempre la visitan

Rosa Carabajal se destacó siempre por su espíritu colaborador. Querida y valorada por todos, se retiró luego de 33 años cumpliendo incontables roles dentro de la escuela del barrio La Calera

Ahora disfrutará de su casa, de sus animales y especialmente de sus nietos, como Paula, que siempre la visitan
Ahora disfrutará de su casa, de sus animales y especialmente de sus nietos, como Paula, que siempre la visitan

Rosa Carabajal estuvo siempre dispuesta, con espíritu de colaboración, cubriendo los lugares donde se la necesitaba y acudiendo al llamado del que pedía una mano. Esta portera todo terreno supo ganarse el corazón de todos los que pasaron por la Escuela Domingo Faustino Sarmiento y hoy, recién jubilada, recuerda sus momentos más felices en conversación con EL DIARIO.

Rosi, como la llaman sus amigos, comenzó a trabajar en la escuela del barrio La Calera hace 33 años: «Antes, a las porteras las proponía la directora. Yo había tenido a mi hijo soltera, entonces como una forma de ayuda me presentaron en la escuelita, la directora quedó encantada conmigo y me eligió para el trabajo de portera». A Rosi le llegó la notificación del nombramiento en septiembre de 1983.

«Cuando empecé siempre fui la portera. Ahora ya no existen más, están las empresas de seguridad o limpieza tercerizadas», pero al poco tiempo ya empezó comenzó a ocupar otros lugares.

«Si faltaba una maestra y la directora estaba muy ocupada, me pedían que me quede en el aula. Les hacía sacar los cuadernos a los chicos, ponía la fecha, de la materia que sea. Con los chicos me llevé muy bien siempre», cuenta sobre sus primeros años.

Siempre fue una multifunción: «En los actos ponía música, cuidando los detalles; si llegaba gente mayor les ponía una silla para que se sienten. Siempre traté de colaborar con todo, adornaba las aulas, me colgaba a pegar carteles, probaba los micrófonos, en todo lo que estuvo a mi alcance, brindé todo por el colegio. A veces hasta trabajé fuera de horario».

 

A la Dirección

«Todos los días hacía la leche, repartía la porción de bizcochos para cada uno. Hacía doble turno. Entraba a las 6 hasta las 10, a las 12 volvía porque tenía que limpiar y preparar la leche para el turno de la tarde. Después se amplió la escuela, llegaron las chicas que nombraron del Paicor y cambió un poco mi vida», dijo Rosa. Durante 22 años trabajó sola, hasta que agregaron a otra chica para que la ayude en la limpieza.

Pero un día, hace aproximadamente 10 años, le ofrecieron trabajar en la Dirección: «Me encantó la idea porque soy buena para la papelería. No tengo el secundario terminado, pero les pedí que me enseñen todo y acepté. Al principio trabajábamos con una máquina planillera, grandísima. Años después ya se modernizó todo y trajeron las computadoras».

 

Siempre una más

«El compañerismo con el grupo de trabajo, ese es mi mejor recuerdo. Cuando era el Día del Maestro, por ejemplo, yo participaba de los festejos como una más, para los cumpleaños siempre fueron muy atentas conmigo. Compartí todo con el grupo, el nacimiento de mis hijos, después el de mis nietos», destaca sobre su vida en la escuela y agregó que siempre a los chicos los sintió como sus hijos: “Los saludaba a todos con un beso, los trataba bien y les brindé todo lo que tenía, mucha contención».

La escuela para ella es como una familia. Pasaron muchas cosas, tiene mil anécdotas: «Yo tendría que haber escrito un libro. Hay alumnos que hoy llevan a sus hijos o a sus nietos, que cuando empecé eran muy chiquitos. Parezco un dinosaurio», bromea, cuando piensa en todos los años que hace que trabaja en la escuela.

Rosi es amante de los animales y de estar en su casa. Tiene perros, un gato, una tortuga, pájaros y hasta tuvo un loro, y a todos los cuida con especial atención. Hoy planea pasar sus horas entre los suyos, con su esposo, sus tres hijos, sus nietos y su padre, que vive en La Cumbre, con el que se reencontró después de muchos años, para disfrutar de su familia y de sus plantas.

«Extraño, pero estoy tranquila porque no tengo horarios, por ahora quiero descansar y más adelante haré algún viaje a relajarme, aunque no por ahora”, finalizó.

 

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